El Papa recibió a los participantes en la Conferencia «Reparar lo irreparable» en el 350 aniversario de las apariciones del Sagrado Corazón en Paray-le-Monial y recordó que para un cristiano, la voluntad de reparar una herida infligida es más que un acto de justicia, es una opción de caridad que consuela y abre a un perdón profundo.
Ciudad del Vaticano, 4 de mayo 2024.- «La reparación, para ser cristiana, para tocar el corazón de la persona ofendida y no ser un mero acto de justicia conmutativa, presupone dos actitudes exigentes: reconocer la propia culpa y pedir perdón». Lo subrayó el Santo Padre durante la audiencia concedida este sábado 4 de mayo a los participantes en el congreso «Reparar lo irreparable» en el contexto del 350º aniversario de las apariciones del Sagrado Corazón en Paray-le-Monial. En el siglo XVII, Cristo mostró su Corazón a la hermana Margarita María, religiosa de la Orden de la Visitación, en la comuna francesa ubicada en la región de Borgoña. Se convocó a un Jubileo para devolver a Cristo «amor por amor». Este tiempo de gracia comenzó el 27 de diciembre de 2023 y concluirá el 27 de junio de 2025, fecha de la solemnidad del Sagrado Corazón.
En su discurso, el Papa Francisco aseguró que «una reparación completa parece a veces imposible, cuando se han perdido definitivamente bienes o seres queridos o cuando ciertas situaciones se han vuelto irreversibles. Pero la intención de reparar y de hacerlo concretamente es esencial para el proceso de reconciliación y el retorno de la paz en el corazón».
El Papa también sostuvo que «la reparación contribuye, pues, a la reconciliación de los hombres entre sí, pero también a la reconciliación con Dios, porque el mal cometido contra el prójimo es también una ofensa a Dios. Como dice Ben Sirac el Sabio, «¿no ruedan las lágrimas de la viuda por las mejillas de Dios?» (cf. Eclo 35,18). Y exclamó: «‘¡Cuántas lágrimas ruedan todavía por las mejillas de Dios, mientras nuestro mundo experimenta tantos abusos contra la dignidad de la persona, incluso dentro del Pueblo de Dios!».
El Pontífice precisó que «toda reparación, humana o espiritual, comienza por el reconocimiento del propio pecado». «Acusarse a sí mismo es parte de la sabiduría cristiana, esto le gusta al Señor, porque el Señor recibe el corazón contrito» (Homilía en la Misa de Santa Marta, 6 de marzo de 2018). De este reconocimiento honesto del daño hecho al hermano, y del sentimiento profundo y sincero de que el amor ha sido herido, nace el deseo de reparar».
El Obispo de Roma enfatizó que «pedir perdón reabre el diálogo y manifiesta la voluntad de restablecer el vínculo en la caridad fraterna». «Y la reparación -incluso un principio de reparación o ya simplemente la voluntad de reparar- garantiza la autenticidad de la petición de perdón, manifiesta su profundidad, su sinceridad, toca el corazón del hermano, lo consuela y suscita en él la aceptación del perdón solicitado. Así, si lo irreparable no puede repararse del todo, siempre puede renacer el amor, que hace soportable la herida».
En su saludo, Francisco recordó que «Jesús pidió a Santa Margarita María actos de reparación por las ofensas causadas por los pecados de los hombres. Si estos actos consolaron su corazón, esto significa que la reparación puede consolar también el corazón de toda persona herida». También les deseó «que los trabajos de vuestra Conferencia renueven y profundicen el sentido de esta hermosa práctica de reparación al Sagrado Corazón de Jesús, práctica que hoy puede estar un tanto olvidada o erróneamente juzgada obsoleta». «Y que contribuyan también a realzar el lugar que le corresponde en el camino penitencial de cada bautizado y de la Iglesia», manifestó.
Al final de su mensaje, el Sucesor de Pedro expresó su unión de oraciones para que el Jubileo del Sagrado Corazón «despierte en tantos peregrinos un mayor amor de gratitud a Jesús, un mayor afecto; y para que el santuario de Paray-le-Monial sea siempre un lugar de consuelo y de misericordia para toda persona en busca de paz interior».
Tras los saludos, el Papa pronunció una plegaria en español:
“Señor Jesús, que revelaste a Santa Margarita María tu Corazón apasionado de amor por todos y cada uno de los hombres en particular. Tú nos invitas a beber de la fuente de tu Corazón que hoy permanece abierto más que nunca. En este sacramento del Amor que es la Eucaristía, Te ofrecemos nuestros trabajos y cansancios; que encontremos en Ti nuestro descanso. Te presentamos nuestros sufrimientos y heridas: consuélanos y cúranos. Te mostramos nuestra dureza de corazón: haznos mansos y humildes. Ponemos ante ti nuestras ingratitudes e indiferencias: que te devolvamos amor por amor. Te expresamos nuestra sed de amarte y anunciarte: envíanos el poder de tu Espíritu Santo Señor, nos consagramos a Tu Corazón, horno ardiente de caridad (hacemos un breve silencio). Haznos instrumentos que atraigan los corazones a tu Amor. Haznos arder en tu amor compasivo que nos haga testigos ante el mundo de este Corazón que nos ha amado tanto.”
SEBASTIÁN SANSÓN FERRARI