La ruptura total de relaciones entre el Gobierno y el mundo empresarial es algo inédito -como tantas cosas- en la vida española. Incluso en los momentos más tensos habidos cuando desgobernaba un tipo llamado Rodríguez Zapatero, hubo puentes y alcantarillas. Tras lo ocurrido con Ferrovial e Indra -donde Sánchez ha decidido tirar por la calle que más conviene a sus intereses bastardos-, y las continuas agresiones a pequeños, medianos y grandes empresarios, el propio Gobierno ha decidido tomar el camino de no retorno.
Ha tardado mucho tiempo -quizá por miedo, por ingenuidad o por estulticia- la clase empresarial en su conjunto en descubrir la auténtica catadura moral de un jefe de Gobierno que, por serlo, debería resultarlo para todos. Un presidente que no tiene la capacidad suficiente para ejercer el cargo y al que sólo le interesan los suyos, aquellos que no le discuten las tropelías que a diario nos tiene acostumbrados. En ningún país serio, libre y democrático del mundo -mucho menos en Europa, salvo en Rusia- se hubiera permitido a un sujeto con esa catadura moral conducirse como se conduce.
Al Estado le pertenece todo. Y el Estado soy yo. Punto. Este es el gran principio en el que se asienta la ingobernabilidad de don Pedro Sánchez. Le da igual que cada día 700 autónomos tengan que echar la persiana; le importa una higa asaltar antidemocráticamente, mediante el ordeno y mando de hechos consumados, las grandes empresas de titularidad pública o colocar a indocumentados amiguetes al frente de ellas. Los empresarios, hasta hace bien poco, tragaron todo lo que se les presentaba y los más halagados podían subir en los aviones de la Fuerza Aérea cada vez que les llamaba Sánchez para que actuaran de comparsas en sus inacabables viajes por el mundo.
Cuando el leviatán monclovita tuvo conocimiento de que en Diego de León (sede central de la CEOE) empezaban a torcer el gesto, emprendió y dio orden de emprender una fanática campaña contra los empleadores, amén de sajarles el bolsillo.
Ahora se llevan las manos a la cabeza cuando la ofensiva gubernamental se manifiesta en toda su crudeza. Ahora, dicen, consideran que si Sánchez vuelve a tener la posibilidad de continuar en el poder a final de año, habrá que optar por el camino escogido por Del Pino y tantos otros en busca de seguridad jurídica y garantías de mera supervivencia. La historia (latinoamericana) se repite. ¡Lerdos!
GRACIANO PALOMO
Publicado en Okdiario
Domingo 12 de marzo 2023