Algunas diócesis optan por enviar a sus seminaristas a otro seminario para favorecer una preparación más integral. «Ha sido una alegría y un bien grande», asegura Atilano Rodríguez, administrador apostólico de Sigüenza-Guadalajara.
30 de noviembre 2023.- «Estamos en un cambio de época muy importante y nos tenemos que preparar», subrayó el cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española, en la rueda de prensa posterior al encuentro de los obispos españoles con el Papa el pasado martes. «Tenemos que formar hombres muy maduros, pero enraizados en Jesucristo, que tengan en los pies en el suelo y amen a la tierra y a la gente». Explicó también que «para una cosa importante como los seminarios, el Papa quería hablar con nosotros y escucharnos personalmente». Una madurez para la que hay que cuidar las condiciones externas de formación de los seminaristas. Como explica a Alfa y Omega Atilano Rodríguez, administrador apostólico de Sigüenza-Guadalajara, «si no hacemos un planteamiento donde haya un número mínimo de seminaristas será muy difícil la formación humana, pero también quedará pobre la formación pastoral y espiritual». Por eso, en su diócesis «hace unos siete años decidimos el traslado a Madrid de los seminaristas que ya iban a clase a la Universidad Eclesiástica San Dámaso, para que pudiesen también dormir allí». Luego, los fines de semana, prestan un servicio pastoral en las parroquias de Sigüenza-Guadalajara. «Ha sido una alegría y un bien grande para la diócesis».
José Mazuelos, obispo de Gran Canaria, diagnostica que hay seminarios con poca ocupación debido al fenómeno de «la España vaciada» y la «reducción de vocaciones». En este momento su diócesis cuenta con nueve seminaristas. «La insularidad siempre es una peculiaridad», opina. También cuenta con un Instituto de Ciencias Teológicas. Considera que «en principio no tenemos que acudir a otro lado», sobre todo porque Gran Canaria ya aglutina a los estudiantes de otras islas. Y elogia la labor de la vecina Tenerife también con otro gran seminario. «Para el Papa es fundamental la dimensión espiritual, teológica, pero también comunitaria, donde se aprende a vivir unos con otros y a compartir. Eso es fundamental también y por eso se necesita una comunidad», sentencia.
Entre las ventajas de tener un seminario grande está, cita el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, «que podemos tener propedéutico, como dice la Ratio fundamentalis». Con 80 seminaristas, «vivimos una situación esperanzadora, como ha sido siempre, sobre todo gracias a los grandes pastores que han existido, como don Marcelo». El secreto, «trabajar muy bien la pastoral juvenil y dedicar tiempo a los chavales para que se encuentren con Cristo y con un clima de apoyo a su vocación». El obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, también se muestra orgulloso de su seminario diocesano y recuerda la importancia de que sea un «un lugar donde se forman hombres libres, una escuela de misión», que es «la idea que nos ha repetido el Pontífice».
Ángel Fernández, obispo de Albacete, cuenta que su diócesis solo cuenta con cuatro seminaristas. Tres estudian en Orihuela-Alicante y otro está cursando el propedéutico en Cuenca. «Me pareció importante porque así discierne mejor su vocación», opina. Se muestra abierto a concentrar a los estudiantes en seminarios más grandes «no por mandato sino cuando se vea conveniente por el bien de la Iglesia y del seminario». Y procura dar seguimiento a sus sacerdotes una vez se han ordenado en el seminario mayor de la ciudad. «Se reúnen todas las semanas allí, me acerco y seguimos hablando. Es bueno que se junten y se actualicen porque luego van a trabajar juntos», considera.
En Zaragoza hay un seminario que abarca todo Aragón. Su cabeza, el obispo Carlos Manuel Escribano, explica que hace años que las diócesis aragonesas decidieron juntar a sus aspirantes al sacerdocio y ahora tienen unos 18. «Tenemos pocas vocaciones en relación a las que necesitamos para el servicio del pueblo de Dios». Aunque, recalca, la necesidad no manda, ya que «hay ocasiones en las que se invita a esperar o madurar algún aspecto» de alguien que quiera entrar y no está del todo preparado.
El arzobispo de Zaragoza revela que el Papa ha encargado a los obispos «sobre todo que cuidemos» a los seminaristas. Una tarea en la que son de especial ayuda «eventos como la JMJ» porque «en ese momento se produce un aliento muy grande en su corazón». Considera que pueden reavivar la chispa de la vocación, aunque después «en la pastoral ordinaria de las parroquias tenemos que iniciar procesos para acompañarles».
Concluye el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, destacando que «es fundamental que los chicos que reciben la llamada tengan experiencia de un encuentro personal con Cristo. La formación potenciará después esta dimensión de entrega».
RODRIGO MORENO QUICIOS
Alfa y Omega
Imagen: Un momento de la rueda de prensa en el Pontificio Colegio Español San José de Roma el pasado martes.
(Foto: EFE / Antonello Nusca).