Ciudad del Vaticano, (Vis).-El arzobispo Francesco Follo, Observador Permanente de la Santa Sede ante la UNESCO, intervino el pasado 7 de noviembre en la XXXVIII Conferencia General de ese organismo, que ha tenido lugar del 25 de octubre al 10 de noviembre en París.
»La UNESCO – dijo el prelado- está fuertemente involucrada en los preparativos de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP 21) y estoy seguro de que la Organización, a través de su Programa de Acción Mundial de Educación para el Desarrollo Sostenible, tiene y tendrá un papel muy importante en hacer de la educación al cambio climático un elemento central y visible de la respuesta internacional a ese tema. Por eso , la Santa Sede acoge con satisfacción… la Hoja de Ruta de la UNESCO para la ejecución de dicho programa. Su objetivo es ayudar a la gente a entender el impacto del calentamiento global y familiarizar mejor a los jóvenes, en particular, con el cambio climático. Para conseguirlo el programa fortalece la capacidad de los Estados miembros de garantizar un educación de calidad al cambio climático, fomenta los enfoques pedagógicos innovadores para incorporar la educación al cambio climático en los programas escolásticos y favorece la sensibilización sobre el cambio climático así como el fortalecimiento de programas de educación informales a través de los medios de comunicación, redes y asociaciones».
El arzobispo Follo señaló que el aniversario de la UNESCO era una buena ocasión para hacer »un balance de nuestra historia y reflexionar sobre nuestro futuro común» acogiendo la invitación urgente del Santo Padre a »un nuevo diálogo sobre el modo como estamos construyendo el futuro del planeta. Francisco nos invita, por lo tanto, a una educación «ecológica» que debe tener en cuenta una ética de la vida y del diálogo».
Ese diálogo inicia »con la toma de conciencia de que «habitar la tierra» consiste en vivir «en ella» con respeto, sobriedad y simplicidad en lo que requerimos, tomamos, recibimos de ella… Pero es también vivir «con ella y cuidar de ella». Es necesaria, pues, »una actitud humana que viene del trabajo y de la asunción de responsabilidad».
Es importante no olvidar que la relación entre el ser humano y la naturaleza »está sintetizada por el trabajo. En efecto, por un lado, la naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad. Nos precede y nos ha sido dada por Dios como un entorno de vida. Por otra parte, la naturaleza está a nuestra disposición como un regalo de Dios, que ha establecido su ordenamiento intrínseco para que el hombre se oriente sobre cómo cultivarla y mantenerla». Por cuanto respecta a la responsabilidad, hay que decir simplemente, que en la sucesión de generaciones, cada uno tiene deberes con los que le suceden y que el primero de ellos es dejar como legado unas condiciones humanas de vida en la Tierra».
»Este propósito -dijo al final mons. Follo- está inspirado por la encíclica Laudato Si’ dedicada a nuestra casa común por el Papa Francisco. Concluyamos citando a su predecesor Benedicto XVI, que invitaba a desarrollar una «ecología humana». La inteligencia nos pide, decía Benedicto XVI,que respetemos al prójimo al mismo tiempo que a la casa donde vivimos… Francisco afirma que la inteligencia pide que respetemos nuestra casa común porque así demostrareemos nuestro amor al prójimo».