Ver en directo a Puigdemont desafiando al Estado, exigiendo a Sánchez la amnistía y la autodeterminación, es algo que ningún ciudadano libre y demócrata hubiera creído que se produjera hace tan sólo unos años. Esta es la realidad de la España sanchista. Victorioso, eufórico, el prófugo ha tratado de humillar al Estado con su pulso gallináceo, aprovechando hábilmente, eso sí, el estado de necesidad en el que está instalado del país.
¡No hay ningún caso parecido en ninguna de las democracias del mundo! Nada tiene de extraño que nos tomen a pitorreo y que el sucesivo envalentonamiento de los separatistas xenófobos vaya in crescendo ante la pasividad de los poderes del propio Estado.
La humillación diaria a la que someten a 47 millones de españoles los independentistas tuvo un principio, pero parece no tener fin. Puigdemont y sus cuates son golpistas, malversadores y antiguos (feudalistas principalmente) y desde esas premisas se permiten jalear todo lo antiespañol, llenos de odio y rencor.
Bien analizado, se trata de tigres de papel; bastaría un mínimo acuerdo entre PP y PSOE para que todos sus sueños equinocciales (Lope de Aguirre) quedaran en agua de borrajas. Pero eso no lo quiere un irresponsable que se aferra al poder como percebe a la roca. Será la historia la que juzgue muy severamente a Sánchez, porque más pronto que tarde tendrá que coger su trasero con las dos manos y abandonar el colchón monclovita.
En Europa nadie entiende nada. Resulta que se pidió durante la revuelta del 1-O ayuda para combatir a los secesionistas y ahora es España institucionalmente la que les pone alfombra roja. ¿Pedir ayuda al exterior cuando en el interior se les pone mesa y mantel?.
Tengo para mí que Puigdemont no se saldrá con la suya. España ha pasado ya por muchas vicisitudes históricas y siempre prevalecieron sus muchos siglos en común. El problema no es ese pobre cateto. El problema es que al frente del poder ejecutivo del Estado está un irresponsable que cree que se puede jugar con la nación como si estuviera en un casino chino.
El oprobio tiene un límite. Se están convocando manifestaciones en toda España para protestar por las afrentas. La gran manifestación debería haberse producido ante las urnas el 23J, porque todo el mundo era consciente de lo que sucedería si Sánchez continuaba en el poder. Fin de la historia.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Sábado 9 de septiembre 2023.