El Arzobispo Ettore Balestrero, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU y otras Organizaciones Internacionales en Ginebra, interviniendo en el Segundo Comité Preparatorio de la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, subrayó el preocupante crecimiento del gasto militar en el sector nuclear y los riesgos de las nuevas tecnologías. El desarme es una responsabilidad ética hacia la humanidad, dijo el diplomático vaticano.
24 de julio 2024.- «Los actuales conflictos armados, en particular la guerra en Ucrania, sirven para recordar que la búsqueda del diálogo debe ser incesante y que la posesión de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva representan -como escribió el Papa Francisco en su carta al obispo de Hiroshima el 19 de mayo de 2023 con ocasión del G7- «un multiplicador de riesgos que sólo da una ilusión de paz». Así lo ha señalado el arzobispo Ettore Balestrero, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas y otras Organizaciones Internacionales en Ginebra, que ha participado, ayer, en el Segundo Comité Preparatorio de la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares que se celebrará en 2026.
En su intervención, el diplomático vaticano afirmó que «la Santa Sede está profundamente preocupada por la amenaza existencial que siguen representando la proliferación nuclear y las armas nucleares», una amenaza que «se ve agravada aún más por el tenso entorno estratégico y la continua modernización y expansión de los arsenales nucleares». Por lo tanto, «es imperativo reconocer que los arsenales nucleares, como instrumentos de estrategia militar, tienen intrínsecamente una disposición activa al uso».
El preocupante aumento de las armas nucleares
Monseñor Balestrero recordó que el Papa Francisco reiteró «la inmoralidad de la producción y posesión de armas nucleares» en su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede a principios de este año, y señaló lo «preocupante que resulta el continuo crecimiento de los gastos militares relacionados con las armas nucleares y el aumento de la retórica y las amenazas sobre su posible uso», añadiendo que «tales amenazas son una afrenta a la humanidad», porque «una guerra nuclear tendría sin duda un impacto irreparable y devastador, con una pérdida de vidas sin precedentes».
El desarme, una responsabilidad ética
Ante la incesante producción de armas, es necesario reflexionar sobre el hecho de que «la no proliferación y el desarme, además de ser obligaciones legales, son responsabilidades éticas hacia todos los miembros de la familia humana», dijo el observador permanente, recordando que en su discurso sobre las armas nucleares pronunciado en el Parque del Hipocentro de la Bomba Atómica en Nagasaki el 24 de noviembre de 2019, el Papa Francisco describió la paz y la estabilidad internacionales como «sólo posibles desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro configurado por la interdependencia y la corresponsabilidad.»
Balestrero también señaló que, considerando las «tensiones reinantes» y las «catastróficas consecuencias humanitarias» que se derivarían del uso de armas nucleares, «urge reanudar un diálogo sincero para establecer limitaciones vinculantes» precisamente «a todas las armas nucleares y sistemas vectores a escala global». Todo ello teniendo en cuenta que «los avances en los sistemas vectores y en la tecnología de la información» han complicado los riesgos asociados a «la posesión de armas nucleares, incluso en caso de escalada no intencionada», ya que conduce a «reducir los tiempos de decisión y respuesta», y aumenta «la probabilidad de uso nuclear».
Reorientar el gasto hacia proyectos de desarrollo
Las armas nucleares, por tanto, tienen «enormes costes que afectan al bien común global», señaló el arzobispo, mientras que, en cambio, «los recursos humanos y financieros que actualmente se destinan a los esfuerzos de modernización podrían reorientarse hacia proyectos de desarrollo que aborden las necesidades urgentes y universales de las poblaciones más pobres y vulnerables».
En este sentido, el observador permanente señaló que la Santa Sede lleva tiempo impulsando la propuesta de «establecer un fondo mundial, financiado con una parte del dinero que de otro modo se destinaría a armamento y otros gastos militares», para erradicar el hambre y promover el desarrollo en los países más empobrecidos», con el fin de contribuir “a la realización de una cultura de la vida y la paz”.
Compromiso en favor de la no proliferación nuclear
«La Santa Sede desea reafirmar su firme convicción de que un mundo libre de armas nucleares es posible y necesario», prosiguió Balestrero, considerando que el Tratado de No Proliferación Nuclear y el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares »pueden reforzarse mutuamente, incluso en los ámbitos de la verificación del desarme nuclear la rehabilitación medioambiental y la asistencia a las víctimas» y teniendo en cuenta el “valioso papel de la Asociación Internacional para la Verificación del Desarme Nuclear”, que “durante los últimos diez años ha trabajado para identificar los desafíos técnicos y las posibles soluciones asociadas a la verificación en un espíritu de colaboración entre Estados poseedores de armas nucleares y Estados no poseedores de armas nucleares”.«En medio de la tragedia de los conflictos armados actuales», concluyó el observador permanente, “debemos recuperar la conciencia de que somos miembros de la misma familia humana”.
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