Ciudad del Vaticano, (Vis).-La conferencia internacional »Religiosos y migraciones en el siglo XXI: perspectivas, desafíos y respuestas», promovida por la representación ante las Naciones Unidas de Passionist International, Congregation of Saint Joseph, Augustinians International y Vincentians, terminó en Roma sus dos días de intensos trabajos.
El objetivo del encuentro- en que han tomado parte un centenar de religiosos y religiosas, pero también de laicos y expertos del sector- era comprender más a fondo el fenómeno migratorio y su repercusión en el mundo de hoy, sobre todo en el contexto de la situación europea actual. Además se han tratado de individuar modalidades de solidaridad más eficaces y compartidas. Se ha lanzado también un fuerte llamamiento a intensificar el trabajo de red entre las congregaciones asociaciones y organismos, tanto en los países de origen como en los de tránsito y destino de los migrantes. La red representa ciertamente una de las formas mejores para no dispersar energías, competencias y recursos y para impulsar todavía más el trabajo que todos esos entes desempeñan. Baste decir que solamente en Italia 23.000 personas ( casi la cuarta parte de los refugiados presentes en el país) son acogidos por las parroquias, las comunidades religiosas, los monasterios y los santuarios.
Los participantes han manifestado su preocupación por el gran número de menores involucrados en los flujos migratorios y a menudo no acompañados , al igual que los miles de jóvenes, sobre todo nigerianas (más de 4.000 desembarcadas en 2015 en Italia) que corren peligro de acabar en manos de las redes de explotación de la prostitución.
»En este mundo tan complejo y ante el reto de las migraciones -ha afirmado el padre Emela Xris Obiezu, representante de Augustinians International en las Naciones Unidas- cada vez es más necesario pensar globalmente y actuar localmente también en términos de »lobbying» y »advocacy». Para que se escuchen las voces de las víctimas y de quien trabaja a su lado en todos los ámbitos de atención, desde las administraciones locales a la ONU, a fin de influenciar también las decisiones operativas, teniendo siempre como centro la atención a la persona y el respeto de su libertad y su dignidad».