Después de cinco años, el pasado lunes más de 11 millones de españoles pudieron ver en vivo y en directo la auténtica cara del personaje que durante un lustro ha dirigido sus destinos hacia el averno. Once millones, más otros tantos millones que posteriormente pudieron observar a través de las distintas plataformas y artilugios la catadura psicológica y moral de un primer ministro que nunca se merecieron.
En efecto. Sánchez maleducado, nervioso, en ocasiones fuera de sí, con los ojos inyectados en sangre que perseguía por todo el ring televisivo a un aspirante que pareciera tener mejores hechuras humanas, intelectuales y de estabilidad que un primer ministro inexportable en cualquier democracia occidental que se precie. A Feijóo le bastó y sobró ponerle un par de banderillas made in cesta de la compra para sacar de sus escuálidas a casillas al señor que se negó a firmar un documento para que no tenga que pactar de nuevo con comunistas rabiosos -de su calaña-, independentistas demodés y herederos de asesinos de los que no se llevan por el mundo libre.
Desgraciadamente, el Sánchez sudoroso y tiritón que los españoles pudieron contemplar es el personaje que les ha gobernado -¡y de qué manera!-durante el último lustro. Las consecuencias de dicho encuentro no pueden dejar dudas a la hora de depositar el voto el próximo 23J. Alguien dirá acto seguido que así se las ponían a Fernando VII -en este caso a Feijóo- y contendrá verdad. Feijóo expuso su cara auténtica, esto es, una personalidad serena, una tendencia clara hacia el pacto, un aspecto de ciudadano normal, que tiene escrito en su cuaderno de bitácora su rol principal, es decir, para qué está en política. Un rol alejado, en cualquier caso, de considerar al oficio de político como el de un profesional de la pasarela, el engaño y la ocultación.
Núñez Feijóo lo tenía fácil antes del avant match y después mucho más. La inmensa mayoría de españoles que vieron el debate sacaron una conclusión nada baladí: la Presidencia del Gobierno envuelta en el traje sanchista pertenece a un señor que necesita ayuda rápida y contundente. Y resulta de toda urgencia devolver a esa institución, es decir, a la Presidencia del Gobierno, su dignidad.
El resto a día de hoy resulta fatuo. Cada desfachatez aumentada debe encerrarse donde el sentido común aconseja.
GRACIANO PALOMO
Publicado por OKdiario.
Sábado 15 de julio 2023.