El Observatorio del Vaticano vigila 1.100 estrellas brillantes en busca de nuevos exoplanetas: planetas que orbitan en estrellas distintas del Sol. Pronto anunciarán nuevos descubrimientos.
El Observatorio Vaticano lleva a gala ser una de las más antiguas instituciones astronómicas del mundo. Sus orígenes se remontan al siglo XVI, cuando el Papa Gregorio XIII ordenó construir la Torre de los Vientos en el Vaticano y convocó a los mejores astrónomos y matemáticos del mundo para reformar el calendario. A finales del siglo XIX, León XIII relanzó las investigaciones para seguir buscando respuestas en el espacio. Y en 1887, cuatro monjas italianas se embarcaron en un fascinante programa para elaborar el primer mapa celeste. Con gran paciencia, durante once años contaron y catalogaron más de 256.000 estrellas, fotografiadas por el telescopio del Papa. Medio siglo más tarde, Pío X decidió trasladarlo al Palacio de Castel Gandolfo —la residencia que antes de Francisco usaban los Pontífices para refugiarse de la canícula romana— para que las demasiado luminosas noches de la capital italiana no impidieran observar las estrellas.
La statio orbis llega al espacio
El Vaticano pondrá en órbita el próximo 10 de junio la oración statio orbis que el Papa pronunció en plena pandemia de COVID-19 el pasado 27 de marzo de 2020 en la que planteó que «nadie se salva solo». Un mensaje de esperanza que llegará al espacio en formato nanobook con un cohete que partirá desde la base espacial de Vandenberg, en California (EE. UU.). El libro físico ocupaba 150 páginas, pero ahora es un volumen en miniatura de apenas unos pocos milímetros que llegará a lo más alto del cielo tras realizar una órbita a unos 525 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. En la construcción del minisatélite, llamado CubeSat, han participado estudiantes de la Universidad Politécnica de Turín guiados por el Consejo Nacional de Investigación italiano (CNR).
El satélite podría permanecer en órbita hasta doce años, pero el radiotransmisor seguirá emitiendo solo entre seis meses y un año debido a las limitaciones de las baterías. Su lanzamiento podrá seguirse a través de la web speisatelles.org.
Ahora este prodigioso laboratorio astrofísico, en cuyas entrañas se conservan cerca de 150 kilos de material extraterrestre y una colección de meteoritos formada por más de 1.500 piezas y fragmentos, tiene otra importante tarea de catalogación entre manos. Gracias a un acuerdo de colaboración con el Instituto Leibniz de Astrofísica de Potsdam (AIP), los astrónomos del Observatorio Vaticano están realizando un estudio espectroscópico de más de 1.000 estrellas brillantes sospechosas de albergar exoplanetas propios. Se trata de una técnica de catalogación de las estrellas —acuñada por el jesuita y astrónomo Angelo Secchi— que consiste en el análisis de la interacción entre radiación electromagnética y la materia, con absorción o emisión de materia radiante, para averiguar propiedades de las estrellas y galaxias distantes, tales como su composición química y su movimiento. En la práctica, los investigadores analizan la luz estelar mediante el método de espectroscopia de absorción cuantitativa.
El equipo que trabaja en este proyecto —que incluye a los sacerdotes astrónomos del Vaticano Paul Gabor, David Brown y Chris Corbally, y al ingeniero Michael Franz— ya ha presentado los valores precisos de 54 parámetros espectroscópicos de cada estrella en el primero de una serie de artículos publicados en la revista Astronomy & Astrophysics. Un número sin precedentes de parámetros que será fundamental para interpretar la luz estelar y encontrar conexiones entre las propiedades de las estrellas y sus posibles planetas.
Las estrellas «cuentan historias sobre sí mismas y, a veces, sobre sus planetas aún por descubrir», detalla el profesor Klaus G. Strassmeier, director del AIP y principal investigador del proyecto para dar con posibles estrellas cuyos elementos químicos puedan indicar la presencia de planetas terrestres —mundos rocosos como la Tierra o Marte—. «Dado que las estrellas y sus planetas se forman juntos, se planteó la cuestión de si la existencia de determinados elementos químicos en una atmósfera estelar, o sus proporciones isotópicas o de abundancia, son indicativos de un sistema planetario», incide. Un plano del espacio más completo gracias a la investigación impulsada por el Observatorio del Papa.
VICTORIA ISABEL CARDIEL C.
Alfa Y Omega
Imagen: Observatorio Astronómico del Vaticano en Castel Gandolfo.
(Fotos: Specola Vaticana).