Francisco se reúne con los primados de la Comunión anglicana y subraya la importancia de rezar y caminar juntos en diversos ámbitos y en el testimonio del Evangelio.
Ciudad del Vaticano, 2 de mayo 2024.- “El Señor llama a cada uno de nosotros a ser constructores de unidad y, aunque todavía no seamos una sola cosa, nuestra comunión imperfecta no debe impedirnos caminar juntos”. Fueron palabras del Papa Francisco al recibir en audiencia en la mañana de hoy, 2 de mayo, en el Palacio Apostólico vaticano, a los primados de la comunión anglicana reunidos en Roma en estos días. En su discurso, los invitó a rezar, caminar y trabajar «juntos, con confianza y esperanza» y precisó que es necesario cooperar a nivel «pastoral, cultural y social, y también en el testimonio del mensaje del Evangelio» y que las diferencias «no pueden impedirnos reconocernos como hermanos y hermanas en Cristo».
La labor de la Comunión internacional anglicano-católica
Francisco agradece a la Comunión internacional anglicano-católica por haber «trabajado con dedicación» en los últimos cincuenta años «en la superación de diversos obstáculos que se interponen en el camino de la unidad», y por haber reconocido que la comunión que une a anglicanos y católicos «se basa en la fe en Dios nuestro Padre, en nuestro Señor Jesucristo y en el Espíritu Santo», en el bautismo común en Cristo, «en el compartir las Sagradas Escrituras, el Credo de los Apóstoles» y el Credo Niceno-Constantinopolitano» y también «en la fórmula de Calcedonia», la «enseñanza de los Padres» y la «herencia cristiana común de muchos siglos».
Dejar la primacía al Espíritu Santo
El Papa señala que ya desde los orígenes del cristianismo, como se desprende de las Escrituras, ha habido «momentos de tensiones y malentendidos, a menudo nacidos de la fragilidad de los discípulos, o de interpretaciones diferentes de la relación con la tradición pasada», pero que los apóstoles llegaron a «conciliaciones y soluciones, dejando la primacía» al Espíritu Santo.
No hay que tener miedo a las discusiones, no, sino vivirlas, dejando la primacía al Paráclito. Me gusta mucho esa fórmula de los Hechos de los Apóstoles: «Se apareció al Espíritu Santo y a nosotros». Es algo muy, muy hermoso. Orar y escucharnos, tratar de comprender las almas de los demás y preguntarnos -antes de preguntar a los demás- si hemos sido dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo o hemos sucumbido a nuestras opiniones personales o de grupo.
La misión de los cristianos: dar a conocer a Jesús
«La perspectiva divina» no es «nunca la de la división», «de la separación», de la interrupción del diálogo», subrayó además Francisco, aclarando que, si acaso, «el camino de Dios» lleva a aferrarse «cada vez más vitalmente al Señor Jesús, porque sólo en la comunión con Él encontraremos la plena comunión dentro de nosotros mismos».
¡El mundo lacerado de hoy necesita la manifestación del Señor Jesús! ¡Necesita conocer a Cristo! Algunos de ustedes vienen de regiones donde la guerra, la violencia y la injusticia son el pan cotidiano de los fieles, pero incluso en países que se consideran prósperos y pacíficos, no falta el sufrimiento. La pobreza de tantos en esto. ¿Qué podemos proponer ante todo esto, sino a Jesús, el Salvador? Darlo a conocer es nuestra misión.
Para el Pontífice, «sería un escándalo si, a causa de las divisiones», no se realiza la «vocación común de dar a conocer a Cristo», que nos acercará «si, más allá de nuestras respectivas visiones, somos capaces» de testimoniarlo «con humildad y amor». Es el «amor que en nombre de Dios antepone el hermano a la férrea defensa del propio sistema religioso» lo que puede unir, insiste Francisco.
El papel del obispo de Roma
A los primados de la Comunión anglicana, el Papa dirigió también su agradecimiento por haber elegido reunirse en la capital italiana y reservó unas palabras para el arzobispo Justin Welby, con quien se reunió en varias ocasiones y con quien, en febrero de 2023, realizó una «peregrinación ecuménica de paz» a Sudán del Sur y este año, durante la celebración de las Vísperas de la Solemnidad de la Conversión de San Pablo, dio el mandato a varios obispos católicos y anglicanos de llevar a cabo su ministerio juntos, con el fin de «ser para el mundo un anticipo de la reconciliación de todos los cristianos en la unidad de la única Iglesia de Cristo».
Consciente de que «el papel del Obispo de Roma sigue siendo una cuestión controvertida y divisiva entre los cristianos», Francisco recuerda a continuación que Gregorio Magno, que «envió a San Agustín como misionero a Inglaterra», lo definió como «servus servorum Dei -siervo de los siervos de Dios-«, una expresión que, según explicó Juan Pablo II en Ut unum sint, «salvaguarda mejor contra el riesgo de separar la potestad (y en particular el primado) del ministerio, lo que contradiría el significado de la potestad según el Evangelio, a saber: ‘Yo estoy entre ustedes como el que sirve'». Francisco subraya que es necesario un diálogo «fraterno» y «paciente» que deje de lado las «inútiles controversias», para que se comprenda que el ministerio petrino puede «desarrollarse como servicio de amor para todos».
El camino sinodal de la Iglesia católica y los anglicanos
Por último, el Papa se refiere al camino sinodal que está siguiendo la Iglesia católica, y confiesa que se alegró de la participación de un obispo de la Comunión anglicana entre los delegados fraternos en la primera sesión de la Asamblea General del pasado mes de octubre. Añade que espera «con alegría una mayor participación ecuménica en la sesión de este otoño», asegura su oración «para que una mejor comprensión del papel del Obispo de Roma esté entre los frutos del Sínodo» y recuerda que «el Informe de Síntesis, al final de la primera sesión, pedía un estudio más profundo del vínculo entre sinodalidad y primacía en los diversos niveles (local, regional, universal)» y espera que el trabajo de la Comisión Internacional anglicano-católica pueda ser «un útil recurso».
TIZIANA CAMPISI