Este domingo Venezuela celebra elecciones generales con «grandes interrogantes», según el presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana. A pesar de eso, «el clima general es de esperanza».
¿En qué condiciones llegan los venezolanos a las urnas este domingo para las elecciones presidenciales?
En este momento existe una gran inquietud y muchos interrogantes sin responder. Hay un sentir mayoritario sobre la necesidad de participación y de cambio en la realidad política y social del país. No podemos seguir por el mismo camino de confrontación, polarización y exclusión, que han sido algunas de las causas de la situación que vivimos. Además, hay incógnitas sobre cómo se va a hacer el proceso electoral, qué va a pasar hasta entonces o sobre posibles intervenciones que podrían cambiar el rumbo de las cosas. A pesar de todo, el clima es de esperanza y somos conscientes de que se requerirá mucho diálogo para el bien de Venezuela.
Son alarmantes las cifras de opositores encarcelados. ¿Cree que estos comicios se realizan con todas las garantías democráticas necesarias?
Las elecciones se desarrollarán desde las condiciones políticas y sociales de nuestro país, el cual tiene un Gobierno con vocación totalitaria y ha querido captar todos los espacios políticos. La autonomía de los poderes está muy diluida y la institucionalidad democrática es débil. Desde ahí se realiza este proceso electoral. Hay algunas garantías en cuanto al acceso al voto, pero hay otras realidades que muestran que no, por ejemplo los cuatro millones de venezolanos fuera del país que tendrían derecho a votar pero no pueden porque no actualizan el registro electoral. Además, el Gobierno ha persistido en amedrentar con detenciones a la disidencia política. De todo esto, el gran peligro es que muchos se sientan desmotivados y no voten, porque así no se expresaría la voluntad mayoritaria de Venezuela.
Recientemente, los obispos venezolanos han celebrado su asamblea plenaria. ¿Qué conclusiones han sacado de ella?
Hemos estudiado, por ejemplo, la situación nacional, sobre la que nos hemos pronunciado en la exhortación pastoral Caminar juntos con esperanza, invitando a la población a participar en las próximas elecciones y a las autoridades a facilitar las condiciones democráticas para ello. También hemos tratado el desarrollo del Sínodo y el proceso de reforma institucional interna en el que estamos inmersos con el borrador de nuestros nuevos estatutos.
¿Cómo se ha vivido este encuentro del episcopado venezolano, en medio de la tensa situación política y social?
Una de las características de nuestro episcopado es la búsqueda constante de la comunión entre nosotros, intentando enfrentar las dificultades con espíritu de fraternidad efectiva y afectiva. De esta manera, se facilita la tarea común de reflexionar y discernir las respuestas a las diferentes realidades.
¿Qué está haciendo la Iglesia en el país para construir esa paz tan deseada?
La Iglesia venezolana trabaja todos los días con la evangelización, la promoción humana, la educación y la atención a los más necesitados para crear ese clima de inclusión y respeto. El mensaje es el mismo de siempre: amor, unidad y paz, y eso es lo que hace la Iglesia en el trabajo cotidiano. Tenemos que superar ese encerramiento de grupos reducidos que tienen en sus manos los mecanismos políticos que impiden que estos valores fructifiquen. Para ello, es necesario que se prioricen las necesidades básicas de la gente, como salarios justos o acceso a la alimentación. Siguiendo con estas mismas políticas públicas, no se está dando respuesta a estas problemáticas porque continúan preservando sus privilegios en lugar de buscar el bien común.
¿Cómo es el diálogo actualmente entre Iglesia y Gobierno?
La relación es muy débil desde hace muchos años. Ahora mismo no hay canales abiertos con el Estado para dialogar sobre las grandes realidades de Venezuela, solo algunas iniciativas de acercamientos. Y no porque en la Conferencia Episcopal nos hayamos cerrado, sino porque el Gobierno sigue en su deseo de imponer su posición y eso es excluyente de otras posiciones y otras formas de ver distintas.
Alberto Ortega es el nuevo nuncio en Venezuela, ¿cómo le han recibido y a qué principales desafíos se enfrenta?
En junio nos encontramos con él en Roma en una tarde de reflexión y, desde el inicio, se abrió un diálogo común de fraternidad. Hemos iniciado juntos el camino de preocupación mutua y trabajo cercano que siempre hemos tenido con los nuncios. Él se ha mostrado muy cercano desde el principio y le corresponde realizar su trabajo en medio de una coyuntura política importante donde la representación pontificia será un factor de encuentro, diálogo y posibilidad de abrir caminos positivos. Tenemos la esperanza de que su presencia sea beneficiosa para la Iglesia en Venezuela.
Se cumplen 125 años de la consagración del país al Santísimo Sacramento. ¿Cómo notan su ayuda?
En medio de circunstancias difíciles hemos sentido siempre la compañía de Dios, a pesar de que el ambiente no siempre es propicio. Hace 125 años reafirmamos la presencia del Señor en medio de nosotros y este aniversario sirve para reavivar esta fe que se ha replicado de muchas maneras en las diócesis.
ESTER MEDINA
Alfa y Omega
25 de julio 2024