El camino del diálogo inclusivo, pacífico, constructivo y respetuoso entre todos los componentes de la sociedad civil de cada ciudad y nación, es el instrumento necesario para la democracia. Lo afirmó monseñor Urbańczyk, Observador Permanente de la Santa Sede ante la OSCE, al intervenir en el segundo encuentro sobre la dimensión humana, quien señaló la importancia de invitar y apoyar a los representantes de las comunidades religiosas para que puedan expresar su punto de vista.
Ciudad del Vaticano, 28 de abril 2021.- «Fomentar la inclusión de las comunidades religiosas y confesionales, de manera oportuna, en los debates públicos sobre las iniciativas legislativas pertinentes»: así lo pidió monseñor Janusz Urbańczyk, Observador Permanente de la Santa Sede ante la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, con sede en Viena), al intervenir ayer, 27 de abril, en el segundo encuentro suplementario sobre la dimensión humana, promovido por la propia Organización. El tema del evento fue «Legislar democráticamente: asegurar la participación». Los Estados miembros, reiteró el prelado, «están llamados a invitar y apoyar a los representantes de las comunidades religiosas, para que puedan expresar su punto de vista, basado en las convicciones morales derivadas de su fe, y contribuir a los debates sobre temas de actualidad». De este modo, de hecho, conseguirían «hacer oír una voz alternativa y evitar que las opiniones morales más arraigadas sean ignoradas en el proceso legislativo».
Recordando, pues, el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, el prelado reiteró que “una auténtica democracia no es sólo el resultado de un respeto formal de las reglas, sino que es el fruto de la aceptación convencida de los valores que inspiran los procedimientos democráticos: la dignidad de toda persona humana, el respeto de los derechos del hombre, la asunción del «bien común» como fin y criterio regulador de la vida política. Si no existe un consenso general sobre estos valores, se pierde el significado de la democracia y se compromete su estabilidad”.
El camino del «diálogo inclusivo, pacífico, constructivo y respetuoso entre todos los componentes de la sociedad civil de cada ciudad y nación» fue, por tanto, señalado por monseñor Urbańczyk como el instrumento necesario para la democracia, ya que se basa «en el respeto mutuo, en la posibilidad de que cada persona pueda contribuir al bien de la sociedad, y en la consideración de que las diferentes opiniones no amenazan el poder y la seguridad de los Estados, sino que a través del debate honesto los enriquecen mutuamente y les permiten encontrar soluciones más adecuadas a los problemas acuciantes».
Llevado a cabo los días 26 y 27 de abril, el segundo encuentro suplementario sobre la dimensión humana sirvió para intercambiar puntos de vista sobre el proceso legislativo democrático, así como sobre las formas en que los Estados participantes de la OSCE pueden garantizar que sus leyes estén en consonancia con las normas internacionales de derechos humanos. Hubo tres sesiones de trabajo, cada una con un tema específico: la primera se dedicó a la elaboración de leyes abiertas e inclusivas, con una reflexión sobre el Estado de Derecho y la importancia de los procesos legislativos transparentes para combatir la corrupción. La segunda sesión se centró en los retos y oportunidades de los procesos legislativos más recientes, con especial atención a la normativa necesaria en tiempos de crisis, como la actual debida a la pandemia de Covid-19. Por último, la tercera sesión se dedicó a la participación ciudadana en el proceso legislativo, así como al potencial que ofrece el mundo digital para consultar a la población y aumentar su confianza en la democracia.
Isabella Piro
Imagen: Mons. Janusz S. Urbańczyk, Observador Permanente de la Santa Sede ante la Osce