Cuando me fui de Gaza en septiembre de 2023 para participar en la creación como cardenal del patriarca latino de Jerusalén dejé una parroquia llena de vida. ¿Qué me encontré al volver? Dios me concedió el sueño de que la parroquia esté llena de gente y los cristianos estén todo el tiempo alrededor de Jesús y de la Virgen. En ese sentido estoy muy contento. Pero las razones no son las mejores, evidentemente: la guerra que sigue en curso en el norte, centro y sur de la Franja destruyó la mayor parte de sus casas e hizo que tomen la sabia decisión de buscar asilo donde Jesús.
Los cristianos refugiados en nuestra parroquia suman alrededor de 500 personas, contando con los niños de la madre Teresa. La gente está muy cansada. No con odio ni con bronca; están confiados en Dios y se ponen en sus manos para lo que sea. Pero le piden noche y día que se termine esta guerra. Muchos han pensado en emigrar. Otros quieren quedarse, a pesar de que el futuro es incierto, porque cuando decimos que la ciudad está muy dañada nos referimos a que literalmente el sistema de agua y cloacas está colapsado y las instituciones donde iban a estudiar y trabajar, destruidas.
¿Qué hemos empezado a hacer, con la ayuda de Dios? Una de las decisiones del patriarca es que las dos escuelas que dependen del Patriarcado latino no van a cerrar. Tenemos refugiados a 138 niños y adolescentes en edad escolar. Vamos a empezar con cursos desde el jardín de infancia hasta el año de preparación antes de la universidad. Pedí voluntarios entre los profesores cristianos que están aquí y en la iglesia ortodoxa. Bajo el amparo de san José, Dios mediante pronto empezaremos. Después de ocho meses viviendo juntos, con el sacrificio de todos se van a hacer seis clases de media hora al día en algunos rincones y usando también la iglesia y la casa de las religiosas del Verbo Encarnado. Haremos turnos para que todos las puedan aprovechar.
También hay un programa psicosocial con ayuda de Cáritas Jerusalén y de otras instituciones católicas. Los niños que no tengan clases por la mañana van a estar ocupados. Gracias a Dios se han mantenido algunos grupos como el oratorio, el de señoras y el de hombres. Y se ayuda a miles de pobres. Ahora se quiere dar un paso más: llegar a otras 1.000 familias. Además, hemos abierto una sala sanitaria. Pedimos que recen para que la Virgen Santísima nos obtenga de su Hijo el bien inmerecido pero necesario de la paz.
GABRIEL ROMANELLI, IVE
Párroco de Gaza
Publicado en Alfa y Omega el 10.6.2024