Que un presidente que suele salir como una bala a desmentir, bajo amenaza de severos males, cualquier información de los medios que hacen referencia a su persona, esté silente como un cadáver ante el creciente runrún en la sociedad española por su pose genuflexa ante Marruecos, permite colegir que algo gordo nos esconde.
Como no tengo especial afición a los juicios ad hominem, no tengo nada que escribir referente al tema de los presuntos negocios de su mujer, y tampoco, hasta que no hayas pruebas fehacientes, en lo relativo al espionaje a su teléfono móvil mediante el programa israelí tan famoso.
Lo descriptible, lo cierto, es que el primer ministro de la todavía cuarta potencia europea permanece con los labios sellados ante un asunto capital para la gobernabilidad exterior de España. Hasta ocho veces, oposición y socios indeseables incluidos, le preguntaron en el reciente debate parlamentario por la razón o razones que le llevaron a entregar el Sáhara y por su actitud dadivosa y complaciente con un país cuyas autoridades aprovechan cualquier que se les brinda para zaherir a la nación española y sus habitantes. Dicho de otro modo, sorprende la generosidad extrema, siempre con los impuestos de aquí, en determinados casos como con los productos agrícolas, en grave detrimento de los nacionales.
Sobre que hay algo raro, quizá sorprendente y demoledor, caben pocas dudas. Y sin duda de importancia porque de lo contrario es imposible entender a Sánchez, tan locuaz, deslenguado y atrevido a lo largo de toda su vida política que viene a ser lo mismo que toda su vida. Tengo para mí que el secreto o los secretos no tardarán mucho en ser desvelados. En una sociedad abierta, globalizada e interrelacionada a todos los niveles es difícil que la verdad permanezca en el arconte de Atenas. En este sentido, hemos sabido que la ex ministra de Asuntos Exteriores fue cesada por Sánchez a petición expresa del gobierno marroquí.
También sobre Marruecos, la vicepresidenta de Sánchez dijo recientemente que no le parecía que el país africano fuera un país «democrático». Podemos estar de acuerdo en la apreciación, pero en el peor de los casos, nuestro vecino del sur es mucho más democrático que los iconos de la ministra de Trabajo, tales como Cuba, Nicaragua o Venezuela.
GRACIANO PALOMO
Publicado en OKdiario
Sábado 22 de abril 2023