Lo escribo por corto y por derecho: ningún juez o fiscal que decidió en su día cambiar la toga “sorda y ciega” (sic) y vestirse con el ropaje partidario, no puede devolver el carnet de partido y enfundarse en un traje de juez o fiscal que debe estar inmaculado de cualquier polvo del camino.
Me da igual a la formación política a la que hayan decidido servir. Si se les exige a los militares profesionales, cuya incidencia social es mínima, con más razón a unas señoras/es que cambian con sus autos y sus sentencias la vida de la gente. Allá ellos si no meditaron bien su paso a la política y el abrazo con unas siglas y unos postulados. Escribo este post teniendo como referencia el nerviosismo de Fernando Grande-Marlaska, Margarita Robles o la ministra de Justicia sanchista, Pilar Llop. Lo mismo que otros profesionales de la Justicia de diferentes partidos que han tomado esos derroteros.
La inconclusa e imposible reforma judicial de la que estuvieron hablando durante unos días los representantes del PP y del Gobierno establecía un punto de acuerdo, que ya es decir. Impedía que jueces y fiscales metidos en política pudieran volver volver a sus juzgados antes de dos años y, además, tenían que volver a concursar para reintegrarse en sus anteriores puestos de trabajo. El pánico de Marlaska, Robles y Llop, que han gozado de destinos de privilegios en la judicatura, se hizo descriptible y movieron Roma con Moncloa para intentar salvar sus negocis. A esto se le llama liderar la procesión y estar dándole al badajo campanil.
¡Ya está bien de monsergas, señoras y señores! ¿No tienen al paisanaje hasta la raíz del cabello diciendo que han ido para servir al pueblo? ¿Al pueblo o a ustedes mismos?.
¿Podemos pedirles un poquito de por favor? ¿Alguien en su sano juicio se los puede tomar en serio?
GRACIANO PALOMO
Publicado en ok diario
6.11.2022