A los participantes en la conferencia formativa de la «Cátedra de la Acogida» promovida por la Fraterna Domus, en curso hasta mañana, Francisco vuelve a hablar de los que dejan su país para buscar un futuro mejor en otra tierra y de la reticencia a ofrecer integración por parte de los nacionalismos cerrados: la gratuidad es esencial para generar fraternidad y amistad social.
Ciudad del Vaticano, 9 de marzo 2023.- El Papa Francisco recuerda su «llamamiento a ‘pensar y generar un mundo abierto’, contra el cierre de la sacristía, que tantas veces tenemos», lanzado en la encíclica Fratelli tutti, en su discurso a los participantes en la conferencia formativa de la ‘Cátedra de la Acogida’, recibidos en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico. Y habla de la acogida como uno de los rasgos que deben caracterizar la idea de un «mundo abierto». Francisco se congratula con la Fraterna Domus -promotora de la Cátedra- por responder a su invitación a estar abiertos a los demás, a todos, sin distinción, y por los encuentros de formación organizados «para poder operar, para poder generar acogida», teniendo en cuenta rostros, historias y problemas concretos.
La acogida gratuita de los migrantes
Y a propósito de acogida, el Pontífice vuelve a hablar de los migrantes, reiterando, como escribió en la Fratelli tutti, cuán equivocada es la persuasión de aquellos nacionalismos incapaces de gratuidad, cerrados, con «el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos». En su encíclica, Francisco señalaba que ‘el inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada’, por lo que ‘se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o son inútiles y que los poderosos son generosos benefactores’ y reitera por el contrario que ‘sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro’. Asimismo, vuelve a insistir, «el aspecto de la gratuidad es esencial para generar fraternidad y amistad social».
“La acogida gratuita. A menudo se habla de la contribución que los emigrantes aportan o pueden aportar a las sociedades que los acogen. Esto es cierto e importante. Pero el criterio fundamental no reside en la utilidad de la persona, sino en el valor en sí mismo que ella representa. El otro merece ser acogido no tanto por lo que tiene, o puede tener, o puede dar, sino por lo que es”.
El Pontífice confiesa que siempre le han llamado la atención en el Antiguo Testamento las tres personas por las que «hay que tener un cuidado especial: la viuda, el huérfano y el emigrante», exhorta a ofrecer lo que se tiene a quien lo necesita, e insiste en lo «importante que es retomar esta tradición de acogida, del modo de acoger a quienes no tienen o que tienen una situación difícil».
Apertura al amor y apertura incondicional a los demás
La premisa, para Francisco, es esa «progresiva apertura al amor» profundizada en el capítulo tercero de Fratelli tutti, ese «tensión hacia la comunión universal», esa «mayor capacidad de acoger a otros, en una aventura nunca acabada que integra todas las periferias hacia un pleno sentido de pertenencia mutua» y de la que la acogida es una consecuencia natural. Y en cuanto al amor hacia todos, el Papa precisa que «la referencia fundamental es la primera encíclica de Benedicto XVI Deus caritas est».
“La acogida es expresión de amor, de ese dinamismo de apertura que nos impulsa a prestar atención al otro, a buscar lo mejor para su vida y que en su pureza es la caridad infundida por Dios. En la medida en que está impregnada de esta actitud de apertura y acogida, una sociedad se hace capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos que por diversas razones son «extranjeros existenciales», o «exiliados ocultos», como a veces son las personas con discapacidad, o los ancianos, por ejemplo”.
Por último, Francisco anima a la Cátedra de la Acogida a proseguir en el camino de formación emprendido, «para poder vivir cada vez mejor la hospitalidad y promover una cultura de la acogida».
TIZIANA CAMPISI