Los sindicatos, llamados de «clase», no consiguen soltarse el pelo de la dehesa. Establecidos como meras correas de transmisión de los partidos políticos –UGT en el PSOE y CCOO en cualquier comunismo coyuntural-, se han instalado en la comodidad del vividor que se inyecta en vena dinero público. Podría decirse que van para atrás como los cangrejos, especialmente tras la llegada de un tal Unai Sordo al sindicato comunista y el tal Pepe Álvarez, que tendría que explicar su paso por Endesa Cataluña y si recibió o recibe dinero de la eléctrica. De paso que dé cuenta de su patrimonio.
Este personaje, típico Martínez Soria con foulard palestino, se pone de los nervios cuando se le recuerda la corrupción de UGT y no precisamente la de los legendarios «comegambas» andaluces. No hace más que unos meses, en Madrid estalló sórdidamente un escándalo de apropiación de fondos que ha pasado desapercibido en los medios. Su imagen es la del típico bailatangos al son que le tocan los que pagan. Clase, poca, cree que es de verdad.
Andan el Unai y el Pepe tan nerviosos como sus conmilitones de la izquierda ante la eventualidad de que la derecha gane las elecciones. Álvarez se ha enzarzado con dirigentes políticos calificándoles «comemierdas». Lo que ha ocurrido en Castilla y León, donde el Gobierno de coalición les ha limpiado unos cuantos milloncejos, lo cual se podría repetir en otros territorios, y lo que más temen, a escala nacional. ¿Qué problema tienen con sostenerse económicamente con las cuotas de sus afiliados? Ésa es la cuestión. Tienen un problema, que no tienen ni afiliados, entre otras cosas, porque su prestigio está bajo mínimos. UGT ha ido a peor desde que el histórico Nicolás Redondo hiciera mutis por el foro. Los de CCOO están en lo de siempre: la hoz y el martillo.
Los sindicatos han sido un tabú intocable desde el inicio mismo de la Transición. Todos los Gobiernos han tratado de anestesiarlos inyectándoles dinero a gogó; ninguno tanto como el actual de Sánchez/Díaz. Algún día sabremos a ciencia cierta la morterada de jurdó que la ministra de Sumar les ha metido entre cuerpo y espalda. Desde la muerte del general Franco nunca hubo tantos motivos en España para que las organizaciones sindicales hubieran llamado a tomar las calles como durante los últimos cinco años con Sánchez al frente. Jamás. ¿Dónde están UGT y CCOO? Detrás de la barra, sujetándose el vermut y comiendo langostinos.
Son tigres de papel y se creen leones en una selva apesebrada.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Sábado 22 de julio 2023.