Boabdil Sánchez entrega gustoso las llaves de una de las naciones más antiguas del mundo a uno de sus más encarnizados enemigos, el periodista fake y prófugo de la Justicia Carlos Puigdemont. Éste es el resumen por corto y por derecho, blanco y negro, de lo acaecido que ha puesto en pie de guerra democrático a una mayoría de españoles que quieren seguir viviendo libres en su país como iguales. Para completar el paisaje, unos días antes, el vasallo Sánchez había hecho entrega, asimismo, al otro gran jefe de la situación, Junqueras, de las joyas de la Corona para rematar la operación de seguir durmiendo, comiendo y disfrutando opíparamente por cuenta del contribuyente.
Y no hay más en una de las historias más truculenta e indigna que se ha escrito en la vieja y reseca piel de toro en los últimos siglos, cuando España había recuperado ya su estancia en la vida democrática y libre. Lo que parecía del todo imposible que sucediera se ha consumado por mor de la deriva enfermiza de un primer ministro que parece no estar en sus cabales; frente a toda lógica democrática y sensata ha preferido envolverse en la capa de la humillación y el desdoro, colocando a la nación que prometió defender en un camino de muy difícil retorno.
A partir de ahora, con un prófugo sacando pecho y humillando a 47 millones de ciudadanos libres y europeos, van a mandar en la cuarta potencia de la UE aquellos que desean vehementemente que España salte por los aires; persiguen poner un enorme RIP sobre el cadáver de un país histórico donde los haya. A partir de ahora, queridos amigos, con toda sensatez y frialdad, habrá que pedir a los dirigentes políticos que convoquen urgentemente al pueblo para que mediante un referéndum se modifique el artículo 1 de la Constitución. Siguiendo el consejo de mi colega y director de La Brújula, Rafa Latorre, dicho artículo debe redactarse literalmente así: «España fue un Estado social y democrático de Derecho…». No hay más que añadir.
El corolario a este escarnio universal, que está movilizando a millones de españoles de todas las creencias y afiliaciones, lo ponen aquellos militantes y dirigentes del Partido Socialista (antes PSOE) que, entendiendo y conociendo el disparate histórico sanchista, prefieren hablar por lo bajini, callar ante la satrapía personal y ciscarse en una de las señas de identidad históricas de la izquierda: el internacionalismo y la supremacía de las personas frente a los territorios.
Seguiremos escuchando la retahíla machacona que define al nuevo Gobierno como «progresista», adobado con los votos y la aquiescencia necesaria de los supremacistas, la extrema derecha más ruin y malsana de toda Europa y el egoísmo concentrado.
En efecto, lo que parecía imposible que sucediera ha sucedido. Que cada cual saque sus propias conclusiones. Resistencia, aprendizaje, sangre, sudor y coraje.
P. D.: No puedo en esta hora, sino recordar aquello de Albert Rivera subido a la tribuna del Congreso de los Diputados hablando del «plan de la banda», cumplido de la A a la Zeta. La «banda», secesionistas y herederos de terroristas, tenía un plan y encontraron al mejor para perpetrarlo: Sánchez. Punto y final.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario
11 de noviembre 2023