El sacerdote de la diócesis de los latinos de Kamjanets-Podilskyj, Oleksandr Khalayim, que se ocupa del acompañamiento espiritual y psicológico de las personas que sufren el trauma de la pérdida de sus seres queridos en la guerra, habla de la Solemnidad de los Difuntos y de las numerosas víctimas, civiles y militares, causadas por la invasión rusa, que hoy son homenajeadas por familiares y amigos: en el dolor de su sacrificio, la mirada se abre al futuro.
Ciudad del Vaticano, 2 de noviembre 2023.- «El duelo es una experiencia muy personal, cada uno lo vive en lo más profundo de su alma. Muy a menudo no sabemos lo que experimentan las personas que se enfrentan a la pérdida de sus seres queridos, lo que sienten, pero sí sabemos lo que tenemos que hacer: estar cerca de ellos en su dolor para ayudarles a hacer el duelo y seguir adelante en la vida». Así lo afirmó en una entrevista a Radio Vaticano – Vatican News el padre Oleksandr Khalayim, sacerdote ucraniano de la diócesis de Kamjanets-Podilskyj de los Latinos, que ofrece acompañamiento espiritual y psicológico a las personas que experimentan el trauma de perder a seres queridos en la guerra.
Apoyo para seguir adelante tras una pérdida
«El luto es un sentimiento profundo de tristeza y dolor causado por una pérdida significativa -explica el sacerdote-, e intentamos acompañar a las personas en esta difícil experiencia estando cerca de ellas. Vivimos en una época en la que todos los días oímos que alguien ha muerto, que alguien ha caído en el frente. Para las madres y esposas de los caídos, es importante afrontar este dolor, superarlo y seguir adelante, porque deben recordar que la vida continúa y que sus maridos e hijos quieren que sean felices. Está claro que nunca se puede olvidar la pérdida de un ser querido, la pérdida de un hijo, de un marido, de una persona con la que se compartía la vida, pero a pesar de ello, es importante que haya alguien que ayude a seguir adelante».
El recuerdo de los que sacrificaron su vida
En varias ciudades y pueblos ucranianos se ve a menudo a la gente arrodillada junto a la carretera cuando un autobús trae de vuelta del frente el cuerpo de un soldado caído, expresando afecto y respeto por quienes sacrificaron su vida para defender a su pueblo. Acompañar dignamente a los difuntos al más allá es uno de los principales valores de la población ucraniana, que intenta preservar a pesar del cansancio acumulado en más de 20 meses de guerra.
En este contexto, explica el padre Oleksandr, es importante conservar la memoria de los caídos. «Esta es una etapa muy importante de nuestra historia -dice- porque ahora nuestros chicos y chicas están escribiendo una nueva historia, están escribiendo también una nueva cultura, porque queremos salir de esta esclavitud que nos dejó la Unión Soviética. Queremos demostrar que elegimos la libertad y queremos vivir esta libertad con dignidad». El sacerdote añade que la sociedad ucraniana intenta honrar a sus caídos de diversas maneras, dedicándoles calles y escuelas o erigiendo monumentos. «También es importante hablar de ellos -subraya- y recordar que su elección fue una elección consciente para defender al pueblo, y no un capricho. Recordamos que en los primeros días, cuando empezó la guerra, muchos jóvenes, e incluso no tan jóvenes, partieron inmediatamente a defender a su país porque sentían que ése era su deber, su responsabilidad. Y ahora, nuestro deber y nuestra responsabilidad es no perder su memoria. Debemos estar orgullosos de que nuestro país haya hecho crecer a hijos tan responsables, tan dignos, que a pesar del miedo y de saber que pueden morir, están dispuestos a dar la vida para defender a sus propios hijos, a sus seres queridos y a su país».
El sacrificio de la vida por la libertad
Los funerales se celebran a menudo en las iglesias de Ucrania: delante de los ataúdes, cubiertos por banderas azules y amarillas, hay fotos con los rostros de los jóvenes soldados. Las mismas banderas ondean en los cementerios de ciudades y pueblos, señalando las tumbas de los soldados caídos en el frente, y los colores de las banderas recuerdan la causa por la que dieron su vida: el azul simboliza el cielo despejado y el amarillo el campo de trigo. Don Khalayim subraya que es importante recordar que los ucranianos sólo luchan para defender su país del invasor. Recuerda lo ocurrido en Irpin, Bucha, Izum, donde tanta gente fue torturada, violada, asesinada. «No podemos quedarnos callados -dice-, la nuestra es una defensa legítima que nos llama a cada uno de nosotros a defender el derecho a elegir nuestra libertad, nuestra forma de pensar, nuestra forma de vivir».
Construir un país sobre la vida, no sobre la muerte
En este contexto, la Iglesia, según el padre Oleksandr Khalayim, «debe formar una sociedad adulta, consciente de que la muerte siempre estará ahí y de que la sociedad debe ser capaz de ayudar a las personas a afrontarla y a seguir adelante». «La Iglesia -señala- dice lo que rezamos durante los funerales: que la vida no se acaba, la vida se transforma. La Iglesia debe dar esta esperanza, la esperanza de que el sacrificio de estos soldados no fue en vano, que es un sacrificio que eligieron libremente. Debe nacer un nuevo país, un país con una nueva ley, con una nueva responsabilidad. Cuando Cristo murió, dio una nueva vida para cada uno de nosotros y eso es lo que está sucediendo ahora en Ucrania. La Iglesia debe formar esta nueva experiencia para crear un nuevo país, un país que se construya sobre valores morales, sobre valores que den vida y no lleven a la muerte».
SVITLANA DUKHOVYCH
Imagen: Velas encendidas en memoria de los caídos.
(Foto: ANSA)