Francisco recibió a los miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, reunidos en sesión plenaria en Roma, y en su discurso, leído por un colaborador debido al resfriado, les instó a «dejarse sacudir por el sufrimiento» de quienes han padecido violencia y a continuar con su compromiso de escucha, intervención, prevención y ayuda.
Ciudad del Vaticano, 7 de marzo 2024.- Las víctimas, en primer lugar. De su sufrimiento debemos dejarnos «sacudir» y no permitir nunca que estos hermanos y hermanas «no sean acogidos y escuchados», agravando aún más su sufrimiento. El Papa Francisco se reúne con los miembros de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, el organismo dirigido por el cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston, creado en 2014 para combatir el mal de los abusos en la Iglesia a través de la formación, la intervención, la prevención y la protección. La Comisión -en la que participan tanto expertos como las mismas víctimas de abusos- se encuentra actualmente inmersa en su asamblea plenaria en Roma. Hoy, 7 de marzo, la audiencia con el Papa, quien, a causa de un persistente resfriado («todavía estoy resfriado», dice con voz débil), no ha podido leer el texto preparado, confiando la lectura a su colaborador monseñor Pierluigi Giroli.
Vocación valiente
En su discurso, Francisco alienta el valioso servicio realizado por la Comisión Pontificia en este decenio y ofrece claras indicaciones para el trabajo en el futuro, que se hará, dice, «con espíritu de equipo, tendiendo puentes y colaborando». A continuación, el Papa agradece el tiempo y el esfuerzo dedicados a completar el Informe Anual sobre las Políticas y los Procedimientos de Protección en la Iglesia, cuya elaboración había pedido: no «un documento más», subraya, sino una forma de comprender mejor el trabajo que aún queda por delante. Pero, sobre todo, el Pontífice quiere dirigirse a cada uno de los miembros, para expresar su gratitud a quienes durante toda una vida han trabajado para «cuidar a las víctimas de abusos».
Es una vocación valiente, que nace del corazón de la Iglesia y la ayuda a purificarse y a crecer.
Hacer de la Iglesia un lugar seguro
El Papa Francisco mira hacia los últimos diez años y constata cómo la tarea de asesoramiento y salvaguarda de menores y personas vulnerables de la Comisión se ha «ampliado enormemente», asumiendo también «una fisonomía más definida». Es decir, la que él mismo pidió «para contribuir a hacer de la Iglesia un lugar cada vez más seguro para los menores y los adultos más frágiles».
Ante el escándalo de los abusos y el sufrimiento de las víctimas podríamos desanimarnos, porque el reto de reconstruir el tejido de vidas heridas y sanar el dolor es grande y complejo. Pero nuestro compromiso no debe desfallecer; es más, los animo a seguir adelante, para que la Iglesia sea siempre y en todas partes un lugar donde todos puedan sentirse en casa y cada persona sea considerada sagrada.
Escuchar directamente la voz de las víctimas
Para vivir bien este servicio, hay que hacer propios los sentimientos de Cristo, subraya el Papa: «Su compasión, su modo de tocar las heridas de la humanidad…» «No podemos ayudar a otro a llevar sus cargas sin ponerlas sobre nuestros hombros, sin practicar la cercanía y la compasión», añade. Todo se reduce a esa «cercanía» a las personas heridas que, subraya Francisco, en el ministerio eclesial de la protección, no es un concepto abstracto, sino «una realidad muy concreta, hecha de escucha, de intervención, de prevención, de ayuda».
Todos estamos llamados -especialmente las autoridades eclesiásticas- a conocer directamente el impacto de los abusos y a dejarnos sacudir por el sufrimiento de las víctimas, escuchando directamente sus voces y practicando esa cercanía que, a través de opciones concretas, las alivie, les ayude y prepare un futuro distinto para todos.
Un servicio reservado, pero «visible»
Que nunca suceda que estas personas se sientan rechazadas: «No debe suceder que estos hermanos y hermanas no sean acogidos y escuchados, porque esto puede agravar mucho su sufrimiento», recomienda el Papa Francisco. «Es necesario ocuparse de ellos con un compromiso personal, del mismo modo que es necesario que esto se lleve a cabo con la ayuda de colaboradores competentes». El Papa dice ser consciente de que «gran parte de este servicio se lleva a cabo de forma reservada», como corresponde por respeto a las personas. Pero, al mismo tiempo, desea que «sus frutos se hagan visibles», para que «se conozca y se vea el trabajo que realizan acompañando el ministerio de protección de las Iglesias locales.
Su cercanía a las autoridades de las Iglesias locales les reforzará a la hora de compartir buenas prácticas y de verificar la idoneidad de las medidas que se han puesto en marcha.
Los frutos en las Iglesias locales
Antes de concluir, el Papa se declaró animado por los «grandes frutos» en el servicio a las Iglesias locales y también al ver tomar forma Memorare, la iniciativa para ayudar y colaborar con las Iglesias locales de todo el mundo en la formación y capacitación para la prevención y protección de los niños y los adultos vulnerables. «Se trata -subraya- de una manera muy concreta de que la Comisión demuestre su cercanía a las autoridades de estas Iglesias, mientras se refuerzan los esfuerzos de protección existentes.
Con el tiempo, esto creará una red de solidaridad con las víctimas y con quienes promueven sus derechos, especialmente allí donde los recursos y la experiencia son escasos.
De ahí un mandato final: «Que la Iglesia siga comprometiéndose con todas sus fuerzas en la prevención de los abusos, en su firme condena, en la atención compasiva a las víctimas y su compromiso permanente de ser un lugar hospitalario y seguro».
SALVATORE CERNUZIO
Imagen: El Papa en audiencia con los miembros de la Comisión Pontificia para la Proteccón de Menores.
(Foto: Vatican Media)