Mi amigo y viejo colega Miguel Cifuentes (¡qué tiempos aquellos de la Europa Press de Antonio Herrero cuando todo era limpio!), me manda un mensaje desde Italia con este texto: «Graciano, estoy en Sicilia y aquí parecen conocer a Pedro Sánchez mejor que los españoles… Le llaman Pedrone por lo mafioso y mentiroso que es. Estos saben. Te lo comentan cuando coges alguna confianza taxistas, camareros, recepcionistas de hotel, vendedores, guías turísticos… Le han tomado el número correcto».
Italia, ese gran país que sobrevivió a toda una inmensa fauna política, eligió últimamente a Meloni «porque hace lo que prometió».
Bien. Durante la semana que agoniza magnis itineribus don Pedrone y la que aspira a ser su socia fundamental, Yolanda Díaz (Sumar), presentaron las líneas maestras de lo que pretenden sea el próximo Gobierno de progreso (sic). Básicamente, prometen que los españoles trabajarán menos y ganarán más, que las listas de espera sanitaria desaparecerán y que los pobres dejarán de serlo. Y lo han redactado gentes que no han levantado en su vida ni una modesta mercería.
Naturalmente, los empresarios de verdad, los que levantan cada mañana las persianas que pagan con su dinero y lo arriesgan, han puesto el grito en el cielo. Lo han hecho, entre otras cosas, porque no se ha contado para nada con ellos y, sin embargo, juegan con sus empresas a la ruleta rusa. Lo primero que tengo que escribir y escribo a tal respecto es que muchos o algunos de ellos se lo tienen merecido. Han estado bailando el agua durante cinco largos años a Pedro Sánchez pensando que en ese cancán algo les caería de los fondos europeos, que no han llegado ni siquiera al 20 por ciento de los emprendedores.
Cuando tuvieron conciencia de la catadura del personaje se compadecieron a sí mismos pensando que duraría poco y que sería sustituido por Alberto Nuñez Feijóo. La cosa salió como salió y ahora se consuelan unos a otros.
Todas las medidas que anunciaron el tándem del desconocimiento, equipo al que lo único que realmente le preocupa es mantener sus propias mamandurrias, conllevan un aumento del gasto público y, por ende, una mayor subida de impuestos que, como siempre, correrá a cargo de los paupérrimos bolsillos de la desaparecida clase media. No hay otra, por cuanto la Unión Europea ya ha dejado claro que en enero del 2024 se cerraría el chiringuito del güisqui gratis. Si ello es así me caben pocas dudas, salvo que la UE quiera irse directamente al averno.
Los nuevos agujeros serán tapados con mayor presión fiscal, eso sin tener en cuenta que los periféricos que faciliten la investidura de Sánchez tendrán su menú aparte, más nutritivo y abundante.
¡Vivir para ver, señores! ¿Ha servido de algo que Rajoy y Montero buscaran en su día euros debajo de las piedras? Evidentemente, no.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
28 de octubre 2023.