Durante la ordenación episcopal de Vicente Martín y José Antonio Álvarez el cardenal ha señalado que «el servicio es la más alta autoridad evangélica».
8 de Julio 2024.- «Veo que aún no se os ha pasado el susto», ha bromeado el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, al comenzar su homilía en la ordenación episcopal de los auxiliares Vicente Martín y José Antonio Álvarez en la mañana del 6 de julio. Durante la celebración eucarística en la catedral de la Almudena, el cardenal ha asegurado que, gracias a este nuevo servicio en la archidiócesis de ambos prelados, «ahora estrenamos una jornada preciosa, una jornada de fiesta, un día lleno de luz y agradecimiento al Señor». Y les ha recordado que después de que «el Señor os haya llamado por vuestro nombre a través del sucesor de Pedro», los dos nuevos obispos tienen ahora la misión de «pastorear, en comunión con el colegio episcopal y el Papa, al santo pueblo fiel de Dios.
Durante la Misa ha estado también presente el nuncio de la Santa Sede en España y Andorra, Bernardito Auza. «Todos los que hemos pasado por este trance sabemos que hay llamadas del señor nuncio que cambian definitivamente la vida», ha apuntado el cardenal Cobo.
El arzobispo de Madrid ha confesado que este sábado es también «un día de inmensa alegría y gran consolación para mí». «El Santo Padre os ha puesto para que colaboréis conmigo en el encargo que he recibido de servir a la Iglesia que peregrina en Madrid», ha celebrado. Y ha mostrado su entusiasmo por «anunciar juntos y de manera creíble a Jesucristo como el Salvador y Señor de nuestra vida, pues solo él regala la vida eterna, la vida más plena».
Una Iglesia «al mismo tiempo santa y pecadora»
José Cobo ha adelantado a sus dos nuevos colaboradores el «gran reto» que tienen por delante: «Mirar juntos al futuro». «Dejaremos de lado los miedos y las nostalgias de tiempos pasados que acaban paralizando y bloquean el acceso a la esperanza», ha pronosticado. Y ha pedido oraciones para «que nos centremos en la contemplación de la realidad de nuestro mundo, esta realidad que tanto ama el Señor y que es el lugar en el que se revela y salva». Ha recalcado además que «somos enviados, no desde un irreal pretendido grupo de perfectos, sino desde una Iglesia que se sabe, al mismo tiempo, santa y pecadora».
En cuanto a su futuro ministerio en la Iglesia de Madrid, el cardenal Cobo les ha encargado amar a las «muchas ovejas» que hay en el pueblo de Dios, en muy diversas situaciones. Dentro de este rebaño, «unas son colaboradoras, entusiastas, generosas y diligentes». Otras, en cambio, «están cansadas, desilusionadas y hasta resentidas». Pero les ha pedido «quererlas, por favor, a todas». Y mirarlas «como las mira Dios, con corazón de misericordia».
«Amar a la Iglesia es aceptar sus heridas»
Durante su homilía, el cardenal Cobo ha citado a Madeleine Delbrêl, una mística francesa «curtida en la espiritualidad» que decía: «Amar a la Iglesia es aceptar sus heridas, sus imperfecciones y su humanidad, porque en ella habita el Espíritu Santo que la santifica». El arzobispo de Madrid ha reiterado que «para ser pastores es necesario despertar el amor apasionado por la Iglesia», lo que implica «caminar a ritmo evangélico y en clave diocesana a esta comunidad grande y diversa».
Ha señalado asimismo a los nuevos auxiliares que «sois ungidos por el Espíritu para una misión que no elegisteis vosotros, sino que os viene dada». Una «misión única que compartiremos sinodalmente» y que consiste en «trabajar desde la humildad y el amor mutuo para sostener siempre una mirada especial y compasiva sobre los más vulnerables».
José Cobo ha hecho referencia asimismo al Papa Francisco, quien en la exhortación apostólica Evangelii gaudium asegura que «el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos». Y a san Juan Crisóstomo, quien mantenía que «mientras somos ovejas, vencemos; aun cuando nos rodeen por todas partes manadas de lobos, los superamos y dominamos». Y advertía, por el contrario, de que «si nos hacemos lobos, quedamos derrotados, pues nos falta al punto mismo la ayuda del pastor, como quiera que Él apacienta ovejas y no lobos».
«Ser servidores es la más alta autoridad»
El arzobispo de Madrid ha recordado a Vicente Martín y José Antonio Álvarez que «la unción del Espíritu nos hace servidores del pueblo», algo que ha definido como «la más alta autoridad evangélica». «Por eso Jesús se prodiga lavando tantos pies, acogiendo a muchas personas y enjugando tantísimas lágrimas», ha añadido.
Les ha advertido además de que «cualquier otro modo de ejercer la autoridad en la Iglesia que no hunda sus raíces en este suelo y en el pueblo de Dios es una planta extraña que no pertenece al Evangelio». Y que por tanto «deberá ser podada y arrojada fuera, como los sarmientos secos de la parábola».
Y ha pedido a los nuevos auxiliares que «seamos signo y estímulo de comunión eclesial» promoviendo «la diversidad y pluralidad tan rica de nuestro clero, vida consagrada y pueblo» Y sin jamás «imponer la uniformidad». «Unas veces acertaremos y otras nos equivocaremos porque para esto no hay recetas», ha reconocido.
«La cercanía es el rasgo más típico de Dios»
José Cobo ha tranquilizado a los dos nuevos obispos diciéndoles que «a ser pastor se aprende». Aunque para ello «debéis estar cerca» del pueblo de Dios, que es «quien enseña». «Pensad que la cercanía es el rasgo más típico de Dios», les ha emplazado.
Asimismo les ha recordado las palabras del Papa, quien sostiene que «la posición del discípulo misionero no es una posición de centro sino de periferias». Y que «cuando la Iglesia o sus ministros se erigen en centro, el discipulado se funcionaliza y nos convertimos en administradores y controladores de la fe en lugar de ser sus servidores y facilitadores».
Finalmente, el cardenal Cobo les ha señalado «que sois obispos de todos, de los que se confiesan católicos y de los que no lo son tanto». Les ha rogado estar «siempre muy pendientes» de aquella «ovejas que no están porque nunca estuvieron o porque estuvieron y se marcharon». «A ellas somos también enviados y para ellas tendremos siempre los brazos abiertos a la acogida», ha sentenciado.
RODRIGO MORENO QUICIOS
Alfa y Omega