«Adelante» les dice Francisco a los miembros del Servicio Misionero Juvenil italiano presentes en la audiencia en el Vaticano y a los conectados a distancia. De la realidad asociativa fundada en Turín en 1964, el Pontífice subraya la actualidad del mensaje vinculado al Arsenal de la Paz, donde los jóvenes pueden experimentar la fraternidad, el diálogo y la acogida que tanto necesita el mundo de hoy.
Ciudad del Vaticano, 7 de enero 2023.- El SERMIG: «Una especie de árbol grande que creció de una semilla pequeña». Así definió el Papa al Servicio Misionero Juvenil (SERMIG, en sus siglas en italiano) al reunirse esta mañana con unos 300 de sus miembros en la Sala Clementina, instándoles a proseguir la obra de la paz, en un momento de la historia en que «los señores de la guerra obligan a tantos jóvenes a luchar contra sus hermanos».
No es mero activismo
Al comienzo de la audiencia, el fundador Ernesto Olivero dirigió unas palabras de saludo al Papa. Refiriéndose a la pequeña semilla, «así son las realidades del Reino de Dios», Francisco recordó cómo en los años 60 «surgieron en la Iglesia, a partir del Evangelio, diversas experiencias de servicio y de vida comunitaria» y que muchas de ellas «han crecido tratando de corresponder a los signos de los tiempos».
«El SERMIG, Servicio Misionero Juvenil, es uno de ellos. Nació en Turín de un grupo de jóvenes; pero sería mejor decir: de un grupo de jóvenes junto al Señor Jesús. Al fin y al cabo, Él se lo dijo claramente a sus discípulos: «Sin mí nada pueden hacer». Por los frutos se ve claramente que en el SERMIG no ha habido mero activismo, sino que se ha hecho espacio para Él: para que se le rece, para que se le adore, para que se le reconozca en los pequeños y en los pobres, para que se le acoja en los marginados. Siempre Él, mirándole a Él».
El Arsenal de la Paz, fruto del sueño de Dios
De las muchas actividades puestas en marcha por el SERMIG, el Papa Francisco llama la atención sobre una que -dice – «en este momento histórico, destaca con extraordinaria fuerza» y con un mensaje «desgraciadamente y dramáticamente actual». Es el Arsenal de la Paz, surgido de la transformación del Arsenal Militar de Turín. Francisco advirtió que esta obra «es signo del Evangelio», «fruto del sueño de Dios» y que no son «números los que cuantifican la operación». Y cita las palabras del profeta Isaías.
«Con sus espadas forjarán arados y podaderas con sus lanzas. No levantará la espada una nación contra otra ni se adiestrarán más para la guerra».
«Este es el sueño de Dios: que el Espíritu Santo realiza en la historia a través de su pueblo fiel. Así fue también para ti: gracias a la fe y la buena voluntad de Ernesto, su mujer y el primer grupo del SERMIG, se convirtió en el sueño de muchos jóvenes. Un sueño que movió brazos y piernas, animó proyectos, acciones, y se concretó en la conversión de un arsenal de armas en un arsenal de paz».
Un lugar donde los jóvenes experimentan la fraternidad
El encuentro, el diálogo y la acogida, continúa el Papa Francisco, son las armas de la paz que se construyen en el Arsenal que quiere el SERMIG y allí los jóvenes pueden aprender a encontrarse y a dialogar en marcado contraste con lo que se vive en otros lugares.
«Mientras los señores de la guerra obligan a tantos jóvenes a luchar contra sus hermanos y hermanas, necesitamos lugares donde se pueda experimentar la fraternidad. He aquí la palabra: fraternidad. De hecho, la SERMIG se llama la ‘fraternidad de la esperanza’. Pero también puede decirse lo contrario, es decir, «la esperanza de la fraternidad». El sueño que anima los corazones de los amigos del SERMIG es la esperanza, la esperanza de un mundo fraterno. Es el «sueño» que he querido relanzar en la Iglesia y en el mundo a través de la Encíclica Fratelli tutti».
Lugares de paz y esperanza abiertos a los no creyentes
Además del Arsenal de la Paz, el Servicio Misionero Juvenil ha creado otros Arsenales en Brasil, en Jordania, en Pecetto Torinese, obras bajo la bandera de la paz, la esperanza, el encuentro y la concordia, realidades todas ellas, observa el Papa, que «sólo puede construir el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios».
«Es Él quien crea la paz, la esperanza, el encuentro, la armonía. Y las obras avanzan si los que trabajan en ellas se dejan trabajar por el Espíritu. Me diréis: ¿y quién no cree y quién no es cristiano? Esto puede parecernos un problema a nosotros, pero desde luego no a Dios. Él, su Espíritu, habla al corazón de quien sabe escuchar. Todo hombre y mujer de buena voluntad puede trabajar en los Arsenales de paz, esperanza, encuentro y armonía».
Salgan manteniendo encendido el fuego de Jesús
El Papa subraya, sin embargo, que «se necesita alguien cuyo corazón esté firmemente arraigado en el Evangelio», una comunidad que mantenga encendido para todos el fuego traído por Jesús. Por ello, concluye con palabras de agradecimiento por la reunión de hoy y, sobre todo, dice, «por vuestro testimonio y vuestro compromiso». ¡Adelante!»
ADRIANA MASOTTI
Vatican News