Dicen que la próxima semana Pedro Sánchez utilizará una sesión plenaria del Congreso de los Diputados, teóricamente convocada para hablar de Palestina y de su non nato Estado, para referirse por vez primera a los tejemanejes de su esposa, Begoña Gomez, en distintas y presuntas operaciones que han escandalizado al respetable.
Tengo para mí, dados los antecedentes del personaje al que una moción de censura malhadada entregó el poder hace ya la friolera de seis años, que lejos de hacer comentarios y apostillas ante los distintos casos malolientes que han sido denunciados por la prensa libre y distintas organizaciones cívicas, el presidente del Gobierno, al que no le cabe un alfiler tras la victoria rutilante de su escudero Salvador Illa en Cataluña, hará lo que mejor sabe: retorcer argumentos, distorsionar la verdad, atacar a la menor ocasión y presentar unos hechos irrefutablemente objetivos como una conspiración de la malvada entente de la «derecha y la extrema derecha…». Lo comprobará el lector.
De lo que se trata, dado que el caso Begoña pasará a las páginas más abyectas de la falta de ética política y personal, es justamente de que Sánchez explique las «falsedades» (sic) que se le imputan a su señora mujer y las razones sobre las que el juez ha puesto a la señora de mil cátedras sin tener título en modo de investigada, esto es, de imputada.
Se supone que los líderes de las distintas oposiciones parlamentarias se habrán estudiado a conciencia los asuntos para impedir que Sánchez se vaya por las saunas del suegro, que es lo que, sin duda, intentará hacer. Vuelvo a escribir el argumento de la pasada semana a propósito de la diferencia de Begoña con las anteriores damas que habitaron Moncloa y que apenas se notó. La gran diferencia es que ni Amparo Illana (Suárez), ni Pilar Calvo Sotelo, ni Carmen Romero, ni Ana Botella, ni la zapaterista Sonsoles Espinosa, ni la esposa de Rajoy, Elvira Fernández Balboa, se notó que estaban ahí durante los mandatos de sus respectivos maridos. Muchas de ellas tenían carreras y currilums brillantes y renunciaron a ellos mientras sus respectivos cónyuges detentaron el poder. No es precisamente el caso de Gómez.
Sánchez no acude al Parlamento a explicar las actividades de su mujer porque le apetezca. Ni acude a explicar lo que llama «bulos» sobre Begoña. Lo publicado son, en efecto, informaciones periodísticas que ofrecen pruebas cuasi irrefutables de una relación «temeraria» (que diría el gran Rafa Latorre) con los patrocinadores de su carrera.
Sinceramente, creo que se llevarán un nuevo chasco aquellos entusiastas que se frotan las manos ante la posibilidad de explicaciones sinceras y honradas de aquellos procederes. Otro más. Éste no dice la verdad ni repleto de aguardientes. Tendría que volver a nacer… ¡Y aún así!
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 18.5.2024.