En una entrevista inédita, contenida en el libro «Exorcistas contra Satanás» (Piemme) del periodista Fabio Marchese Ragona, en las librerías a partir del 11 de abril de 2023, Francisco reitera que el diablo siempre intenta atacar a todos y siembra cizaña, también en la Iglesia, tratando de poner a unos contra otros. El texto comienza con el relato de un exorcismo a una monja.
Santo Padre, en el testimonio de la monja poseída, leemos que el demonio, hablando de usted, habría dicho: «Lo odio, siempre habla mal de mí. ¿Has visto cuántos problemas le creo?». ¿Cómo hay que tomar estas afirmaciones?
No conozco el caso personalmente y, por tanto, no puedo dar una valoración. Pero, ¿es realmente posible que yo moleste al diablo porque intento seguir al Señor y hacer lo que dice el Evangelio. Y eso le molesta. Al mismo tiempo se alegra ciertamente cuando cometo algún pecado. Él busca el fracaso del hombre pero no tiene esperanza si hay oración.
¿Ha tenido alguna vez trato directo con endemoniados?
Cuando era arzobispo de Buenos Aires tuve varios casos de personas que venían a mí diciendo que estaban endemoniadas. Los mandé a consultar a dos buenos sacerdotes «especialistas»: no son curanderos, sino exorcistas. Uno se llama Carlos Alberto Mancuso y fue exorcista en la diócesis de La Plata. El otro era mi confesor, el padre Nicolás Mihaljevic, un jesuita nacido en Croacia. Ambos me contaron después que de esas personas, sólo dos o tres eran realmente víctimas de posesión diabólica. Los demás sufrían de obsesión diabólica, que es una cosa muy distinta porque no tenían el diablo en el cuerpo. Hay que precisar esto.
Y como pontífice, ¿ha practicado alguna vez exorcismos?
No, nunca. Si ocurriera, pediría el apoyo de un buen exorcista, como hice como arzobispo.
Se ha dicho de Benedicto XVI por varias personas que durante su pontificado sufrió el ataque del diablo -que siempre nos tienta-, pero que aunque sufrió, resistió bien. Pablo VI dijo en 1972 que el humo de Satanás había entrado en el templo de Dios a través de algunas grietas. Por tanto, ¿puede el diablo actuar también en el Vaticano y atacar al Papa?
Ciertamente, el diablo trata de atacar a todos, sin distinción, y trata de golpear especialmente a los que tienen más responsabilidad en la Iglesia o en la sociedad. También Jesús sufrió las tentaciones del diablo, y pensemos también en las de Simón Pedro, a quien Jesús dijo: «Apártate de mí, Satanás». Así también el Papa es atacado por el maligno. Somos hombres y él siempre intenta atacarnos. Es doloroso, pero ante la oración no tiene esperanza. Y también es verdad, como decía san Pablo VI, que el diablo puede entrar en el templo de Dios, para sembrar la discordia y enfrentar a unos contra otros: las divisiones y los ataques son siempre obra del diablo. Él siempre trata de insinuarse para corromper el corazón y la mente del hombre. La única salvación es seguir el camino indicado por Cristo.
¿Hay que tener miedo del diablo?
Creo que hay demonios muy peligrosos, y hablo de los demonios «educados». Jesús también habla de ellos, lo leemos en el Evangelio de Lucas: dice que cuando el mal espíritu es expulsado, vaga por el desierto buscando alivio. Pero llega un momento en que se aburre y vuelve a «casa», de donde había sido expulsado, y ve que la casa está arreglada, es hermosa, tal como era cuando él estaba dentro.
¿Qué pasa en ese momento?
Va a buscar a otros demonios más malos que él, los trae, entran en la casa, educadamente, tocan el timbre, toman posesión educadamente. El alma, por no cuidarse de hacer examen de conciencia, no repara en ellos. O por tibieza espiritual los deja entrar. Estos son terribles. Porque te matan. Es la posesión más fea. La mundanidad espiritual cubre todas estas cosas. No hay escapatoria: el demonio o destruye de forma directa con guerras e injusticias o lo hace educadamente, de forma muy diplomática, como dice Jesús. Hace falta discernimiento.
FABIO MARCHESE RAGONA