La Agencia Tributaria ha ingresado ya en los primeros once meses del 2023 más de 112.000 millones de euros, un 10 por ciento más que durante todo el 2022.
¿Por qué concepto? ¿Impuesto a las grandes fortunas? No. ¿Por el Impuesto de Sociedades? No. ¿Por el IVA a los productos de lujo? Tampoco. Por las nóminas de los trabajadores por cuenta ajena, esto es, el Impuesto de Rendimientos de las Personas Físicas (IRPF). Impuesto directo y fácil de recaudar donde los haya.
Ello es aún más llamativo cuando el Gobierno se niega a deflactar la inflación de las cantidades de ese impuesto, tal y como le exigen la oposición política, los agentes económicos y sociales y todos los expertos preocupados por el mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios y, por ende, los que preconizan una mayor capacidad de consumo para la reactivación de la maltrecha economía de las familias y los particulares.
Es tal el nivel de gasto, en ocasiones rayando la malversación y el despilfarro del dinero, que los contribuyentes no tienen más remedio que entregarse al Estado, en este caso a un Gobierno que cree que todo el monte es orégano, que, claro, si tiene que dar satisfacción a Bruselas, por un lado, y mantener tal enjambre de loros comiendo chocolate por otro, no puede hacer parar la trituradora.
No siempre, es decir, casi nunca, impuestos elevados significan mayor recaudación. Se ha demostrado hasta la saciedad en el mundo y en España cuando se han aplicado recetas liberales compasivas. Otro corolario de la situación: pese a los récords históricos de ingresos en la Agencia Tributaria, resulta que el déficit sigue aumentando y paralelamente la deuda pública registra dígitos insufribles a la vez que históricos. La nula capacidad demostrada de Sánchez y sus respectivos gobiernos para entrar en la senda ejemplar, esto es, practicar lo que predicen (gastos suntuarios y avaros entre los responsables políticos perfectamente prescindibles), hace que millones de españoles de clases bajas (las medias están en punto de desaparición) se pregunten escandalizados si no es necesario echar a los actuales y buscar gestores más probos, responsables y listos.
El dato que negarán desde el presidente del Gobierno hasta el último de sus ministros no llama a engaño: Hacienda se ha convertido en un deglutidor impositivo del IRPF. Detrás de ese acróstico hay millones de ciudadanos que difícilmente llegan a final de mes. Otros millones hace tiempo que hacen guardia ante las colas del paro.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
24 de diciembre 2023