Los cuerpos celestes han sido bautizados en honor del Papa Gregorio XIII, nacido Ugo Boncompagni, y de los sacerdotes de la Compañía de Jesús Johann Hagen, Bill Stoeger y Robert Janusz, todos ellos asociados al Observatorio Vaticano. El nombre oficial fue dado a conocer por la Unión Astronómica Internacional.
Ciudad del Vaticano, 1 de marzo 2023.- Se llaman 562971 Johannhagen, 551878 Stoeger, 565184 Janusz y 560974 Ugoboncompagni son los cuatro asteroides «bautizados» con los nombres de tres astrónomos del Observatorio Vaticano y del Papa Gregorio XIII -nacido Ugo Boncompagni, que vivió en el siglo XVI-, a quien se debe la reforma del calendario (más tarde llamado gregoriano) y el inicio de la tradición de los astrónomos y Observatorios papales. Los astrónomos que han dado nombre a tres cuerpos celestes son los jesuitas Johann Hagen, que fue director del Observatorio Vaticano de 1906 a 1930, Bill Stoeger, (1943- 2014), cosmólogo y teólogo, y Robert Janusz, actualmente en la plantilla del Observatorio Vaticano. Los nombres de los cuatro asteroides «famosos» fueron publicados por la Unión Astronómica Internacional en su último boletín del 7 de febrero.
Los asteroides y la Compañía de Jesús
Más de treinta asteroides llevan hoy los nombres de otros tantos religiosos jesuitas. Entre ellos, el Padre Christopher Clavius, a quien Gregorio XIII encargó el proyecto del calendario – «su» asteroide se llama 20237 Clavius- y el Padre Giovanni Battista Riccioli (1598-1671), que desarrolló el sistema de nomenclatura lunar que se sigue utilizando hoy en día; el ahora famoso «Mar de la Tranquilidad» donde aterrizó el Apolo 11, por ejemplo, le debe su nombre. Como los jesuitas han viajado mucho durante siglos, otros de estos asteroides representan distintas partes del mundo, como Filipinas (4866 Badillo), Paraguay (6438 Suárez), China (31124 Slavicek), la República Democrática del Congo (23443 Kikwaya) y Argentina (2490 Bussolini). Otros asteroides fueron bautizados por astrónomos del Observatorio Vaticano, entre ellos 302849 Richardboyle, 119248 Corbally, 14429 Coyne, 4597 Consolmagno, 23443 Kikwaya y 11266 Macke.
El proceso para denominar un cuerpo celeste
Según la Unión Astronómica Internacional, la denominación de un determinado asteroide (o planeta menor) tiene lugar a través de un proceso que, en algunos casos, puede durar décadas. Cuando se descubre un nuevo planeta menor, se le da un nombre provisional basado en la fecha del descubrimiento. Cuando la órbita del objeto se determina de tal manera que su posición puede predecirse con fiabilidad en un futuro lejano, normalmente después de haber sido observado cuatro o más veces mientras se aproxima a la Tierra, entonces se le asigna un número definitivo, emitido sucesivamente por el Centro de Planetas Menores de la UAI. En ese momento se invita a su descubridor a sugerir un nombre. También existen directrices al respecto: no se permiten nombres de mascotas o de carácter comercial y los nombres de personas o acontecimientos conocidos principalmente por razones políticas o militares no pueden utilizarse hasta 100 años después de la muerte de la persona o de la fecha del acontecimiento. Por tanto, los derechos de denominación no pueden comprarse. Los nombres propuestos son juzgados por un panel de quince astrónomos profesionales de todo el mundo con intereses de investigación relacionados con los planetas menores y los cometas.
Los centros astronómicos de la Santa Sede
En el Observatorio Vaticano (Specola Vaticana), en Castel Gandolfo, trabajan doce científicos; su director, el sacerdote jesuita Guy Consolmagno, explica a Vatican News que a menudo se identifican nuevos asteroides para los que se proponen nombres.
«Somos muchos los que trabajamos con el telescopio – añade – y por tanto identificamos nuevos cuerpos celestes, así que hay varios asteroides con nuestro nombre, yo también tengo uno». En el Observatorio de la Santa Sede, abarcan desde la cosmología hasta el estudio del polvo en el espacio, los meteoritos y los asteroides. «Tocamos todos los campos de la astronomía -continúa el padre Consolmagno-.
Últimamente, uno de nosotros, el padre Jean-Baptiste Kikwaya Eluo, ha trabajado sobre el polvo y la luz de una estrella fugaz y de meteoritos que han llegado a Italia y a otras partes de la Tierra. También estudió las direcciones desde las que los meteoritos entraron en nuestra atmósfera y llegó a la conclusión de que la dirección de los meteoritos que cayeron en Italia es diferente de la de los meteoritos que llegaron a Texas». En cuanto a las investigaciones y estudios realizados en Castel Gandolfo y en el Observatorio de Arizona, donde se encuentra el telescopio Alice P. Lennon Telescope y el Centro de Astrofísica Thomas J. Bannan, el director del Observatorio Vaticano tiene interés en precisar que no se trata de descubrimientos, porque «la ciencia no es un descubrimiento», es más, «es como la religión, que no es un encuentro fantástico con Dios, sino un ir, día a día junto al Creador». Y hay mucha materia, y los estudios y datos podrían ser objeto de próximas publicaciones.
Cuatro monjas propuestas para dar nombre a nuevos cuerpos celestes
En cuanto a los nuevos nombres que se propondrán a la Unión Astronómica Internacional para los pequeños planetas detectados en el cosmos, el padre Consolmagno no piensa en los de otros pontífices. «Si se encontraran cuatro nuevos asteroides, mi sueño sería dar los nombres de cuatro monjas que trabajaron con el Observatorio hace 100 años», confiesa, «eso sería bonito para mí». Entonces ‘la otra mitad del cielo’ también brillaría entre los nombres de muchos astrónomos y cosmólogos».
TIZIANA CAMPISI
Vatican News
Imagen: Los asteroides con nombres de un Papa y otros jesuitas.