¿Quién quiere escuchar el audio de una adolescente a punto de morir, que hasta un medio pone un QR para que sea descargado?
«Me he sentido muy incómodo» con este tipo de entrevistas. El periodista Juan Soto Ivars puso por fin palabras públicas a una voz más unánime de lo que parece, pero soterrada por los clicks, que no son otra cosa que dinero a golpe de ratón. Lo hizo en un programa de televisión de máxima audiencia. Desterró en dos minutos y con frases entrecortadas al opinólogo que de todo sabe. «Yo no sé de incendios, no sé de fuegos»; no tenía intención de hablar —como hacen tantos— de lo que no conoce solo para rellenar horas de amarillismo. Pero de lo que sí sabe es de entrañas. Por eso recalcó que la entrevista a a esa madre dolorosa que dejó a su hija una noche con sus amigas en una discoteca murciana y le fue devuelta entre cenizas era innecesaria. Es más, era indecente. ¿Qué información hay ahí, en el desgarro de alguien muerto en vida? ¿Qué puede aportar al sentado en su sillón el dolor por el dolor en prime time? ¿Quién quiere escuchar —por favor— el audio de una adolescente a punto de morir, que hasta un medio de comunicación pone un QR para que sea descargado? ¿A quién se le ocurre semejante y macabra idea? ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por dinero?
Alguien lo tenía que decir en una plataforma con miles de telespectadores y Soto Ivars lo hizo. Hay brotes verdes en el oscuro rumbo que ha tomado esta sagrada profesión, que otrora fue el cuarto poder y ahora se afana en ser un estercolero. Para quien utilice el recurso fácil de que es lo que demanda la población, probemos a tratar a nuestros compatriotas con algo más de respeto y ofrezcamos rigor, historias de superación, información veraz y objetiva que ayude a formar conciencias y sentido crítico. Seamos los ojos de lo que pasa allende nuestras fronteras, pisemos el barro con los últimos; vayamos, abramos el corazón y contémoslo. Si algo no se cuenta, es como si no existiera. Contemos, pues, que hay esperanza y no solo morbo y desolación.
Editorial de Alfa y Omega
Publicado el 5 de octubre 2023.