El estallido de una nueva guerra en Tierra Santa sorprendió a Gabriel Romanelli, párroco de Gaza, en Belén. Mientras intenta volver con sus fieles, relata que el estallido se intuía desde hacía tiempo. La frustración palestina por la expansión israelí ha fortalecido a Hamás.
12 de octubre 2023.- Los bombardeos israelíes contra Gaza en represalia por el ataque de Hamás el sábado pasado habían dejado al cierre de esta edición 700 muertos y más de 100.000 desplazados. Israel había decretado el «asedio completo» cortando todo suministro a Gaza y concentraba tanques y artillería en las cercanías mientras se especulaba con un asalto terrestre en esta nueva guerra, para la que ha llamado a filas a 300.000 reservistas. A pesar de todo, una persona lleva desde el sábado intentando entrar en una ciudad de la que muchos querrían salir. Es Gabriel Romanelli, el párroco católico. El estallido le sorprendió en Belén, donde se había desplazado para comprar medicinas para una religiosa. «Todos los caminos están cerrados», asegura a Alfa y Omega, a pesar de los intentos del Patriarcado Latino de Jerusalén. «No sé por qué la Providencia me retiene aquí», confiesa, intentando aceptarlo. El sonido del móvil el lunes le trajo un poco de consuelo: «El Santo Padre me llamó para manifestar a toda la comunidad su cercanía y oración».
Gaza
Población:
2,1 millones, de los cuales 1,7 son refugiados
Religión:
Musulmanes, 99,95 %, y unos 1.100 cristianos
Su coadjutor, padre Yusuf, y algunas religiosas se multiplican para atender a todos los que les piden ayuda en una ciudad de ruinas y «calles desiertas» donde «quien tiene un generador raciona el combustible con cuentagotas». La parroquia y sus locales acogen a 200 cristianos, y el colegio a familias musulmanas. Hace tiempo «habíamos comenzado todos los preparativos para una emergencia», relata. La población también. «No se sabía cuándo, pero muchos estaban seguros de que esto iba a pasar» tras los enfrentamientos en Gaza en mayo pasado.
Pero «la gente está sorprendida por la virulencia» del ataque de Hamás. Los analistas lo califican como el más grave contra Israel desde que Egipto y Siria dieron inicio a la guerra de Yom Kippur, hace justo 50 años. La organización terrorista lanzó 5.000 cohetes desde Gaza y un millar de terroristas se infiltraron por tierra —en sábado y tras la fiesta judía de Sucot— para asaltar una veintena de asentamientos israelíes. «Mataron a familias y personas en sus casas, en la calle y de camino a la sinagoga», narra Tania Berg-Rafaeli, directora del Departamento de Religiones del Mundo del Ministerio de Exteriores israelí. Las víctimas ascienden a 1.000 civiles, incluidos los que participaban en un concierto. Además secuestraron a 150 rehenes, «en particular mujeres y niños. Fue un ataque bárbaro, que recuerda a los métodos del ISIS».
La sociedad israelí quedó conmocionada. Lo ocurrido también impactó a los gazatíes. «Están espantados por los secuestros», asegura Romanelli. «Que haya personas privadas ilegítimamente de libertad y sometidas a cosas inmorales como se está viendo en los medios hace aún más terrible una situación ya terrorífica. La mayoría desea que nada hubiera sucedido. Nunca vimos una cosa así», afirma, refiriéndose tanto al estallido como a la represalia.
Peter Bray, hermano de La Salle y vicecanciller de la Universidad de Belén, también contaba con un estallido de la violencia, «aunque no lo apruebo». Explica que últimamente se han producido «continuos ataques de militares y colonos israelíes contra palestinos» en Cisjordania. Sin contar los últimos días, «han muerto más palestinos este año que ningún otro desde 2006». Mientras, el Gobierno tiene la «prioridad declarada de expandir los asentamientos». La Autoridad Palestina, que gobierna allí, «no ha sido capaz de contener esto. Así que la frustración de la gente se ha desbordado a través de Hamás». Más allá de que el detonante haya sido lo ocurrido en los últimos meses Ibrahim Faltas, vicario de la Custodia de Tierra Santa, matiza que «el lunes supimos que Hamás llevaba entrenándose para esto desde hace dos años».
En su conversación con Romanelli, el Papa compartió su esperanza de que se escucharan sus palabras del domingo pidiendo «que se detengan los ataques y las armas y se comprenda que el terrorismo y la guerra no conducen a ninguna solución». En la misma línea se habían pronunciado los líderes cristianos de Jerusalén al condenar «inequívocamente cualquier acción contra civiles» y pidiendo el «cese inmediato de la violencia». Las represalias, advertía el Patriarcado Latino, solo «crearán más odio». Por ello pedía la ayuda de la comunidad internacional «para ayudar a desescalar la situación» y buscar «una solución duradera e integral». Pero el padre Faltas es pesimista: «En este momento es extremadamente difícil inculcar sentido común a ninguna de las partes».
MARÍA MARTÍNEZ LÓPEZ
Alfa y Omega
Imagen: Afectados por la caída de un cohete en Tel Aviv el 7 de octubre.
(Foto: Reuters / Itai Ron).