El canciller alemán Olaf Scholz, de la misma internacional política que Pedro Sánchez, hombre experimentado en los asuntos de gobierno y realista, acaba de anunciar que su Ejecutivo se propone un ahorro en las cuentas públicas de 40.000 millones de euros.
Todos los ministerios, excepto Defensa, se verán afectados por la tijera, sin que nadie en ese país que es la locomotora de Europa se haya llevado las manos a la cabeza. Más allá de la virtualidad de la medida como forma de entender la gestión de los asuntos públicos en una situación de dificultades, está el hecho de que la nación que más fondos ingresa en la Unión Europea con destino a los estados miembro más pobres, no va a admitir que los pobres –entre los que se encuentra España- utilicen su dinero para hacer cosas que no deben.
Ser socialista no ha significado nunca ser un manirroto y que el dinero de los contribuyentes se derroche por doquier en temas que no tienen que ver con el interés general, ni en asuntos improductivos. Algo que no ha logrado entender nunca el todavía primer ministro español. El autor no cree que tras el 23J vaya a continuar en su puesto, pero si por un casual parlamentario lo consiguiera resulta obvio que tendrá que ser mucho más responsable y prudente en el gasto. Si, en cambio, es Núñez Feijóo el que asume el mando, ídem de ídem. Se acabó la diversión de un déficit brutal y la barra del bar gratis.
Nada es gratis en esta vida. Todo se paga a través de una cuenta o de otra. Las subvenciones a gogó, las paguitas o los entorchados electorales por cuenta del contribuyente suelen finalizar en un corolario catastrófico. Aquí todavía tenemos reciente aquel Plan E de Zapatero que no resolvió nada y aún puso más telarañas en la caja común. Alemania predica con el ejemplo. Tomen nota porque vienen curvas.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario.
Domingo 9 de julio 2023.