Después de rezar el Ángelus, el pasado domingo 7, Francisco reiteró su preocupación por la dramática suerte de las poblaciones civiles afectadas por los violentos combates en »la amada Siria y obligadas a abandonar todo para huir de los horrores de la guerra». »Espero que con generosa solidaridad -dijo- se preste la ayuda necesaria para asegurar su supervivencia y la dignidad, y hago un llamamiento a la Comunidad internacional para que no ahorre esfuerzo alguno para sentar urgentemente a la mesa de negociación a las partes en causa. Sólo una solución política del conflicto garantizará un futuro de reconciliación y paz a ese amado y martirizado país por el que os pido que recéis mucho».
Después de rezar con todos los fieles de la Plaza de San Pedro un Ave María por Siria, el Santo Padre recordó que en Italia, se celebra la Jornada por la Vida, cuyo tema este año es «La misericordia hace florecer la vida.» »Me uno a los obispos italianos para desear por parte de los diversos sujetos institucionales, educativos y sociales un renovado compromiso a favor de la vida humana desde la concepción hasta su fin natural. Hay que ayudar a nuestra sociedad a curarse de todos los ataques contra la vida, osando un cambio interior, que se manifiesta también a través de las obras de misericordia».
»Mañana -continuó- es la Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas, que da a todos la oportunidad de ayudar a los nuevos esclavos de hoy a romper las pesadas cadenas de la explotación para reapropiarse de su libertad y su dignidad. Pienso, en particular, en las tantas mujeres y niños, en tantos hombres… Es necesario hacer todos los esfuerzos posibles para acabar con este delito, y esta vergüenza intolerable».
Igualmente, mañana lunes en el Lejano Oriente y en diversas partes del mundo, millones de hombres y mujeres celebran el Año Nuevo Lunar y el Papa deseo a todos que experimentasen »la serenidad y la paz dentro de sus familias, que son el primer lugar donde se viven y transmiten los valores del amor y la fraternidad, la convivencia y el intercambio, la atención y el cuidado de los demás. Y que el Año Nuevo traiga los frutos de la compasión, la misericordia y la solidaridad».
Por último el Papa saludó a la comunidad sacerdotal del Colegio Mexicano de Roma a los que agradeció sus oraciones para acompañar su próximo viaje apostólico a México »y también el encuentro que tendré en La Habana con mi querido hermano Kiryl», concluyó.