Este 31 de diciembre en la basílica vaticana se rezó por el Papa emérito, un año después de su muerte. El arzobispo Georg Gänswein recordó a Benedicto XVI por su «ejemplo luminoso» de «trabajador sencillo y humilde en la viña del Señor».
Ciudad del Vaticano, 31 de diciembre 2023.- En el primer aniversario -del 31 de diciembre de 2022- del fallecimiento del Papa Benedicto XVI, monseñor Georg Gänswein ha presidido esta mañana la misa en su memoria en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro. Durante años fue su secretario privado, tanto durante su pontificado como después de su renuncia hasta su muerte, y guarda un profundo recuerdo personal del Papa emérito.
Una vida cotidiana caracterizada por la oración
La homilía de la celebración comienza con las palabras pronunciadas por el propio Benedicto «lleno de asombro, hace un año, en su última Navidad en esta tierra, celebrada con espíritu de profunda fe, íntima alegría y confiada oración: ‘¡Navidad, el día más hermoso del año!'», para continuar con una reflexión, en la fiesta de hoy de la Sagrada Familia, sobre la presencia de la oración, partiendo de nuevo de unas palabras del Papa emérito. Una dimensión, la oración, que según Gänswein «ha caracterizado fuertemente» su vida cotidiana. Benedicto XVI, en la subida al templo de Jesús, José y María, vio «una expresión de su oración al Señor, al que ya ven y contemplan en su hijo Jesús».
San José, modelo para Benedicto XVI
Pero, ¿qué era la oración para Benedicto? «Sobre todo en los últimos años de su vida -recuerda el arzobispo- se distinguía por una creciente intensidad e interioridad. Esto se reflejaba también en su actitud y en su rostro: se convertía cada vez más en contemplación del único Señor que, con la fuerza del Espíritu Santo, sigue guiando a su Iglesia». Para el Papa emérito, la primera persona que compartió la experiencia de oración de María fue san José, cuyo nombre llevaba. «Benedicto XVI también trató de imitar a su patrono -subraya monseñor Gänswein-, especialmente con su profundo amor a Jesús y a María y su fidelidad a una vida cotidiana marcada por la oración y el trabajo. El corazón de cada jornada era para él la Eucaristía, fuente de luz, de fuerza y de consuelo. (…) Su íntima relación con el Señor se reflejaba luego en sus relaciones con las personas que le rodeaban».
Agradecido a Dios por el don de la vida del Papa emérito
Del Papa Benedicto, Gänswein recuerda su amabilidad, humildad y sencillez en el trato con los demás. Para él, la comunión con Dios y la comunión con las personas eran inseparables. La Iglesia sigue siendo edificada por Jesús en la Eucaristía, uniendo a las personas a sí mismo «para construir su gran familia». Retomando las palabras de Benedicto XVI, añade: «La Iglesia se revela así, a pesar de todas las fragilidades humanas que pertenecen a su fisonomía histórica, maravillosa creación de amor, hecha para acercar a Cristo a todo hombre y mujer que quiera verdaderamente encontrarlo, hasta el fin de los tiempos. En la Eucaristía se perpetúa la Navidad, concluye el arzobispo, «en la Eucaristía permanecemos unidos también a Benedicto XVI, sinceramente agradecidos a Dios por el don de su vida, la riqueza de su magisterio, la profundidad de su teología y el luminoso ejemplo de este «sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor».
ADRIANA MASOTTI
Imagen: Monseñor Georg Gänswein en la misa en memoria de Benedicto XVI en el primer aniversario de su muerte.
(Foto: Vatican Media)