El pasado día 21 de enero cerca de medio millón de personas se manifestaron en “Por España, la democracia y la constitución” en la madrileña Plaza de Cibeles.
Aunque la cifra de asistentes fue rebajada hasta una cantidad ridícula, esta nueva mentira del gobierno “Pinocho” presidido por Pedro Sánchez no tuvo recorrido ante la evidencia del acto multitudinario retransmitido por distintas televisiones y las fotografías publicadas por distintos medios de comunicación.
La convocatoria realizada por cien asociaciones civiles de toda España dejó claro el rechazo a la gestión de Sánchez. Fue un clamor la solicitud de dimisión del presidente y la acusación de traidor.
Las banderas españolas dominaron las calles del Alcalá (desde más allá de la Plaza de la Independencia hasta la Puerta del Sol), el Paseo del Prado (desde Cibeles hasta casi la Plaza de Atocha) y el Paseo de Recoletos (desde Cibeles hasta la Plaza de Colón).
No faltaron pancartas que reflejaban el sentir de la ciudadanía: «Gobierno dimisión», «Democracia si. Dictadura no», «Sánchez lárgate, España no te quiere», «Sánchez destructor de España». No fueron estas, sin embargo, las únicas; hubo más y de un fuerte contenido.
Los convocantes, liderados por Foro España Cívica y Fundación Foro Libertad y Alternativa, hicieron público un manifiesto en el cual detallaban las razones por las que se estaba celebrando el acto.
Manifiesto íntegro de la concentración: Por España, la democracia y la Constitución
Nos hemos reunido hoy personas con diferentes sensibilidades, pero con objetivos comunes:
• Defender la democracia,
• Defender la Constitución y
• Defender una España unida de ciudadanos libres e iguales en derechos.
Nos mueve la preocupación y el rechazo a la deriva política que ha tomado nuestro país. En los últimos tiempos, hemos asistido a una sucesión de actuaciones que son extremadamente alarmantes:
Hemos visto cómo se han dado todos los pasos para resolver el horizonte penal de los condenados vinculados a los socios del Gobierno:
• Los sediciosos han sido indultados,
• Los presos de ETA salen a la calle por la puerta de atrás y
• Se modifica el Código Penal al dictado de los propios transgresores: ya no existe en España el delito de sedición y las penas por malversación de los políticos se han rebajado hasta el ridículo.
Hemos visto cómo se colonizan masivamente instituciones y corporaciones con simpatizantes y miembros del partido del Gobierno. Se altera así el juego de equilibrios y contrapesos necesario para el correcto funcionamiento de la democracia:
• Se nombra fiscal general del Estado a una diputada y ministra del Gobierno, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas a un miembro de la ejecutiva socialista o directora de RTVE a una persona claramente afín al partido.
• Entre otros muchos, se cesa a la directora general del CNI, al presidente de la Agencia EFE, al jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid o se fuerza la dimisión del director del Instituto Nacional de Estadística por no plegarse en el ejercicio de sus funciones a los intereses del Gobierno.
• La lista sería interminable, pero tenemos que destacar aquí, por su gravedad, el último hito de esta invasión partidista de las instituciones: el asalto al Tribunal Constitucional: El Gobierno ha designado como magistrados a un exministro y a una directora general de su total confianza.
Hemos visto también cómo se limitan las funciones, se ejerce presión o se deslegitima a las instituciones u organismos que deben actuar con independencia y realizar una función moderadora o de contrapeso:
• Desde la Jefatura del Estado hasta el Poder judicial, pasando por el Tribunal de Cuentas, el Banco de España, el CGPJ o el Tribunal Constitucional.
Hemos visto cómo el bloque gubernamental y sus socios cierran el círculo menoscabando el control parlamentario:
• Se ha batido el récord en el uso del Real Decreto Ley desde que fue aprobado por la Constitución,
• Se abusa de los mecanismos de urgencia en la tramitación de leyes,
• Se evita la habitual vía del proyecto de ley para sortear la emisión de los informes preceptivos o
• Se pretende hurtar todo debate sobre asuntos esenciales mediante la introducción de enmiendas totalmente ajenas al objeto de las leyes en las que son introducidas.
Este conjunto de actuaciones ni son hechos aislados ni pueden deberse exclusivamente a la simple compra de apoyos parlamentarios:
• Son demasiadas, demasiado graves, generan demasiado escándalo y acarrean demasiado coste para el propio Gobierno como para entenderlos como mero mercadeo político.
Todas estas actuaciones revelan algo más. Revelan que estamos ante algo notablemente más grave:
• Un plan de mutación constitucional que se mantiene oculto a los ojos de la ciudadanía.
• Un plan de mutación constitucional que está siendo acordado con los representantes del populismo totalitario, los nacionalismos secesionistas y los herederos del discurso del terror de ETA.
Lo que se pretende es cambiar la Constitución
• Mediante su tergiversación
• Mediante su interpretación ideológica,
• Mediante la presión a los tribunales, el control partidista de las instituciones y las vías de hecho.
Este plan está corroyendo nuestra democracia, socavando nuestras instituciones y dividiendo a la población. Si no se detiene, terminaremos en una democracia defectuosa e incompleta y en una España desprestigiada, decadente y menguada.
Los españoles no hemos votado lo que está sucediendo. El Partido Socialista concurrió a las elecciones asegurando que:
• No daría entrada en el Gobierno a los populistas,
• Dejó bien claro que nunca sostendría la gobernabilidad en quienes desde la Generalitat acababan de articular un golpe de Estado.
• Se comprometió a permitir el íntegro cumplimiento de las condenas de los sediciosos y a no pactar con Bildu, heredero directo del brazo político de ETA.
• Se comprometió también a hacer de la lucha contra la corrupción y por la regeneración democrática dos de sus principales objetivos.
Una mayoría de los españoles dieron su voto al Partido Socialista bajo esas premisas, no para que hiciera exactamente lo contrario.
No se trata de izquierdas, derechas o centro.
• Se trata de no permanecer impasible ante la grave erosión de nuestras instituciones, ante el deterioro de nuestra democracia y ante el debilitamiento de nuestro Estado.
• Se trata de defender la democracia, la Constitución y la España que queremos la mayoría de los españoles. No la que quieren sus enemigos.
Diversos ejemplos a lo largo de la historia y, actualmente, la experiencia hispanoamericana, nos demuestran que no es necesario un golpe de Estado militar o violento para convertir nuestros sistemas en una mera formalidad democrática, vacía de auténtico contenido.
Los regímenes democráticos pueden mutar sin alzamientos militares a populismos colectivistas en los que se desmantela la esencia de la democracia liberal. Regímenes en los que la separación de poderes, el imperio de la ley, los derechos fundamentales o la libertad de empresa se convierten en meras caricaturas.
La democracia no es el estado natural de la sociedad y no triunfará si las sociedades que se benefician de ella no se articulan en su defensa ante las amenazas que la acechan.
Por eso, hacemos un llamamiento a la sociedad civil y a los partidos comprometidos con el orden constitucional y la soberanía indivisible de la Nación, para unirnos en un clamor que demuestre que rechazamos la deriva política que ha tomado España. Un clamor que demuestre que los ciudadanos estamos dispuestos a defender democráticamente los valores de la Constitución y la unidad nacional, garante de la igualdad de derechos de todos.
El Gobierno y el Partido Socialista deben tomar nota de la masiva oposición a sus pactos y políticas que refleja este acto. Y todas las fuerzas y actores políticos deben tener claro que la ciudadanía exige
• Una España unida de ciudadanos libres e iguales en derechos.
• Una democracia fuerte, con instituciones independientes y con prestigio.
• Una España con vigor, inteligencia y energía para oponerse a sus enemigos y para avanzar decidida hacia un brillante futuro común.
Esperamos que este multitudinario acto sea el primer paso para ello. Muchas gracias.
Viva la Constitución.
Viva el Rey.
Viva España.