Cuando una Iglesia cristiana comienza apoyando la invasión de Ucrania sin pestañear ante la deliberada matanza de civiles desde el 24 de febrero de 2022, el veneno interno la corrompe cada vez más. Bajo la presidencia del patriarca Cirilo, el Consejo Mundial del Pueblo Ruso, reunido en la catedral del Salvador de Moscú, aprobó el pasado 27 de marzo un llamamiento a las autoridades que habrá hecho sonreír a Putin, su autor intelectual.
El documento Presente y futuro del mundo ruso afirma que la invasión de Ucrania «es una guerra santa en la que Rusia y su pueblo, defendiendo el espacio unido de la santa Rusia, cumplen una misión de sostenimiento, protegiendo al mundo de la embestida del globalismo y de la victoria de un Occidente que ha caído en el satanismo. Se espera que una vez terminada la guerra, todo el territorio de la actual Ucrania moderna debe entrar en la zona de influencia exclusiva de Rusia».
Con 150 millones de seguidores, la Iglesia ortodoxa rusa supone la mitad de los fieles de las ortodoxas y la segunda Iglesia cristiana después de la católica. Durante la persecución comunista, nunca cedió en sus principios. Ahora, con su declaración de «guerra santa», el patriarca de Moscú se aparta también del ecumenismo que ha construido fraternidad desde el Concilio Vaticano II.
En mayo de 2022 el Papa Francisco advirtió a Cirilo que «el patriarca no puede convertirse en monaguillo de Putin». Ahora ha intervenido el secretario general del Consejo Mundial de las Iglesias (CMI), que incluye la rusa.
Según el reverendo Jerry Pillay, «el CMI no puede aceptar la descripción que hace el documento de la invasión ilegal e injustificable por parte de Rusia de su país soberano vecino, Ucrania, como “una nueva etapa de la lucha de liberación nacional del pueblo ruso contra el régimen criminal de Kiev y el Occidente que lo respalda, llevada a cabo en las tierras del suroeste de Rusia desde 2014”, ni la perspectiva de que “todo el territorio de la Ucrania moderna debe entrar en una zona de influencia exclusiva de Rusia”». No es cristianismo. Es propaganda bélica.
JUAN VICENTE BOO
Publicado en Alfa y Omega el 25.4.2024.