Artem es uno de los miles de menores ucranianos que han sido deportados a Rusia. Y es uno de los 96 que ha rescatado la ONG Save Ukraine. Pero aún quedan otros 19.393 niños sin volver a casa.
11 de mayo 2023.- «Mamá, ven a buscarme». A Natalya le dio un vuelco el corazón. Llevaba semanas sin saber nada de su hijo Artem, de 15 años, desde que un día de septiembre viajó solo desde su aldea al colegio, en Kupyansk (Járkov). Soldados rusos lo habían subido a camiones militares con 14 compañeros, el más pequeño de 7 años. Los llevaron a territorio ocupado. Un día, logró que el director de su colegio le dejara el móvil y llamó a casa. Natalia le prometió que iría en cuanto pudiera, pero no sabía cómo iba a poder cruzar el frente sola. La misma incertidumbre invadió a Denys y su mujer, de Jersón, cuando sus hijos Dayana, Yana y Nikita no volvieron del campamento al que los habían enviado. Son algunos de los 96 niños ucranianos llevados a Rusia o los territorios que controla y que la ONG Save Ukraine ha ayudado a recuperar.
Un mundo para sus familias, pero una gota en el océano de los 19.393 menores que, según el Gobierno ucraniano, han sido deportados. Su Oficina Nacional de Información no ha respondido a este semanario sobre si son únicamente niños solos o también evacuados con sus padres. Varios miles son huérfanos, seguramente destinados a la adopción. Es uno de los motivos por los que en marzo la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto por crímenes de guerra contra Vladimir Putin y Maria Lvova-Belova, comisaria presidencial para los Derechos de los Niños y cabeza de este entramado.
En cifras
744.000 niños han sido trasladados desde Ucrania,
según las autoridades rusas.
350 han sido adoptados y un total de 1.000 están a la espera.
4 meses tiene el más pequeño de los deportados,
según la Universidad de Yale.
El Laboratorio de Investigación Humanitaria de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Yale publicó en febrero un informe analizando 6.000 casos de niños —de 4 meses a 17 años— trasladados a Crimea o Rusia. Una parte estaba al cuidado de instituciones ucranianas y «Rusia los considera huérfanos». Algunos tienen padres, pero «están en instituciones porque sus familias pasan por circunstancias difíciles». Estos traslados empezaron días antes de la invasión con 500 niños del Dombás.
La mayoría de los casos, sin embargo, eran menores de zonas ocupadas llevados a campamentos, a veces en Siberia o en el extremo oriental de Rusia. A algunas familias les atraía sacar a sus hijos de la guerra y enviarlos a unas vacaciones pagadas. Otras dudaban, pero aceptaron al sentirse presionadas por una invitación de los invasores. Les hacían firmar autorizaciones muy amplias, a veces sin saber a nombre de quién, y hasta les pedían el certificado de nacimiento de los niños.
Olga Yerokhina, portavoz de Save Ukraine, explica que los niños cuentan que allí «les enseñaban a la fuerza» cultura rusa para desucrainizarlos. «Casi cada día les decían que para sus padres eran unos inútiles, que no había futuro en Ucrania, y que solo podían tener uno bueno en Rusia». Al tiempo, «los compraban con ropa, aparatos», y dejándoles hacer lo que querían, algo efectivo «con los adolescentes». Según el informe de Yale, en algunos campamentos —como en Chechenia— los chicos recibían adiestramiento militar y aprendían sobre armas y a «manejar equipamiento militar y conducir camiones».
Vacaciones que no acaban
Al terminar las vacaciones, muchos volvían sin más percances. Pero no todos. Sin avisar, el regreso se retrasaba o se suspendía con el pretexto de la guerra. Por ejemplo, cuando se liberó Járkov las autoridades rusas retuvieron a 300 niños de la región. «Una madre de Jersón fue a Crimea a recoger a su hija, solo para descubrir que la habían trasladado» a Rusia. Además del traslado de niños tutelados y de los campamentos, Yerokhina enumera que han desaparecido niños «a los que evacuaron de sus colegios; otros fueron secuestrados», y algunos más estaban en una situación incierta al haber perdido a sus padres en la guerra.
En algunos casos, Rusia ofrece devolverlos, siempre que sus padres vayan a recogerlos. Pero los varones no pueden salir del país y muchas madres no pueden permitírselo. Save Ukraine organiza para ellas expediciones de miles de kilómetros desde su lugar de origen hasta Kiev, y de allí a Rusia pasando por Polonia y Bielorrusia. Las ayudan a obtener los documentos necesarios y les ofrecen atención psicológica y abogados disponibles las 24 horas durante el rescate. También documentan todo para llevar los casos ante los tribunales nacionales y la Corte Penal Internacional.
Ucrania
Población: 6,9 millones menores de 15 años.
En la guerra: 480 niños muertos y 967 heridos.
Desplazados: 1,2 millones de niños.
Pero su labor es claramente insuficiente. Lvova-Belova se ha negado a publicar una lista con todos los niños que custodian las autoridades rusas, alegando que «si la entregaba, la juzgarían», relata Yerokhina. Se pregunta «cómo puede alguien confiar en ella». En este contexto, «damos la bienvenida a cualquier ayuda», asegura sobre la petición que el primer ministro ucraniano hizo al Papa Francisco el 27 de abril y de la que este afirmó volviendo de Hungría «creo que se puede conseguir». «Tiene una autoridad indiscutible», por lo que la portavoz de la ONG sugiere que «podría proponer la creación de un grupo internacional que llegue hasta nuestros niños para comprobar su estado». El Gobierno ucraniano tiene la intención de convocarlo, pero ha sugerido que necesitaría un intermediario. Luego vendrían las «negociaciones sobre su regreso».
MARÍA MARTÍNEZ LÓPEZ
Alfa y Omega
Imagen: Natalya posa con su hijo después de recuperarlo de las autoridades rusas.
(Foto: Save Ukraine).