VATICANO, (ACI).- En su exhortación apostólica “Amoris Laetitia” sobre el amor en la familia, publicada el 8 de abril en el Vaticano, el Papa Francisco demandó no engañar a los jóvenes con invitaciones como la de recurrir al “sexo seguro”, y por el contrario alentó a educarlos en el “cuidado mutuo” y “la ternura respetuosa”.
El Santo Padre criticó que “con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a ‘cuidarse’, procurando un ‘sexo seguro’”.
“Esta expresión”, señaló, “transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse”.
Francisco hizo un llamado a no “engañar a los jóvenes llevándoles a confundir los planos: la atracción ‘crea, por un momento, la ilusión de la ‘unión’, pero, sin amor, tal unión deja a los desconocidos tan separados como antes’”.
“El lenguaje del cuerpo requiere el paciente aprendizaje que permite interpretar y educar los propios deseos para entregarse de verdad”, indicó.
El Papa precisó que “una cosa es comprender las fragilidades de la edad o sus confusiones, y otra es alentar a los adolescentes a prolongar la inmadurez de su forma de amar”.
“Pero ¿quién habla hoy de estas cosas? ¿Quién es capaz de tomarse en serio a los jóvenes? ¿Quién les ayuda a prepararse en serio para un amor grande y generoso? Se toma demasiado a la ligera la educación sexual”, lamentó.
Francisco señaló que el fomento del “sexo seguro” promueve “la agresividad narcisista en lugar de la acogida. Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio”.
“De ese modo se los alienta alegremente a utilizar a otra persona como objeto de búsquedas compensatorias de carencias o de grandes límites”.
Por el contrario, indicó, es importante “enseñarles un camino en torno a las diversas expresiones del amor, al cuidado mutuo, a la ternura respetuosa, a la comunicación rica de sentido”.
“Porque todo eso prepara para un don de sí íntegro y generoso que se expresará, luego de un compromiso público, en la entrega de los cuerpos”.
El Papa indicó que “la unión sexual en el matrimonio aparecerá así como signo de un compromiso totalizante, enriquecido por todo el camino previo”.
Educación sexual
Francisco también aborda la necesidad de una “positiva y prudente educación sexual”, planteada ya en el Concilio Vaticano II.
“Es difícil pensar la educación sexual en una época en que la sexualidad tiende a banalizarse y a empobrecerse”, advirtió, y señaló que “solo podría entenderse en el marco de una educación para el amor, para la donación mutua”.
“De esa manera, el lenguaje de la sexualidad no se ve tristemente empobrecido, sino iluminado. El impulso sexual puede ser cultivado en un camino de autoconocimiento y en el desarrollo de una capacidad de autodominio, que pueden ayudar a sacar a la luz capacidades preciosas de gozo y de encuentro amoroso”, señaló.
El Santo Padre destacó que “una educación sexual que cuide un sano pudor tiene un valor inmenso, aunque hoy algunos consideren que es una cuestión de otras épocas”.
Este sano pudor, continuó, “es una defensa natural de la persona que resguarda su interioridad y evita ser convertida en un puro objeto”.
“Sin el pudor, podemos reducir el afecto y la sexualidad a obsesiones que nos concentran sólo en la genitalidad, en morbosidades que desfiguran nuestra capacidad de amar y en diversas formas de violencia sexual que nos llevan a ser tratados de modo inhumano o a dañar a otros”.
Respetar y valorar diferencias entre hombre y mujer
El Papa indicó luego que esta educación sexual “debería incluir también el respeto y la valoración de la diferencia” entre hombre y mujer.
“Más allá de las comprensibles dificultades que cada uno pueda vivir, hay que ayudar a aceptar el propio cuerpo tal como ha sido creado”.
Francisco subrayó que “solo perdiéndole el miedo a la diferencia, uno puede terminar de liberarse de la inmanencia del propio ser y del embeleso por sí mismo”.
“Tampoco se puede ignorar que en la configuración del propio modo de ser, femenino o masculino, no confluyen solo factores biológicos o genéticos, sino múltiples elementos que tienen que ver con el temperamento, la historia familiar, la cultura, las experiencias vividas, la formación recibida, las influencias de amigos, familiares y personas admiradas, y otras circunstancias concretas que exigen un esfuerzo de adaptación”.
El Papa indicó también que no se puede “separar lo que es masculino y femenino de la obra creada por Dios, que es anterior a todas nuestras decisiones y experiencias, donde hay elementos biológicos que es imposible ignorar”.
Sin embargo, precisó que “también es verdad que lo masculino y lo femenino no son algo rígido”, y es posible “por ejemplo, que el modo de ser masculino del esposo pueda adaptarse de manera flexible a la situación laboral de la esposa”.
“Asumir tareas domésticas o algunos aspectos de la crianza de los hijos no lo vuelven menos masculino ni significan un fracaso, una claudicación o una vergüenza”, remarcó.
Francisco advirtió que “la rigidez se convierte en una sobreactuación de lo masculino o femenino, y no educa a los niños y jóvenes para la reciprocidad encarnada en las condiciones reales del matrimonio”.