No ha sido una buena semana para el fanfarrón descompuesto de la Moncloa. Los agricultores y ganaderos españoles, imitando a sus colegas de la Unión Europea, hartos ya de estar hartos, se han puesto de pie, han colapsado gran parte del país y amenazan con paralizarlo por completo.
Desde el punto de vista del columnista nunca una protesta en España ha sido más justa y acude a las carreteras con más argumentos justos y fundados. ¡Ya está bien! Sánchez lleva seis años en el poder y todas sus promesas realizadas al sector primario en época electoral son como el resto: humo fatuo. Parece que ha dado orden de que los agricultores y sus tractores mantengan las líneas de seguridad en sus predios; es lo mejor que sabe hacer siempre, secundado por el temeroso Markaska, el ex juez agradecido a su sanchidad por haberle hecho ministro.
Tampoco reparen en gastos a la hora de las descalificaciones. Ignoro si los agricultores españoles son de «extrema derecha» (para propinar semejante apelativo lo mejor es mirar hacia los socios que se ha echado el innombrable). Todo ello refleja a ciencia cierta el pelaje que adorna al primer ministro más mentiroso, jeta y de menos vergüenza que ha tenido este país en muchos lustros. Aconsejaría a esa pléyade de ganapanes que bailan el agua al sátrapa que se anden con mucho tiento a la hora de insultar a los trabajadores agrícolas, porque no tienen el mono del campo para muchos trotes. Hay pocos sectores de la vida española que no hayan sido agraviados por un Gobierno al que sólo le preocupa durar y, de paso, aumentar sus propias mamandurrias si fuera posible. De interés general, poco; de intereses particulares, muchos.
El tándem Sánchez-Marlaska, lo mismo da que da lo mismo, va a necesitar muchos policías y guardias civiles si, en lugar de escuchar las demandas más que justas de agricultores y ganaderos, se dedican a zaherirles y reírse en sus propias barbas. Ya sabemos que donde mejor se mueve Sánchez es en la tensión, la crispación, la descalificación permanente y lo ultra.
Visto lo comprobado lo mejor que ha demostrado saber hacer el gobierno Sánchez es prohibir y reprimir. Sin embargo, todo tiene su principio y su fin. La cordura y una mínima sensibilidad de estadista ni están ni se le espera. Cada vez su careto desencajado se parece más a la de Maduro, pasando por Orban.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario el 10.2.2024.