El presidente del PP anda atareado, por lo que se vislumbra, en busca de talento exterior que uncir a su carro. Debe explicarlo bien porque algunos de los dirigentes que llevan toda su vida dedicados al PP, que han estado a las duras y la maduras y no abandonaron el barco cuando corría peligro de capotar, andan con la golondrina revoloteándoles la coronilla. En realidad, con un mínimo de información, lo que el jefe del PP pretende no es otra cosa que la que llevó a cabo José María Aznar cuando a duras penas pudo desembarazarse de Felipe González. La jugada le resultó bien en primera instancia y mal en segunda.
No es reprochable que Núñez Feijóo pretenda rodearse en su Consejo del Presidente de personas de la sociedad civil que saben de sus asuntos y han triunfado en ella. Incluso podría afirmarse con justeza que es algo perentorio. Escrito lo anterior, tampoco está de más recordar que el PP es un partido político (creo), con una ideología –si se quiere edulcorada y nada sectaria-, unos valores y unos principios básicos encuadrados en eso que hemos venido en denominar centroderecha.
No es, creo modestamente, una asociación cazatalentos, ni una pasarela para ver quién luce más lindo y posee el cerebro más alambicado. Las bases y muchos de sus cuadros son gentes de clase media, incluso clase media baja, agricultores sin títulos de Cambridge, funcionarios de mediano corte, pensionistas de no más de 1.200 euros y autónomos que labraron su porvenir con sus manos.
Si tiene la fortuna de poder formar Gobierno tras las próximas elecciones legislativas, estoy seguro de que sentará alrededor de la mesa del Consejo de Ministros nombres y apellidos que crearán no poca sorpresa. Es de natural política que ello suceda. El problema será administrar las ambiciones de los que estuvieron siempre desembarcando en Normandía.
GRACIANO PALOMO
Publicado en okdiario
Domingo 22 de enero 2023