La ministra de Defensa es una garcía-page en estado permanente y en el interior del Gobierno. Se desmarca en pellizquitos de monja y en contadas ocasiones ante barbaridades manifiestas, obligada por las circunstancias de su cargo, pero que nadie se llame a engaño: hace a pie juntillas lo que le ordena Sánchez. Sin rechistar y en primer tiempo de saludo.
Hay un tema que preocupa a la gente enterada y sensata de este país; alguno queda todavía en el PSOE, eso sí, muerto de miedo. El temor es que Sánchez, que ha adoptado otras medidas más enemigas del Estado sin pestañear, se rinda a la petición de sus socios separatistas para penetrar en el corazón del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), una vieja ambición secesionista repleta de rencor y venganza.
¿Alguien en su sano juicio pudiera o pudiese poner en duda que si apreteu por ese lado los socios separatistas gubernamentales Sánchez les entregaría la pieza? Ya sabemos -se ha hecho lugar común- que este pobre remedo de estadista, con tal de seguir una hora más en Moncloa, entrega su alma al diablo.
No es cosa baladí jugar con el tema de los servicios secretos. Mucho más si sus principales agentes están en sobreaviso. Pero es una realidad como que en diciembre hiela que Junqueras, Puigdemont, Otegui y Urkullu han fijado sus ojos en esa pieza y en las reuniones secretas con los miembros del Gobierno piden entrar en La Casa.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
31 de diciembre 2023.