50.000 personas asistieron a la audiencia jubilar del Santo Padre el 20 de febrero en la Plaza de San Pedro. El Papa dedicó la catequesis al tema del compromiso que los cristianos están llamados a asumir para ofrecer a los que encuentran en su camino una señal concreta de la cercanía de Dios.
»El Jubileo de la Misericordia- dijo- es una oportunidad para profundizar en el misterio de la bondad y del amor de Dios. En este tiempo de Cuaresma, la Iglesia nos invita a conocer cada vez más al Señor y a vivir de manera coherente la fe con un estilo de vida que exprese la misericordia del Padre. Mi vida, mi actitud, mi forma de ir por el mundo deben ser un signo concreto del hecho de que Dios está cerca de nosotros. Pequeños gestos de amor, de ternura, de atención, que hacen pensar que el Señor está con nosotros, cerca de nosotros. Y así se abre la puerta de la misericordia».
Para ello es necesario »comprometerse» y comprometerse es aceptar una responsabilidad con alguien y cumplirla con fidelidad, dedicación e interés. »Cada día -explicó Francisco- nos piden que nos comprometamos en lo que hacemos: a la hora de rezar, en el trabajo, estudiando, pero también en el deporte… En resumen, comprometerse es tener buena voluntad y constancia para mejorar la vida».
»Dios también se ha comprometido con nosotros. Y su primer compromiso fue crear el mundo y, a pesar de nuestros esfuerzos en destruirlo, El se compromete a conservarlo. Pero su compromiso más grande -subrayó- fue darnos a Jesucristo… Y lo recuerda San Pablo cuando escribe que Dios no ahorró a su Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros. Y por eso, junto a Jesús, el Padre nos dará todo lo que necesitemos».
En el Evangelio, es muy fácil ver como se manifestó el compromiso de Dios con nosotros. »En Jesús, Dios se comprometió plenamente restituyendo esperanza a los pobres, a cuantos estaban privados de dignidad, a los extranjeros, a los enfermos, a los prisioneros y a los pecadores, que acogía con bondad. En todo eso Jesús era la manifestación viva de la misericordia del Padre». Francisco resaltó el hecho de que Jesus acogia con bondad a los pecadores, que si pensamos de forma humana serían sus enemigos. En cambio Cristo, » se acercaba a ellos con bondad, los amaba y así su corazón cambiaba». »Todos nosotros somos pecadores, todos -reiteró- todos tenemos ante Dios alguna culpa pero no hay que perder la confianza porque El se acerca para darnos consuelo, perdón, misericordia: ese es el compromiso de Dios y por eso nos mandó a Jesús, para acercarse a todos nostors y abrir la puerta de su corazón, de su amor, de su misericordia».
A partir de ese amor misericordioso con que Jesús expresó el compromiso de Dios nosotros también »podemos y debemos corresponder a su amor con nuestro compromiso. Y sobre todo en las situaciones de necesidad mayor, donde hay más sed de esperanza. Pienso -señaló el Pontífice- en nuestro compromiso con las personas abandonadas, con los que tienen fuertes discapacidades, con los enfermos mas graves, con los moribundos, con los que no son capaces de expresar agradecimiento…En todas esas situaciones nosotros llevamos la misericordia de Dios a través de un compromiso de vida, que da testimonio de nuestra fe en Cristo. Tenemos que llevar siempre esa caricia de Dios-porque así nos acarició Dios con su misericordia- a los que la necesitan, a los que sufren por dentro o están tristes: esa caricia que es la misma que Dios nos hizo».
Francisco finalizó su catequesis manifestando el deseo de que el Jubileo contribuya a que nuestras mentes y nuestros corazones sientan en lo más profundo el compromiso de Dios con cada uno de nosotros y gracias a ello transformemos nuestra vida en un »compromiso de misericordia» para todos.