El Cardenal Secretario de Estado en Ca’ Foscari de Venecia presenta el libro «El Magisterio de Juan Pablo I. Un estudio histórico y teológico a través de documentos de archivo», editado por Stefania Falasca y Flavia Tudini: «Luciani hizo avanzar a la Iglesia por los caminos del Evangelio, de la misionariedad, la pobreza, el diálogo y la unidad. Todas ellas ‘armas’ eficaces en una época turbulenta, que aún hoy, bajo las ilusiones del poder, esconde una sed ilimitada de justicia y de paz».
Ciudad del Vaticano, 24 de mayo 2023.- Un magisterio interrumpido por la muerte improvisa pero que queda grabado en la historia por su visión de futuro y por el carácter de profecía que emerge preponderantemente en estos tiempos oscuros heridos por las guerras. Con el telón de fondo de la Venecia que vio a Albino Luciani como patriarca durante casi diez años, el cardenal Pietro Parolin recuerda el magisterio y el mensaje que Juan Pablo I compartió con la Iglesia y el mundo durante sus 34 días de pontificado. Un magisterio de «actualidad apremiante», afirma el Secretario de Estado, presidente de la Fundación Vaticana dedicada al Pontífice veneciano beatificado por Francisco el 4 de septiembre de 2022. En la prestigiosa universidad, Parolin presenta el libro «El Magisterio de Juan Pablo I», un volumen cuyo subtítulo resume el preciso y escrupuloso trabajo realizado por las editoras Stefania Falasca, periodista y vicepresidenta de la Fundación Juan Pablo I, y Flavia Tudini, profesora de la Universidad Roma Tre: Un estudio histórico y teológico a través de papeles de archivo.
Un estudio de los documentos de archivo
Son precisamente esos papeles de archivo – el conjunto de escritos autógrafos y material documental desde 1929 hasta el 27 de septiembre de 1978, hoy custodiados por la Fundación – los que han contribuido en los últimos años a profundizar las investigaciones, los estudios y la difusión del legado teológico, eclesial, cultural y espiritual de Luciani, también a nivel internacional, superando todas las fake news y las narrativas noir que han marcado su vida y sobre todo su post mortem. Una herencia que ya estuvo en el centro de la Jornada de estudio dedicada al Magisterio de Juan Pablo I el 13 de mayo del año pasado, celebrada en colaboración con el Departamento de Teología Dogmática de la Pontificia Universidad Gregoriana. Precisamente del recuerdo de aquella jornada, saludada por el Papa Francisco en un mensaje como «una válida contribución» dirigida a profundizar en los rasgos peculiares del pensamiento y del Magisterio de su Venerado Predecesor, tal como emergen de la documentación de archivo, se desarrolló el discurso de Parolin: «De hecho, la conferencia tenía como objetivo explorar y profundizar desde las fuentes las líneas maestras del Magisterio de Juan Pablo I, partiendo de las seis ‘voluntades’ del mensaje Urbi et orbi pronunciado al día siguiente de su elección, el 27 de agosto de 1978, y declinadas en el programa del pontificado».
La paz como prioridad
Un pontificado, subraya el cardenal secretario de Estado, del que la paz ha sido uno de los hilos conductores, como afirma Falasca en el prefacio del libro: «Precisamente el fomento de la reconciliación y la fraternidad entre los pueblos, invitando a la colaboración para la edificación, el incremento tan vulnerable de la paz en el mundo convulso y la contención de los nacionalismos como en el seno de las naciones la violencia ciega que sólo destruye y siembra escombros es -junto al compromiso ecuménico e interreligioso, documentado por la apretada agenda de audiencias con los representantes de las Iglesias no católicas- colocado como prioridad en el discurso programático de Juan Pablo I».
Su mirada, que en los tiempos actuales de guerra parece profética sobre las heridas y los males del mundo, procede de la fe del pueblo cristiano al que pertenecía Albino Luciani, dice Parolin en su discurso en Ca’ Foscari. En particular, recuerda los numerosos llamamientos en favor de la paz en Oriente Medio, en primer lugar, el del final del Ángelus del 10 de septiembre de 1978, en el que el Papa Juan Pablo llamó a los líderes de las distintas confesiones a rezar por la paz, citando también el Corán junto con las Sagradas Escrituras.
Apoyo a las conversaciones de Camp David
La actividad de promoción de la paz, señala el cardenal, se concretó sobre todo con ocasión de las conversaciones de paz que del 5 al 17 de septiembre empeñaron en Camp David, en 1978, al presidente estadounidense Jimmy Carter, al presidente egipcio Anwar el Sadat y al primer ministro israelí Menachem Begin. Luciani apoyó plenamente esas conversaciones y en la audiencia general del 20 de septiembre, citando con los fieles el aplauso del Congreso americano a la cita de Carter de las palabras de Jesús, «Bienaventurados los que trabajan por la paz», expresó el deseo de que ese aplauso y esas palabras entren en el corazón de todos los cristianos, especialmente de nosotros los católicos, y nos hagan verdaderamente artífices de paz y hacedores de paz.
Además, ya en la primera audiencia general del 6 de septiembre de 1978 sobre el tema de la humildad, recuerda Parolin, el Papa Luciani había confiado el resultado del encuentro de Maryland a las oraciones de los presentes: «Una intención -había dicho- que me es muy querida… Que estas conversaciones allanen el camino hacia una paz justa y completa». «Justa», había subrayado significativamente el Papa, es decir, a «satisfacción de todas las partes en conflicto»; «completa», es decir, sin dejar «sin resolver» ninguna cuestión: «el problema de los palestinos, la seguridad de Israel, la Ciudad Santa de Jerusalén». Esta total dedicación al camino de la paz dio lugar a una rápida respuesta el 17 de septiembre del presidente Carter, que escribió al entonces Pontífice para informarle de los resultados obtenidos, declarando que había recibido una gran inspiración de sus oraciones por la cumbre y por Oriente Medio en general.
Los esfuerzos de la Santa Sede
Finalmente, el 21 de septiembre, el mismo Juan Pablo I escribió personalmente una carta al Presidente de los Estados Unidos que concluía asegurándole que la Santa Sede habría continuado, como en el pasado, los esfuerzos para alcanzar este objetivo. «Está dispuesta a colaborar con todos los medios compatibles con su actividad. Asimismo, continuaremos elevando Nuestras oraciones por la paz, tan necesaria para los países de Oriente Medio y para el mundo entero». Palabras que parecen hacerse eco de los incesantes llamamientos del Papa Francisco por la paz en la «atormentada» Ucrania.
Todavía recorriendo la historia, Parolin recuerda a la memoria colectiva el discurso de Luciani, el 4 de septiembre también del 78, a los más de cien representantes de las misiones internacionales, en el que el Papa subrayaba que la Iglesia, «humilde mensajera del Evangelio a todos los pueblos de la tierra», puede contribuir a «crear un clima de justicia, fraternidad, solidaridad y esperanza sin el cual el mundo no puede vivir».
Esperanza y realismo
En el transcurso del discurso del Secretario de Estado, también se dio espacio a las enseñanzas de Luciani sobre la paz durante el período en que fue Patriarca de Venecia, citando algunos pasajes significativos del discurso que pronunció el 23 de mayo de 1973 con ocasión del décimo aniversario de la encíclica Pacem in Terris de Juan XXIII: Los conflictos de intereses entre Estado y Estado, advirtió el Pontífice, estallarán siempre, pero las guerras nunca podrán resolverlos. Nos encontramos, pues, ante armamentos gigantescos y aterradores. Son una enorme bofetada a los ciudadanos del Estado, que en lugar de armas caras podrían tener escuelas, hospitales y mejores servicios. Pero también son una bofetada a los pueblos subdesarrollados privados de ayudas indispensables.
Las armas del diálogo y la unidad
Para el cardenal Parolin, estas declaraciones del Papa Luciani son «todavía hoy tristemente actuales» y dan testimonio de ese «aflato» por la concordia entre los hombres que fue el fundamento del breve pontificado de Luciani: un Papa que hizo «progresar a la Iglesia por los caminos del Concilio»: el retorno a las fuentes del Evangelio y un renovado espíritu misionero, la colegialidad episcopal, el servicio en la pobreza eclesial, el diálogo con la contemporaneidad, la búsqueda de la unidad con las Iglesias cristianas, el diálogo interreligioso, la búsqueda de la paz». Todas «armas» eficaces en «una época agitada, que aún hoy, bajo los delirios del poder, bajo la aridez y la indiferencia esconde una sed ilimitada de justicia y de paz».
SALVATORE CERNUZIO
Imagen: El cardenal Pietro Parolin en Venecia para el encuentro sobre Juan Pablo I.