Ciudad del Vaticano, (Vis).-El Papa ha recibido a los obispos de la Conferencia Episcopal de Eslovaquia al final de su quinquenal visita »ad Limina» y, en el discurso que les ha entregado al final de la audiencia, ha alentado a considerar el fenómeno de las migraciones como una oportunidad de encuentro, recordando además que la Iglesia está llamada a proclamar y testimoniar la acogida de los emigrantes en el contexto de la observancia de la legalidad.
Francisco comienza su discurso refiriéndose a la labor pastoral de los obispos en una situación caracterizada por cambios repentinos en muchos sectores de la vida humana y sobre la que pesa el reto de la globalización. Una situación, escribe en la que »a veces se perciben amenazas para las naciones menos numerosas, pero también al mismo tiempo elementos que pueden constituir nuevas oportunidades. Una oportunidad, que se ha convertido en un signo de los tiempos, es el fenómeno de las migraciones que debe entenderse y afrontarse con sensibilidad y sentido de la justicia. La Iglesia está llamada a proclamar y testimoniar la acogida del migrante en un espíritu de caridad y de respeto a la dignidad de la persona humana, en el contexto de una observancia necesaria de la legalidad».
»Frente a la perspectiva de un entorno multicultural en constante expansión -continúa- debemos asumir una actitud de respeto mutuo para favorecer el encuentro. Es deseable que el pueblo eslovaco mantenga su identidad cultural y el patrimonio de valores éticos y espirituales, estrechamente vinculados con su tradición católica. Así podrá abrirse sin temor a la confrontación en el más amplio horizonte continental y mundial, contribuyendo a un diálogo sincero y fructífero, incluso sobre temas de vital importancia como la dignidad de la vida humana y la función esencial de la familia. Hoy más que nunca es necesario iluminar el camino de los pueblos con los principios cristianos, aprovechando las oportunidades que la situación actual ofrece para una evangelización que, con un nuevo lenguaje, facilite la comprensión del mensaje de Cristo. Por lo tanto, es importante que la Iglesia infunda esperanza para que todos los cambios del presente se transformen en un encuentro renovado con Cristo, que lleve a vuestro pueblo a un progreso auténtico».
El Papa manifiesta su aprecio por la labor de los prelados con las familias, que se enfrentan a tantas dificultades y recuerda la importancia de una pastoral integral a nivel diocesano y nacional que incluya »un acompañamiento adecuado de las familias, también de las que no están completas, sobre todo si hay niños». En este ámbito es necesario valorizar a los jóvenes »esperanza de la Iglesia y de la sociedad».
La solicitud paternal de los obispos con los sacerdotes, sus principales colaboradores en el ministerio pastoral, es otro de los temas tocados por Francisco, que insiste en la necesidad de su formación intelectual y doctrinal y de su conducta ejemplar porque »para la mayor parte del pueblo de Dios, son el principal canal por el que pasa el Evangelio, y también la imagen más inmediata mediante la cual se encuentran con el misterio de la Iglesia».
La Iglesia, »signo e instrumento de la unidad de los hombres con Dios y entre sí, está llamada a ser la casa y escuela de comunión, en la que se pueda apreciar y acoger lo que hay de positivo en los otros», señala el Santo Padre al final de su discurso y hace enfásis en que esa actitud es también muy útil de cara al restablecimiento en Eslovaquia de los buenos contactos entre los pastores y las personas consagradas, para valorizar la contribución de todos los religiosos a la pastoral. »Al mismo tiempo -destaca- la Iglesia que está en vuestro país está llamada a conducir la pastoral de los Rom, con una obra de amplia evangelización que llegue a todas estas personas que, por desgracia, siguen viviendo, de alguna forma, separadas de la sociedad».