Se cumple un mes de guerra en Tierra Santa mientras el Patriarcado latino de Jerusalén acaba de lanzar una petición de ayuda para paliar la situación en Gaza y el resto de la región.
9 de noviembre 2023.- «Hay grandes dificultades para enviar ayuda a la comunidad cristiana en Gaza porque, debido a los constantes bombardeos, supone un riesgo para los locales salir al exterior», explica a este semanario William Shomali, obispo auxiliar del Patriarcado latino de Jerusalén. Tras un mes desde el inicio de los bombardeos, «cada vez los suministros son más escasos y puede que dentro de poco no existan productos que comprar. Es una situación realmente trágica», añade.
Shomali explica que la comunidad de 1.000 cristianos a la que apoyan desde Jerusalén «todavía puede comprar arroz y latas de conservas, pero es difícil encontrar carne o pescado». Con aún harina en sus despensas, «sí que pueden hacer pan», aunque deben «prestar mucha atención a cuánto gas utilizan para cocinar» porque debido al cerco del Ejército israelí tampoco cuentan con acceso a luz ni combustible.
«Antes de que la guerra comenzara, las comunidades en Gaza tenían dinero gracias a que instituciones como Cáritas les proporcionaban financiación», narra William Shomali. Con lo que queda de ese presupuesto, ahora tratan de cubrir su cesta de la compra cada vez más incompleta. «Si alguien les enviara dinero desde cualquier banco de Nueva York, París o Londres, quedaría automáticamente bloqueado porque hay un embargo bancario», recuerda el obispo auxiliar. E invita a quienes quieran hacer algo por los cristianos que envíen sus donaciones directamente al Patriarcado en Jerusalén, cuya cuenta no ha sido aún intervenida. Por este motivo, el Patriarcado lanzó el 3 de noviembre una petición urgente de ayuda. «Sabemos lo que tenemos que hacer» para que la ayuda llegue de la mejor manera posible, subrayaba el comunicado. «Por favor, ayúdennos a marcar una diferencia concreta y a construir el entorno necesario para que, en esta sociedad marcada por el odio, podamos volver a sembrar las semillas de la confianza, de la esperanza y del amor».
Con toda la Franja cercada, el único modo en que entran alimentos en Gaza es a través de los camiones que llegan por el punto de control de Rafah, en la frontera con Egipto. «Las autoridades egipcias lo gestionan, pero no pueden entrar si hay bombardeos», cuenta Shomali, quien matiza que, aun así, los convoyes deben ser inspeccionados por las tropas israelíes antes de acceder al territorio. «Los camiones que entran son muchos menos de los que hacen falta», denuncia el obispo auxiliar. Si antes del estallido de la guerra entraban 1.000 al día, hoy lo hacen solo 100. Llegan cargados de combustible, comestibles no perecederos «y ataúdes que envía Arabia Saudí». Con más de 7.300 fallecidos desde el estallido del conflicto según las autoridades de Gaza, esta teocracia ha visto la necesidad de proporcionar a sus vecinos correligionarios los medios para un enterramiento «acorde a la ley islámica».
En Gaza, la gente a menudo se protege de los bombardeos en edificios cristianos. En la parroquia de la Sagrada Familia se han instalado unos 700 vecinos y en la ortodoxa de San Porfirio, 300. Es el mismo templo que el 19 de octubre sufrió la onda expansiva de un bombardeo que derribó una de sus instalaciones anexas, arrebatando 18 vidas. Según el obispo, de haber contado con electricidad, podrían haberse salvado más vidas. «Era muy difícil encontrarlos sin luz, y se desangraron», lamenta.
No solo quienes viven en Gaza sufren las consecuencias de los enfrentamientos. La petición de ayuda del Patriarcado menciona el «elevado desempleo, especialmente en la zona de Belén». La interrupción de las peregrinaciones siempre es un golpe para la economía de las familias cristianas de esa zona. Además, «tenemos que mencionar a los 160.000 palestinos que trabajaban en Israel y a los que se ha retirado su permiso de trabajo», añade Shomali. «Hay millones de shekels (la moneda local) que llegaban a Cisjordania y ya no». Una crisis a la que se une la limitación de movimientos. «En Cisjordania la situación es muy difícil porque la mayoría de las carreteras están cerradas», concluye.
Un mes de conflicto
7 octubre: Hamás lanza 5.000 cohetes y una incursión terrestre. Se salda con 1.400 víctimas y más de 240 rehenes.
13 octubre: Milicianos de Hezbolá intentan infiltrarse en Israel desde el Líbano. Frecuente fuego cruzado en la frontera.
17 octubre: Explosión en el Hospital Al Ahli, de Gaza, y polémica sobre la autoría. El 19 se derrumba un local ortodoxo.
19 octubre: El presidente de EE. UU., Joe Biden, viaja a Israel. Su secretario de Estado ha realizado también dos visitas
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21 octubre: Se abre la frontera con Egipto para la ayuda humanitaria. Hamás libera a las dos primeras rehenes
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5 noviembre: La incursión terrestre de Israel divide la Franja en dos. Asegura haber destruido 2.500 objetivos de Hamás.
RODRIGO MORENO QUICIOS
Alfa y Omega
Imagen: Un camión con ayuda humanitaria entra en la Franja de Gaza a través de Rafah.
(Foto: DPA / Abed Rahim Khatib).