En algo sorprendió el líder del centroderecha, Alberto Núñez Feijóo, durante el minuto de gloria que disfrutó cuando el Rey le encargó intentar su propia investidura: mostró hechuras de gran parlamentario cuando todo el mundo creía que era una caña galaica movida por todos los vientos. Algo que revalidó esta semana cuando tuvo que oponerse con ferocidad a los intentos sanchistas de diseñar un camino sin posibilidad de retorno para España y el Estado que lo conforma.
Ya está, Sánchez es presidente y Feijóo jefe de la oposición. Bien. A partir de ahora, ¿qué? El gallego, que tuvo momentos estelares subrayando las contradicciones de un candidato investido contra su propia palabra, espera a conocer en exactitud la composición del nuevo gabinete para realizar los cambios en su equipo que, a todas luces, son más necesarios que el comer. Cambios que piden, aun exigen, pan.
Alberto Nuñez Feijóo, convencido él mismo de que es mejor gobernante que opositor, puede tener la tentación de sentarse a la puerta de Génova 13 y esperar a ver desfilar el cadáver de su adversario. Es una posibilidad, cómoda en cualquier caso. Pero no están los tiempos para esa lírica. Debe levantar bandera constitucional, moderada (que no es condescendencia y mucho menos aceptación de una realidad endiablada), democrática y europea para evitar, entre otras cosas, que los extremos se amen. Porque, si España se debate entre lo que se debate, se debe entre otras cosas a que el voto del centroderecha y la derecha está cuarteado. Es algo de cajón, por mucho que se empeñen aquellos que han hecho de la vida política una forma particular de vivir y amamantarse.
También puede tener la tentación en esa sentada en Génova de ver cómo se desinfla el partido que le disputa los votos en ese predio no socialista y esperar a llenar sus urnas. Ni en un caso ni en otro la cosa es nada fácil. Lo sustancial, desde el punto de vista del columnista, es que el Partido Popular ofrezca desde ya a la sociedad española un hálito de esperanza de que existe una alternativa posible, real y eficaz para poner en su día doble llave al sepulcro del sanchismo.
Y para ello necesita no sólo conducirse él mismo como un hombre de Estado en lo que ha dado sobradas muestras, sino, también, rodearse de gente capaz, realista e imaginativa para construir esa alternativa imprescindible por la que suspiran millones de españoles, hoy serenamente encorajinados, que chapotean entre la melancolía, la desazón y la tristeza.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
19 de noviembre 2023.