La presidenta madrileña clausura en la Real Casa de Correos los actos conmemorativos del Día la Comunidad de Madrid.
Defiende que la identidad de Madrid es “inclusiva e integradora”: “Para ser madrileño basta con querer serlo”.
La jefa del Gobierno regional subraya que “Madrid es un resumen de lo mejor de cada forma de ser español”.
Asegura que España es una de las “democracias liberales más importantes del mundo, una democracia plena” con un “sistema de contrapesos que garantiza la estabilidad”.
2 de mayo de 2021.- La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha aprovechado la festividad del 2 de Mayo para hacer un llamamiento a “renovar la concordia”. “Lo mejor que podemos hacer para afrontar lo que nos pasa es no perder nunca el sentido de la concordia”, ha indicado la presidenta madrileña durante la ceremonia de entrega de las Medallas y Condecoraciones de la Orden del Dos de Mayo en la Real Casa de Correos.
“Sirva esta celebración de paréntesis en la disputa electoral, y al propósito de que, sea cual sea el resultado, la discordia entre madrileños y españoles no prevalecerá: que los únicos enemigos que conocemos son el virus y la ruina, y que el resto son desacuerdos de los que puede salir lo mejor de nosotros si no olvidamos lo que nos une”, ha sostenido.
En este sentido, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha señalado que “en la concordia caben la diversidad y el conflicto civilizado, el desacuerdo”. “Lo contrario de la concordia es la discordia, que es la negación de la convivencia, la decisión de no vivir juntos”, ha apostillado.
Identidad de Madrid
La presidenta madrileña ha apuntado, por otro lado, que la Comunidad de Madrid “no se ha lanzado desesperadamente a buscar una identidad exclusiva para diferenciarse de otras regiones” porque su identidad “es inclusiva e integradora”.
Tras recordar que los exdirigentes de Madrid como Joaquín Leguina, Tierno, Barranco o Álvarez del Manzano no son de Madrid, ha indicado que esa es la “grandeza”, porque “para ser madrileño basta con querer serlo”.
“Madrid es un resumen de lo mejor de cada forma de ser español. Es España”, ha agregado, para mostrar su deseo “de una España abierta al porvenir y que se apoye en su historia para proyectarse al futuro”. “No quiero una España inmóvil: queremos una España alegre, dinámica y creativa”, ha continuado, al tiempo que ha defendido que “somos un país moderno y avanzado, con una amplia clase media y grandes empresas que compiten en el difícil mercado global del siglo XXI”.
“España es democracia plena”
En este sentido, ha asegurado que “España es una de las democracias liberales más importantes del mundo, un país que todas las clasificaciones internacionales reconocen como una democracia plena, por encima de otros como Francia, Italia o Estados Unidos”. “En España hay y seguirá habiendo división de poderes y un sistema de contrapesos que garantiza la estabilidad, la independencia judicial y evita los abusos”, ha añadido.
Para la presidenta, “es el momento de mirar a nuestro alrededor y valorar las maravillas que este país ha creado”. “Apreciemos lo que somos y lo que hemos conseguido, solo así reuniremos la fuerza suficiente para encarar el futuro. Un futuro que es muy exigente”, ha remarcado.
Díaz Ayuso ha subrayado que “la historia pasada y reciente nos demuestra que, a pesar de las dificultades, de los desacuerdos y los conflictos, los madrileños, vengamos de donde vengamos, nos mantenemos firmes en nuestra decisión de vivir juntos, de convivir”. “Ojalá esto sea verdad también para toda España y que la Comunidad de Madrid siga siendo la segunda casa de todos, en la que nos unamos a celebrar la vida en una entrañable amistad civil”, ha finalizado.
DISCURSO DE LA PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID
CON MOTIVO DE LA CELEBRACIÓN DEL 2 DE MAYO
(2 de mayo de 2021)
Hoy es un día para celebrar la historia y a sus héroes.
Pero la historia necesita quien la estudie y nos la cuente.
Por eso, hoy premiamos a una de nuestras más respetadas historiadoras, cuya labor intelectual y social es también heroica: doña Carmen Iglesias.
“La historia nos enseña la apuesta por la libertad. En contra de todo determinismo fatal que, en última instancia, todo lo justifica.” Así lo escribe la profesora Iglesias. La historia nos demuestra que nada está escrito, que ni el mal es inevitable, ni hay soluciones definitivas, ni podemos dar los problemas por resueltos, ni dejar de trabajar por el futuro. Este ha sido el engaño al que han querido llevarnos muchas ideologías aparentemente salvadoras, inspiradas por los que desconocen “el sutil entramado entre tradición e innovación” de que está hecha la historia de cada pueblo, en este caso del madrileño y del español.
Los mismos franceses invadieron España con la excusa de modernizarla, mejorarla, diseñar a su medida una España “mejor”. Pero el pueblo de Madrid se echó a la calle para demostrarle al mundo que no hay bien más preciado que la libertad, que es la que da sentido a la vida, y hace que esta sea la propia de cada uno, aunque uno se equivoque.
Aquella invasión desembocó en una guerra “gloriosa y fatal”, de una nación en la que “todas las clases sociales y todos los Pueblos de la península se vieron involucrados en la lucha contra el francés”. “Durante seis años sin tregua varios ejércitos devastaron las tierras españolas. La codicia y el saqueo de los ejércitos napoleónicos fueron terribles, y llevaron a cabo la destrucción sistemática y el expolio del patrimonio español”. A raíz de aquello, el hambre se cebó con Madrid como con el resto de España. Y el pueblo padeció la ineficacia de las llamadas “Juntas”, en el momento de más necesidad.
Todo esto nos explica Carmen Iglesias. Y de todo esto podemos hacernos una idea más próxima hoy, porque llevamos muchos meses padeciendo otro terrible invasor, el virus, y las desastrosas consecuencia humanas y económicas que trae consigo.
Lo mejor de nuestra historia lo representan algunos de los premiados en esta ocasión, con Rafa Nadal como abanderado de un grupo admirable de hombres y mujeres, que proceden de la vida artística, de la académica, la investigación, el deporte, la prensa, la sanidad o de la sociedad civil: como las dos estrellas de la música, dos de los mejores, dos de nuestros genios, Ainhoa Arteta y Nacho Cano, a los que agradecemos su disposición para el acto que celebramos en esta Real Casa de Correos; junto a ellos, nuevos héroes anónimos como peluqueros, cajeros, y funerarios. Empresarios que han dedicado toda la vida a la empresa española, como Clemente González Soler; científicos de prestigio internacional, como Rafael Yuste; la Asociación Española Ingeniería Hospitalaria, que junto a los mejores arquitectos afrontaron con ejemplaridad la construcción -en tan sólo 100 días y en mitad de la pandemia- del Hospital Público Enfermera Isabel Zendal; o los Héroes 4×4, por su generosa actuación durante el temporal Filomena; la valiente y comprometida periodista Berta Queralt; la veterana Agrupación Deportiva San Silvestre Vallecana tan querida por el pueblo de Madrid; el cuerpo de Agentes Forestales, en un año muy difícil, quizás el más, para ellos; la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense en su 50 aniversario; y el Cuerpo de Voluntarios de Protección Civil que, sin recibir aportación alguna, ofrecen su cariño y compromiso para cuidarnos a todos.
Son todos ejemplos de que somos capaces de salir adelante y construir el futuro, pase lo que pase.
Pero, permitidme que, sobre todo y sobre todos, destaque a los niños de Madrid. Por su valiente, solidario y ejemplar comportamiento durante la pandemia. Por haber sabido renunciar a montar en bici, ver a los amigos o abrazar a los abuelos.
Por inventar nuevos juegos y aventuras dentro de casa y por adaptaros a una nueva metodología de enseñanza en la que no había ni pupitre, ni balón ni recreo.
Lo han explicado ellos en el vídeo que hemos visto. Por eso somos nosotros quienes os damos las gracias.
Vosotros, hijos, nietos, sobrinos, fuisteis el futuro por el que mereció la pena luchar en los días más oscuros. Y gracias a vuestro comportamiento, siendo fieles a las normas, hemos contenido la propagación del virus.
Los chicos algo mayores, los adolescentes, no lo han tenido más fácil: para ellos ha sido incluso más duro porque suponía la renuncia a su primera libertad recién estrenada, un impedimento para sus primeros amores, sus primeras fiestas, el empezar su vida social. Pero nada de esto será en vano: no son una generación cualquiera, han vivido lo que nosotros no vivimos a esa edad, se han perdido graduaciones, viajes, amistades. La educación, la diversión y hasta el deporte, se han convertido en un reto para ellos.
Seamos conscientes de que la juventud afronta otros enemigos que no son menores: el paro, las drogas, otras adicciones y los problemas de salud mental que se derivan de ellas, ver lejano y difícil poder independizase y realizar sus proyectos. Saben muy bien que la vida va en serio, y que es difícil.
En realidad, el auténtico protagonista del Dos de Mayo también fue un niño. Concretamente, el infante Francisco de Paula.
Aquel día, la ciudad estaba tomada por las tropas de Napoleón. El objetivo era llevarse a Francia a los últimos miembros de la Familia Real que quedaban en España.
Cuando los soldados franceses introdujeron en el carruaje a Francisco de Paula, el benjamín de la Familia Real, el pueblo estalló. Aquella traición fue el detonante del alzamiento del pueblo de Madrid el 2 de mayo de 1808. De alguna manera, aquel niño provocó la rebelión que hoy conmemoramos.
El cronista de Madrid, Mesonero Romanos, apenas tenía cinco años aquella jornada. También era un niño, y como tantos niños madrileños de aquellos días y de estos, ofreció un ejemplo de responsabilidad a sus mayores.
Aquel niño vivía a pocos metros de aquí, en la calle que hoy lleva su nombre. Cuenta en sus memorias que a las diez de la mañana se empezaron a escuchar alboroto justo en el lugar en el que nos encontramos: en la Puerta del Sol. El pequeño resultó herido y su edificio fue marcado con una equis por bayonetas francesas.
El niño Mesonero Romanos recuerda cómo él y sus hermanos se comportaron con disciplina, madurez y gran dignidad durante semanas. Sobrellevaron el dolor y actuaron con una responsabilidad impropia de su edad. Y quién sabe si aquella experiencia infantil no motivó su inquietud por las letras y no hizo de él el gran escritor costumbrista de Madrid.
Manuela Malasaña tenía solo 17 años; y quizá por eso su muerte a manos del invasor supuso tal conmoción, que movilizó a todos. Y si recordamos al mejor cronista de aquella Guerra, a Galdós, cuyo centenario hemos celebrado, caemos en la cuenta de que la pareja protagonista de la primera serie de sus Episodios Nacionales, la que narra estos sucesos, Inés y Gabriel, tienen 16 y 17 años respectivamente: en medio de la batalla luchan por su amor y por sus vidas.
Queridos amigos:
En 1808, Madrid fue el epicentro de una reacción que recorrió España desde Ferrol a Valencia y desde Cádiz a San Sebastián. El pueblo, es decir, la Nación, organizó el levantamiento para defender la misma causa que hoy, dos siglos después, seguimos defendiendo: España y la Libertad.
Y pese a que no hubo tiempo para comunicarse ni posibilidad de coordinarse, hubo una reacción común. Un milagro que desconcertó a Napoleón y que sólo se explica por el hecho de que España, pese a no haber establecido aún su primera Constitución, era ya una nación.
Una de las consecuencias terribles de la Guerra de Independencia fue “la pérdida paulatina de la América Hispana”, la separación de los que formábamos “las Españas” a ambos lados del Atlántico. Pero hoy vemos con alegría cómo, especialmente aquí en Madrid, cada vez estamos de nuevo más unidos, ahora en plena igualdad, en lucha por la causa de la libertad y la prosperidad.
Y si la Libertad fue una de las razones por las que los madrileños se alzaron hace 213 años, España fue la otra razón.
Madrid se levantó por la Nación entera, y no solo por Madrid.
Cuando el Dos de Mayo los alcaldes de Móstoles redactan el bando de la independencia no dijeron “somos madrileños”. Dijeron, exactamente: “Somos españoles”. “Somos españoles y es necesario que muramos por el Rey y por la patria”.
Por el Rey de todos los españoles, y por la patria de todos los españoles.
La Comunidad de Madrid no se ha lanzado desesperadamente a buscar una identidad exclusiva para diferenciarse de otras regiones. Nuestra identidad es inclusiva e integradora.
Nuestro primer presidente autonómico, Joaquín Leguina, no nació en Madrid. Ni los alcaldes Tierno, Barranco o Álvarez del Manzano. Y esa es nuestra grandeza.
En realidad, esa es nuestra identidad: para ser madrileño basta con querer serlo.
Lo he dicho muchas veces: Madrid es un resumen de lo mejor de cada forma de ser español. Es España.
Por su parte, Fernando Savater ha escrito que “el problema no es lo que nos pasa, sino qué hacemos con lo que nos pasa”.
El acuerdo en celebrar nuestra historia, en la protección de la infancia y el apoyo de la juventud, nos lleva a recordar que lo mejor que podemos hacer para afrontar lo que nos pasa es no perder nunca el sentido de la concordia, y sirva esta celebración de paréntesis en la disputa electoral, y al propósito de que, sea cual sea el resultado, la discordia entre madrileños y españoles no prevalecerá: que los únicos enemigos que conocemos son el virus y la ruina, y que el resto son desacuerdos de los que puede salir lo mejor de nosotros si no olvidamos lo que nos une.
Hago hoy aquí, en esta fiesta de todos, un llamamiento a renovar la concordia.
Julián Marías nos recuerda que la verdad es la condición misma de la libertad y de la concordia, que no confundamos esta con la unanimidad, ni siquiera con el acuerdo. En la concordia caben la diversidad y el conflicto civilizado, el desacuerdo. Lo contrario de la concordia es la discordia, que es la negación de la convivencia, la decisión de no vivir juntos.
Al recuperar la tradición de conceder la Medalla de Oro a los anteriores presidentes de la Comunidad, Cristina Cifuentes y Ángel Garrido, hacemos ejercicio de respeto y agradecimiento por su vocación de servicio público y entrega al pueblo de Madrid, pero también de convivencia, de continuidad y normalidad institucional: de pluralidad.
Termino, queridos amigos:
España es una ciudadanía común y un Estado de Derecho amparado por la Constitución de 1978, pero también una emoción de pertenencia, una tradición, un pasado y una cultura compartidas; una comunidad enraizada en la historia; una trama de afectos y solidaridad.
España son sus élites redactando las constituciones de 1812 o de 1978, pero también el pueblo llano levantándose en 1808 o los sanitarios combatiendo la pandemia y vacunando a contrarreloj a los demás en 2021.
Celebramos con orgullo el 2 de Mayo, pero no quiero que sea una España que mire exclusivamente a su pasado, por glorioso que sea.
Quiero una España abierta al porvenir y que se apoye en su historia para proyectarse al futuro.
No quiero una España inmóvil: queremos una España alegre, dinámica y creativa
Somos un país moderno y avanzado, con una amplia clase media y grandes empresas que compiten en el difícil mercado global del siglo XXI.
Somos un referente mundial en sanidad, con la mayor esperanza de vida y líder en trasplantes.
Tenemos talento a raudales (y aquí hay una buena muestra de ello) y mil motivos para la autoestima: contamos con la segunda lengua más importante del mundo, nuestros autores se traducen a cientos de idiomas, nuestras series se ven en millones de hogares y nuestra forma de vida y nuestro inabarcable patrimonio atrajeron en 2019 a más de 80 millones de personas de todos los rincones del mundo.
España es una de las democracias liberales más importantes del mundo. Un país que todas las clasificaciones internacionales reconocen como una democracia plena, por encima de otros como Francia, Italia o Estados Unidos.
En España hay (y seguirá habiendo) división de poderes y un sistema de contrapesos que garantiza la estabilidad, la independencia judicial y evita los abusos.
Un sistema salido de la Constitución de 1978 que, además de permitir grandes avances sociales, garantiza los derechos fundamentales, el control al Gobierno y la participación ciudadana como pocos países en el mundo.
Un sistema constitucional que, como ocurrió con el texto de 1812, ha inspirado a otros países. Sobre todo, en América, que, junto con Europa, es nuestro mayor ámbito de influencia y nuestro espacio geopolítico de referencia.
En definitiva, es el momento de mirar a nuestro alrededor y valorar las maravillas que este país ha creado. Apreciemos lo que somos y lo que hemos conseguido, solo así reuniremos la fuerza suficiente para encarar el futuro. Un futuro que es muy exigente.
La historia pasada y reciente nos demuestra que, a pesar de las dificultades, de los desacuerdos y los conflictos, los madrileños, vengamos de donde vengamos, nos mantenemos firmes en nuestra decisión de vivir juntos, de convivir. Ojalá esto sea verdad también para toda España y que la Comunidad de Madrid siga siendo la segunda casa de todos, en la que nos unamos a celebrar la vida en una entrañable amistad civil.
En uno de los Episodios Nacionales, el personaje femenino de Leona revela un anhelo, una ilusión y una esperanza: construir su nueva vida aquí.
Y usa estas hermosas palabras: “En Madrid viviremos tranquilos… porque allí la Libertad no hace daño a nadie”.
Feliz Dos de Mayo.
Viva Madrid y Viva España.
Muchas gracias.
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