El profesor Emilio Lamo de Espinosa ha escrito un clarificador artículo en el que subraya que hoy no hay asaltos directos al sistema democrático, sino un deterioro progresivo del sistema. Supongo que a este socialista de vieja escuela los inquisidores de la coyuntura le habrán colocado ya en el anaquel de la «derecha o la ultraderecha…».
En efecto. Si ajustamos la tesis al caso español, podemos observar como todas las instituciones del Estado democrático han ido poco a poco pudriéndose de un lustro a esta parte. El Parlamento como la sede más genuinamente expresión del pueblo, donde los diputados obedecen consignas de los jefes de los partidos sin pestañear, incluso, contra su propia conciencia y los garantes de su dignidad, es decir, la presidenta de la Cámara son meros ejecutores del que ostenta el poder ejecutivo.
No hay país libre sin independencia judicial. Y parece que nunca en democracia jueces y fiscales se han visto más sometidos a presiones políticas y económicas. Si hay una institución básica destinada a preservar los valores constitucionales es el Tribunal del mismo nombre; ahora mismo al frente del mismo, Cándido Conde-Pumpido, es la expresión más indigna de esa independencia donde la Constitución sea faro y guía en sus sentencias. Este personaje en permanentemente bajo sospecha ni siquiera se cuida que no le vean almorzando con dirigentes políticos como Zapatero o Pepiño Blanco.
El sanchismo que parece no será derogado, aunque está por ver, colonizó desde el primer momento todo lo que pasaba por ahí. Desde RTVE en manos de la ágrafa Rosa María Mateo, nombramiento declarado inconstitucional, al CIS, EFE, Correos, Indra, CNMC… Todo.
El gobierno sanchista ha operado manu militari, actuando bajo el principio de los hechos consumados. Primero decreto y luego pregunto si lo que decido se atiene a la norma democrática. Más de la mitad de los ciudadanos españoles cree que la cosa irá a peor si, como parece, Pedro Sánchez continuará al frente del poder ejecutivo. Porque necesariamente tendrá que contar con el apoyo de partidos y grupos que nunca han sido democráticos y les importa tanto como una higa la libertad de España y sus gentes. Es más, han dicho abiertamente que quieren destruir la Nación que protege los derechos elementales democráticos.
El pueblo en general asiste impávido a este estado de cosas. No reacciona, más bien al contrario. Con el pretendido miedo a la ultraderecha sostiene a un señor que ha demostrado lo que es capaz de hacer y lo que hará de ahora en adelante. Miles de empresarios, también amenazados directamente en su libertad empresarial, han decidido poner pies en polvorosa.
Porque la mentira realizada reiteradamente desde el poder es, quizá, la más abominable de las perversiones antidemocráticas.
Suma y sigue.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Sábado 5 de agosto 2023.