El próximo 28 de abril se celebra el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, para ello los obispos españoles de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social han firmado una nota que lleva por título: “¡No más muertes en el Trabajo! y esforcémonos en lograrlo”, título, se lee en el texto, que recoge la llamada que hacía el papa Francisco en su homilía de la Misa de Nochebuena 2021.
20 de abril 2023.- Recordando la homilía del Papa Francisco en Nochebuena del año 2021, los obispos españoles han reflexionado, en base a la próxima Jornada mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo, y han escrito una nota que lleva por tema: “¡No más muertes en el Trabajo! y esforcémonos en lograrlo”.
Jornada mundial
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) celebra el “Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo” cada 28 de abril. Su objetivo es insistir en la prevención de accidentes y enfermedades en el lugar de trabajo. La celebración, se lee en la nota, nos ofrece la oportunidad de concienciar a la población sobre este gran problema que afecta a tantas personas y familias.
“La vida es el mayor bien que atesoramos y que hemos de honrar viviéndola con dignidad, de acuerdo con nuestra vocación de hijas e hijos de Dios. Cuidar esta dignidad implica cuidar nuestra salud en el más amplio de los sentidos, también en el ámbito laboral, preocupándonos por la de quienes trabajan”, se lee en el texto donde se confirma la preocupación de la Iglesia española, al respecto.
Datos y estadísticas
Según, los datos provisionales publicados por el Ministerio de Trabajo y Economía Social, durante 2022, en España, murieron más dos personas cada día a causa de la siniestralidad laboral, registrándose 1.196.425 accidentes, más de 3.277 diarios, y se dieron 22.589 casos de enfermedad relacionada con el trabajo.
No son números. Son personas
Pero como se lee en la nota, detrás de las cifras, hay personas, con nombre y apellidos, que forman parte de una familia: “Cada número nos habla de un proyecto de vida truncado, de personas desprotegidas que deben asumir las consecuencias de un accidente que les deja mermada su capacidad para ganarse la vida y, peor aún, nos habla de la cantidad de hombres y mujeres que, saliendo de casa a ganarse la vida, acaban encontrando la muerte en su lugar de trabajo”.
Según los obispos, en muchas ocasiones, las muertes en el trabajo son ignoradas, normalizadas e invisibilizadas. «Este problema no aparece en nuestras conversaciones, ni en las noticias de los informativos. Vivimos de espaldas a una tragedia que tampoco está presente en las agendas políticas. Más aún, se tiende a percibir esta lacra como meros episodios individuales, que atañen sólo a quienes los sufren, achacando lo sucedido a la fatalidad o a la negligencia de los propios trabajadores.»
Salud laboral=Calidad de trabajo
Pero la falta de salud laboral tiene que ver mucho con la calidad del puesto de trabajo, con los ritmos de producción impuestos en él, con las condiciones objetivas del trabajo o con el incumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en las empresas. Se trata, se lee en el texto, en definitiva, de un problema social relacionado con profundas y permanentes carencias estructurales de nuestro mercado laboral, que reclama respuesta y soluciones concretas y eficaces, porque cada vida importa.
San Juan Pablo II: “el primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo, su sujeto (…) una consecuencia muy importante de naturaleza ética: es cierto que el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está «en función del hombre» y no el hombre «en función del trabajo».” (LE, 6).
La economía, al servicio de la vida
Los obispos reflexionan además sobre la profunda injusticia estructural que se vive en la sociedad, donde se le da más valor a los bienes producidos que a la persona que los hace posibles. De esta manera, se lee, “el hombre es considerado como un instrumento de producción” (LE, 7), negándose su dignidad como hijos de Dios, al convertirlos en «simple fuerza de trabajo, en instrumento del que obtener un beneficio económico».
«Debemos hacer nuestro el lamento del mismo papa Francisco en la Nochebuena del 2021: “En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el Trabajo!” y, sobre todo, hagamos mandato de lo que dijo para terminar esa frase: “y esforcémonos por lograrlo”. La Iglesia no puede por menos que implicarse: “El compromiso al servicio de la vida obliga a todos y cada uno. Es una responsabilidad propiamente eclesial, que exige la acción concertada y generosa de todos los miembros y de todas las estructuras de la comunidad cristiana” (EV, 79)».
Qué hacer
Es necesario escribieron, desde la cultura del cuidado, hacer frente al descarte de lo humano. “Si el trabajo es una relación, entonces tiene que incorporar la dimensión del cuidado, porque ninguna relación puede sobrevivir sin cuidado (…) Un trabajo que cuida, contribuye a la restauración de la plena dignidad humana (…) Y en esta dimensión del cuidado entran, en primer lugar, los trabajadores (…)”.
Para afrontar este problema, los obispos sugieren un cambio de mentalidad, porque estos hechos no son casualidad, hay que combatir la resignación también, «pues la inmensa mayoría de las enfermedades y accidentes son evitables, si se cumple la normativa». Aconsejan potenciar asociaciones, porque el trabajo colectivo «es necesario para impulsar políticas que hagan avanzar en este compromiso», por tanto, invitan a apoyar la labor que los sindicatos y organizaciones empresariales comprometidas llevan realizando a este respecto, «defendiendo el derecho a unas condiciones sanas y seguras en el trabajo, fomentando la cultura preventiva y haciendo que se cumpla la normativa vigente».
«Reclamamos a las administraciones públicas que velen por el cumplimiento de la legislación laboral, poniendo medios para que las víctimas y sus familias no tengan que sufrir otro calvario adicional ante los procesos burocráticos y jurídicos a fin de que sea reconocida su condición de víctimas. Favorezcamos el encuentro y el diálogo entre los agentes sociales con el objetivo de compartir recursos, encontrar vías de cooperación y dar una respuesta más ágil y cercana a las víctimas».
Como Iglesia, escribenpor último, debemos promover la defensa de la vida en el trabajo, creando conciencia en nuestras comunidades eclesiales, implicándonos en la denuncia de esta injusticia y apoyando las iniciativas y campañas, como la que ya lleva a cabo Iglesia por el Trabajo Decente.
VATICAN NEWS
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