Este dispositivo ha permitido liberar camas en los hospitales madrileños para atender a pacientes más graves.
Fue el primero que se abrió en nuestro país en marzo del año pasado y ha atendido a más de 2.000 pacientes con COVID-19.
Este recurso ha recibido una media de cinco ingresos al día y en los momentos de más afluencia ha llegado a alojar a 156 personas infectadas.
El hotel ha funcionado como una planta más del centro hospitalario y en él han trabajado 220 profesionales.
4 de junio de 2021.- La Comunidad de Madrid ha clausurado hoy el hotel medicalizado Ayre Gran Hotel Colón, gestionado por el Hospital General Universitario Gregorio Marañón para hacer frente a la pandemia por COVID-19. El consejero de Sanidad en funciones, Enrique Ruiz Escudero, ha acudido a este hotel para agradecer su labor a los profesionales que han prestado servicio durante estos meses. Este dispositivo se abrió el 19 de marzo de 2020 y desde entonces, y de forma ininterrumpida, ha prestado asistencia a 2.079 pacientes infectados por coronavirus. Fue el primer dispositivo sanitario de estas características que se puso en marcha en España y el único que continuaba funcionando hasta hoy.
En apenas 24 horas, los profesionales del Hospital Gregorio Marañón, convirtieron este hotel en un nuevo espacio sanitarizado y lo dotaron de personal y recursos para que funcionase como una planta más del propio centro sanitario. El objetivo fue prestar asistencia sanitaria a los pacientes menos graves pero que sí requerían seguimiento y monitorización o que precisaban un lugar donde llevar a cabo la cuarentena.
Según el doctor José Luis Escalante, director de este hotel medicalizado, “gracias a este innovador recurso sanitario se ha podido liberar camas en otros hospitales y hemos atendido a pacientes infectados que precisaban una atención intermedia entre el domicilio y el hospital. Muchos de ellos necesitaban un lugar donde poder realizar su aislamiento de forma eficaz, pero también una respuesta clínica más específica que incluía la observación continuada por parte de nuestros profesionales”.
En las habitaciones del hotel medicalizado, con capacidad para un total de 164 personas, se han alojado desde pacientes de avanzada edad con diferentes patologías de base hasta más de 60 niños, la mayoría asintomáticos, que han ingresado con algún miembro de su familia. Por el Ayre Gran Hotel Colón también han pasado enfermos de más de 20 nacionalidades diferentes, lo que también ha supuesto un reto para el personal sanitario.
Belén, de 29 años, se ha convertido en la última paciente de este dispositivo, después de permanecer los últimos 10 días ingresada. “Aquí me han tratado muy bien, tanto los médicos, como las enfermeras. Imagino que a todo el equipo que nos ha cuidado le dará mucha pena despedirse, ya que ha sido su lugar de trabajo en unos meses muy duros para todos”, ha comentado.
Más de 200 profesionales
Durante la época más aguda de la pandemia se llegaron a atender al mismo tiempo a 156 pacientes infectados. Ha sido un dispositivo flexible, ya que se han ido habilitando o cerrando las diferentes plantas del hotel según la demanda asistencial y ajustando la plantilla y los recursos para prestar la mejor asistencia posible en cada momento.
El personal del hotel medicalizado ha ido variando a lo largo del último año, de manera que en la primera fase de la pandemia aproximadamente 70 profesionales sanitarios prestaron sus servicios en el centro, pero a lo largo de estos 15 meses han sido un total de 220 trabajadores los que han pasado por estas instalaciones.
Este hotel ha estado atendido por médicos con especialidades muy diversas y enfermeras de distintas procedencias, todos ellos dispuestos a ayudar en los momentos más críticos de la pandemia, formando una gran estructura coordinada siempre por facultativos y supervisores de gran experiencia y bajo la coordinación y apoyo constante del resto del Hospital Gregorio Marañón.
Este hotel medicalizado, por las características de sus pacientes y para disminuir el riesgo de contagio, diseñó una forma nueva de seguimiento de sus enfermos. Los médicos realizaban un control telefónico, llamando varias veces al día a los pacientes para ver cómo estaban, pautarles medicación o darles el alta cuando acaban su período de aislamiento.
“A los pacientes del hotel medicalizado les enseñamos a usar el pulsioxímetro, que mide la saturación de oxígeno en sangre, y ellos se ponían el termómetro tres veces al día. Los datos se registraban en su historial médico y a través del contacto telefónico permanente se les monitoriza las 24 horas del día. Aunque el personal de enfermería hemos tenido que restringir el contacto físico con el paciente, la humanización de la asistencia ha sido siempre nuestra prioridad y, en este sentido, las nuevas tecnologías nos han ayudado a acercar a los pacientes
con sus seres queridos durante su ingreso”, ha explicado Cristina Arias, supervisora de enfermería del hotel medicalizado.
El hotel medicalizado del Hospital Gregorio Marañón se habilitó también durante la borrasca Filomena para poder acoger a los sanitarios que tuvieron que doblar sus turnos o no pudieron regresar a sus domicilios, ofreciéndoles un lugar donde descansar y asearse. De este modo se evitaron desplazamientos innecesarios y se redujeron los riesgos derivados de la gran nevada de principios de año.
(Fotos: Comunidad de Madrid)