Francisco firmó el prefacio del libro ‘El milagro de la vida’ (Piemme) editado por Arnoldo Mosca Mondadori junto al científico Gabriele Semprebon y el escritor Luca Crippa, con la intención de debatir más allá de las vallas ideológicas. El texto fue anticipado por el Corriere della Sera.
Este libro pretende devolver al lector la maravilla y la alegría de la venida al mundo de cada uno. Sugiere la belleza de contemplar la vida naciente como titular del derecho más elevado que pertenece a todos: el de existir. Belleza, sí: porque el espectáculo de la naturaleza siguiendo su curso suscita asombro y reclama cuidado, protección y acogida.
En varias ocasiones he sentido el deber de hablar sobre la cuestión del aborto. Lo he hecho porque estoy convencido en conciencia -como todos mis predecesores- de que corresponde a la Iglesia en su conjunto pronunciarse y clarificar sobre estas cuestiones. Es demasiado lo que está en juego para que nos contentemos con soluciones provisionales, parciales y, a veces, superficiales: estamos hablando de la vida, que es nuestro bien más preciado, recibido como un don. Para invitarnos a no dar por sentada la falta de derechos del embrión -porque cuando se toma la decisión de interrumpir un embarazo no tiene «palabra»-, he utilizado a menudo palabras fuertes, que en varias ocasiones han causado sorpresa e incluso vergüenza. He hablado de «una herida que tiene un precio muy alto para la propia mujer», he preguntado: «¿Es correcto matar una vida para resolver un problema? Pero también he dicho que se trata de un tema «que requiere al mismo tiempo una gran competencia y una gran rectitud» por parte de todos, porque se trata de sufrimiento y de desconcierto, a menudo acompañados de inconsciencia.
Y sobre todo -y llego al tema de este libro- he dirigido una invitación al mundo para que reflexione sobre el aborto no sólo desde los contenidos de una u otra tradición de fe o de pensamiento, sino también con la aportación cualificada de la ciencia.
Es un llamamiento firme pero sereno para estimular el debate con mis hermanos, con quienes comparto nuestra vasta y magnífica humanidad multifacética.
En el centro de este libro está la contribución de un científico, experto en embriología y activamente implicado en comités mixtos de bioética (es decir, en diálogo con médicos y científicos legos). Junto con los demás autores, ha aceptado mi invitación: volver al tema del aborto «escuchando» la voz del embrión, interrogándonos sobre su naturaleza, su singularidad, cómo se enfrenta, guiado por procesos que la naturaleza ha puesto a punto a lo largo de milenios de evolución, a toda amenaza que se interponga entre él y su propia existencia.
«Volvamos a la maravilla de nacer» proponen los autores. A este respecto, renuevo mi llamamiento a todos aquellos que, ante la vida por nacer, no se detienen ni ceden a una solución dramática y definitiva, como el aborto, sino que sienten que pueden ofrecer al niño por nacer y a la madre la ayuda de una sociedad dedicada por fin a defender la dignidad de todos, empezando por los más desprotegidos. Una sociedad, en definitiva, que rechace la «cultura del despilfarro» en todos los ámbitos y en todas las etapas de la existencia: en la fragilidad del niño por nacer, en la soledad de los ancianos, en la vergonzosa miseria de tantos pobres privados de lo esencial y sin perspectivas de desarrollo, en el sufrimiento de quienes son víctimas de guerras, emigraciones desesperadas y persecuciones en todas las partes del mundo. En nombre de tantas víctimas inocentes, Dios bendiga a todos los que acepten debatir y reflexionar juntos sobre este «milagro» que es la vida.
FRANCISCO
Imagen: El Papa renueva su llamamiento para no ceder a una solución dramática del aborto.
(Foto: Reuters).