El cardenal predicador de la Casa pontificia pronunció la cuarta meditación de Cuaresma ante la presencia del Papa Francisco y de la Curia Romana. En el centro de su reflexión estuvo lo que es necesario para acercarse a Dios: «Incluso antes de creer que existe, hay que tener al menos el ‘presentimiento’ de su existencia».
Ciudad del Vaticano, 24 de marzo 2023.- A las 9 de esta mañana, en el Aula Pablo VI, el Predicador de la Casa Pontificia, el cardenal Raniero Cantalamessa, ofreció la cuarta predicación de Cuaresma ante la presencia del Papa Francisco y algunos miembros de la Curia Romana. El tema de las meditaciones cuaresmales fue: «Quien tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias».
Después de las reflexiones sobre la evangelización y la teología, el predicador ofreció hoy otras sobre la liturgia y el culto de la Iglesia, con la intención de hacer una contribución, aunque sea modesta e indirecta, a los trabajos del sínodo.
“La liturgia es el punto de llegada, hacia donde tiende la evangelización”
Para ello recordó que “en la parábola evangélica, los sirvientes son enviados a las calles y cruces de caminos para invitar a todos al banquete. La Iglesia es el salón del banquete y la Eucaristía «la comida del Señor» (1 Cor 11, 20) preparada en ella”.
Creer que Él existe
En sus reflexiones, el cardenal Cantalamessa partió de una palabra de la Carta a los Hebreos. Para acercarse a Dios – se dice en ella – es necesario ante todo «creer que Él existe» (Hb 11, 6). Sin embargo, incluso antes de creer que Dios existe (lo que significa haberse ya acercado), es necesario tener al menos el «indicio» y un cierto sentimiento de su existencia. Esto es lo que llamamos el sentido de lo sagrado y que un célebre autor llama «lo numinoso», calificándolo como “misterio tremendo y fascinante».
Tras aludir a San Agustín, que anticipó sorprendentemente el descubrimiento de la moderna Fenomenología de la religión y el pensamiento de Charles Péguy, que escribió que «la espantosa escasez e indigencia de lo sagrado es la marca profunda del mundo moderno». El cardenal dijo que “si el sentido de lo sagrado ha caído, sin embargo, ha quedado su añoranza que alguien ha definido, secularmente”, «Nostalgia del Totalmente Otro» (Max Horkheimer).
“Los jóvenes, sobre todo, sienten esta necesidad de ser transportados lejos de la banalidad de la vida cotidiana, de escapar, y han inventado sus propias formas de satisfacer esta necesidad”.
Al respecto agregó que “los psicólogos de masas han observado que los jóvenes que asistieron a famosos conciertos de rock, como los de los Beatles, de Elvis Presley o el Festival de Woodstock de 1969, eran transportados fuera de su mundo cotidiano y proyectados a una dimensión que les dio la impresión de algo trascendente y sagrado”.
“Lo mismo ocurre – prosiguió – con quienes participan hoy en los mega encuentros de otros cantantes. El hecho de ser muchos y de vibrar al unísono con una masa amplifica infinitamente la emoción del individuo. Se tiene la sensación de ser parte de una realidad distinta, superior, lo que da lugar a una especie de ‘devoción’”.
“El término ‘fan’ (abreviatura, como sabemos, de fanático) es el equivalente secularizado de ‘devoto’. La calificación de ‘ídolos’ que se da a sus favoritos tiene una profunda correspondencia con la realidad”.
Superación del pasado para recuperar el original
Tras ofrecer otras consideraciones y con el deseo de explicar los cambios para comprender mejor el presente, el predicador afirmó que “el presente en la Iglesia nunca es una negación del pasado, sino su enriquecimiento; o, como en este caso, la superación del pasado reciente para recuperar el más antiguo y original”.
Además, el predicar de la Casa pontificia también destacó que hay, sin embargo, “una perla que el Canon Romano ha transmitido de generación en generación y que la reforma litúrgica justamente ha conservado e insertado en todas las nuevas oraciones eucarísticas: precisamente la doxología final”.
“Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”.
Se trata – recordó – de una fórmula que expresa una verdad fundamental que San Basilio había formulado en el primer tratado escrito sobre el Espíritu Santo.
Todo parte del Padre, pasa por el Hijo y nos alcanza en el Espíritu
“A nivel de la salida de las criaturas de Dios, escribe, todo parte del Padre, pasa por el Hijo y nos alcanza en el Espíritu; en el orden del regreso de las criaturas a Dios, todo comienza en el Espíritu Santo, pasa por el Hijo Jesucristo y vuelve al Padre. Siendo la liturgia el momento por excelencia del regreso de las criaturas a Dios, todo en ella debe partir y tomar impulso del Espíritu Santo”.
Para concluir, el purpurado dijo que el antiguo misal contenía toda una serie de oraciones que el sacerdote debía recitar en preparación para la Misa. “Hoy – añadió – no podíamos prepararnos mejor para la celebración que con una breve pero intensa oración al Espíritu Santo para que renueve en nosotros la unción sacerdotal y ponga en nuestro corazón el mismo impulso que él puso en el corazón de Cristo para ofrecernos al Padre en un sacrificio de olor fragante”. La Carta a los Hebreos dice que Jesús, «movido por el Espíritu eterno, se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios» (Hb 9, 14).
“Oramos para que lo que pasó en la Cabeza también pase en nosotros, miembros de su Cuerpo”.
VATICAN NEWS
Imagen: La predicación de Cuaresma del cardenal Raniero Cantalamessa.
(Foto: Vatican Media)